Fuera mitos
Nuestra democracia vive fundamentalmente de mitos dial¨¦cticos. Primero fue la reconciliaci¨®n nacional para, una vez rechazada la ruptura a secas, construir, el nuevo esquema constitucional sobre la ruptura pactada o, en el decir de otros, la mera reforma y el cambio. Al Rey se le atribuy¨® el protagonismo que las circunstancias, l¨®gicamente, deb¨ªan conferirle y fue el motor del cambio. Y as¨ª sucesivamente...Las primeras elecciones dem¨®cr¨¢ticas no transfirieron la titularidad del poder a manos distintas de aquellas que hab¨ªan pilotado la transici¨®n. La clase pol¨ªtica gobernante fue esencialmente alumbrada en los ¨²ltimos a?os de un franquismo hac¨ªa el ocaso. Una vez instalada ha sido capaz de mantenerse hasta ahora en el poder.
Los mitos son necesarios en pol¨ªtica. Los creadores de imagen constituyen una de las profesiones m¨¢s afamadas en la actualidad. La imagen antecede siempre a los hechos en pol¨ªtica, del mismo modo que la idea precede a la acci¨®n. Ello resulta l¨®gico. Surge el problema cuando en derredor s¨®lo hay im¨¢genes, o mitos, no acciones. Es decir, cuando el ejercicio de gobernar se sustituye por la pr¨¢ctica de gestos.
El consenso ha explicado y justificado una pol¨ªtica. UCD se vanagloria en alguna medida de ser ?el capit¨¢n de la reforma?: sin ellos, la transici¨®n dif¨ªcilmente hubiera transcurrido pac¨ªficamente. Por el contrario, la izquierda se atribuye el absoluto patrocinio de la idea democr¨¢tica; durante alg¨²n tiempo s¨®lo el antifranquismo militante pod¨ªa conferir el necesario pedigr¨ª democr¨¢tico. A los otros, en definitiva, se les dejaba participar; Mart¨ªn Villa, Ros¨®n y Sancho Rof son supervivientes. Hemos olvidado que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez fue presidente del INI con Franco y subsecretario de Hacieda, entre otros cargos, en el anterior r¨¦gimen, porque su sentido de la oportunidad pol¨ªtica le condujo a dimitir apenas a tiempo, en 1975, lo que le ha permitido capitalizar los proyectos m¨¢s reformistas de UCD en beneficio personal. Esas reformas se producen contra buena parte del electorado de UCD, y pensar lo contrario ser¨ªa enga?arnos. Ello no significa que no sean necesarias. Pero es evidente que una formaci¨®n pol¨ªtica ocupa en socialdem¨®crata el poder amparada por votos que lo son menos.
Una imagen vale m¨¢s que mil palabras. La derecha en nuestro pa¨ªs nunca tuvo imagen pero si poder. De ah¨ª que un buen n¨²mero de los componentes de la clase pol¨ªtica haya aspirado y aspire a administrar el poder de la derecha con una imagen de izquierda. Incluso hay quien, pr¨¢cticamente desideologizado, al estimar que los votos que confieren poder se hallan en el centro izquierda, siente y opina en socialdem¨®crata, dispuesto a no ceder el terreno a nadie m¨¢s. He aqu¨ª un buen mito. No es f¨¢cil hallar electores de UCD enclavados en el llamado centro izquierda; s¨®lo en las encuestas. Evidentemente, muchos socialdem¨®cratas o configurados como tales votan o militan en el PSOE.
Promulgada la Constituci¨®n y celebradas las segundas elecciones democr¨¢ticas, muchos espa?oles creyeron llegado el momento de que cada grupo o partido estuviera. en su sitio. Vano deseo. Los buenos modos se trocaron en malos; es decir, Fernando Abril sustituy¨® a Fuentes Quintana. Santiago Carrillo lament¨® el desv¨ªo afectivo de su ¨ªnclito Adolfo Su¨¢rez, y con raz¨®n estim¨® incomprensible la situaci¨®n, ya que se hab¨ªa roto el consenso, aunque tampoco se gobernaba. Era natural que tal c¨²mulo de contradicciones produjeran una grave crisis.
El sistema democr¨¢tico es, evidentemente, por exclusi¨®n de todos los dem¨¢s, el ¨²nico capaz de satisfacer plenamente las ansias de libertad y dignidad que atesora el hombre. Las ideas y los sistemas, sin embargo, exigen ser adecuadamente administrados. La confusi¨®n no favorecer¨¢ la consolidaci¨®n de la democracia. El ciudadano exige elegir u optar entre diversas alternativas. Hoy, las identidades pol¨ªticas se hallan tan homogeneizadas por el largo tr¨¢nsito de ¨¦stos ¨²ltimos a?os que el votante empieza a pensar, que la clase pol¨ªtica le fabrica im¨¢genes o mitos a su medida. Sinceramente, no me parece un buen procedimiento de comunicaci¨®n.
Es urgente desterrar la idea de que el centro es un partido pol¨ªtico; por el contrario, el centro es un punto geom¨¦trico equidistante de otros situados a su alrededor. Es falso que la mayor¨ªa de votos se hallen en el centro. Si ello ocurriera, el centro pol¨ªtico presidir¨ªa un desierto. Es real, en cambio, que los mitos pol¨ªticos se construyen en relaci¨®n con el centro. Nadie puede, pues, apropiarse patrimonialmente del centro durante demasiado tiempo, a riesgo de cansar al electorado, provocando el cambio en demanda de clarificaci¨®n o, en definitiva, a ver qu¨¦ pasa.
Buena lecci¨®n la de las elecciones francesas; el centro hoy en nuestro pa¨ªs est¨¢ lleno de tr¨¢nsfugas hacia la derecha y la izquierda, ya que si se produjera el desastre electoral, cada cual desear¨ªa hallarse situado en su respectivo lugar.
Las fuerzas sociales, es decir, los sindicatos y la CEOE, cumplen su papel y, evidentemente, a ambos se les entiende todo porque est¨¢n en su sitio. Los empresarios, durante tres a?os -1979-1981-, han soportado el coste que toda negociaci¨®n bilateral conlleva. El ANE ha permitido al Gobierno incorporarse a la mesa de la concertaci¨®n y, tras la suscripci¨®n del correspondiente acuerdo, en acto solemne, es visible que la satisfacci¨®n gubernamental ha excedido a la respectiva de los sindicatos y la CEOE. Ello no parece muy explicable, ya que, desde un punto de vista estricto, el ANE es un buen acuerdo para los empresarios, y no es malo para los sindicatos, ya que ampl¨ªa enormemente la cobertura: en materia de desempleo y ha comprometido al Gobierno a crear nada menos que 350.000 empleos en un a?o. ?Cu¨¢l es, pues, el origen de las llamadas reticencias empresariales? Nada m¨¢s f¨¢cil de explicar: negociar todas las primaveras puede ser una trampa saduceide la que a medio plazo no sea nada rentable salir. Con raz¨®n Nicol¨¢s Sartorius acepta la invitaci¨®n del Gobierno para repetir un acuerdo parecido todos los a?os, pero a?ade que, en todo caso, desear¨ªa que en el futuro la mesa est¨¦ constituida de otra manera; es decir, presidida por un Gobierno de la izquierda. No deja ¨¦sta de resultar una idea moderada. Es muy posible, sin embargo, que la izquierda negocie menos y gobierne m¨¢s. Cuando la CEOE ataca al extra?o maridaje dial¨¦ctico anidado en UCD, est¨¢ asumiendo plenamente la idea de racionalizar, de una vez el funcionamiento ¨ªntimo del sistema democr¨¢tico espa?ol, identificando claramente a los protagonistas del mismo, y con los riesgos que ello comporte. Esta no es una idea o mito reaccionario. Resulta mucho m¨¢s conservador hacer de todos los pol¨ªticos una sola e id¨¦ntica clase, oblig¨¢ndolos a viajar en el mismo tren y con destino al mismo sitio.
Un sistema amenazado y la democracia en Espa?a, hoy, lo est¨¢- no puede defenderse de sus enemigos desnaturaliz¨¢ndose a s¨ª mismo, sino, por lo contrario, autentificando sus comportamientos: s¨®lo es posible superar el s¨ªndrome golpista gobernando. H¨¢galo quien sepa y pueda.
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