La RASD, un Estado que va m¨¢s all¨¢ del antiguo Sahara espa?ol
Est¨¢ suficientemente claro, no obstante, que ninguna de las dos partes directamente interesadas, marroqu¨ªes y saharauis, piensan que un refer¨¦ndum aut¨¦nticamente libre y honesto pueda tener lugar. Los dos tienen-motivos sobrados para rehuirlo, intentar manipularlo o procurar dejar pasar el tiempo en espera de una soluci¨®n que nadie vislumbra en el presente.Desde el punto de vista de los, principios, la cuesti¨®n parece haber sido reducida por la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA) al mismo planteamiento sugerido primero, exigido despu¨¦s, por la ONU a Espa?a desde 1964: que se permita a la poblaci¨®n aut¨¦ctona la independencia si as¨ª lo desea.
La realidad presente, sin embargo, es que ni la RASD es el Estado-Gobierno s¨®lo de aquellos refugiados o exiliados que huyeron a la entrada de las tropas marroqu¨ªes en 1976, o en los ¨²ltimos de la dominaci¨®n espa?ola, ni el Sahara que controla Marruecos, el Sahara ¨²til, nada se parece pol¨ªtica, econ¨®mica, humana y sociol¨®gicamente hablando al Sahara que Espa?a abandon¨® el 28 de febrero de 1976.
Si el comit¨¦ ad hoc de la OUA encargado del problema del Sahara Occidental decreta que el futuro del territorio ha de ser decidido exclusivamente por sus habitantes originarios, ?aceptar¨¢ el Polisario que al 80% del Gobiemo de la RASD y sus l¨ªderes, y a m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n que hoy constituye la base demogr¨¢fica de esa RASD, les sea negado el derecho a participar en el refer¨¦ndum o hacer campa?a por la independencia por no ser originarios del territorio incluido dentro de las fronteras -se trata justamente de respetar las fronteras heredadas de la colonizaci¨®n- del antiguo Sahara espa?ol?
Marruecos divulg¨® en Nairobi un documento, hasta ahora no denunciado por ning¨²n polisario, seg¨²n el cual, nada menos que el secretario general, Mohamed Abdelaziz, y su segundo, Mustaf¨¢ Sayed; el primer ministro, Mohamed Lamine; los ministros de Asuntos Exteriores, Interior, el vicepritner ministro, el ministro de Justicia, el de Informaci¨®n, Hakirn, Larussi, Al? Beiza, Uld Ziu y Uld Saleck, y los ide¨®logos Baba Miske y Omar Hadrami, son iriginarios de Argelia, Mauritania o del Marruecos anterior a 1975.
Se trata de reconocerle a pueblos, o tribus en este caso, separadas por trazados colonials arbitrarios -los erguibat argelinos, erguibat mauritanos, erguibat saharianos, por ejemplo-, el derecho a unirse y trascender aquellas fronteras coloniales que les separan, incluso si moment¨¢neamente no figura ninguna nueva reivindicaci¨®n territorial. Un punto de vista cercano a la idea del problema de Muaniar el Gadafi y que Africa entera, empezando por Argelia, rechaza.
En lo que a poblaci¨®n se refiere, es un hecho hist¨®rico muy reciente que ya, desde 1974, numerosas familias de erguibat mauritanos, por citar un solo caso, decidieron unirse al Polisario y se trasladaron a Tinduf con sus jaimas y sus ganados.
Si se ha de votar tomando como base el censo de poblaci¨®n llevado a cabo por Espa?a en 1975, de acuerdo con diferentes informaciones hechas p¨²blicas en estos a?os por Marruecos, los saharauis propofisarios con derecho a voto no ser¨ªan hoy m¨¢s de 10.000, en representaci¨®n de una poblaci¨®n no superior a las 30.000 personas.
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