Otras nueve hamburgueser¨ªas se instalar¨¢n en edificios de inter¨¦s hist¨®rico o ambiental
Otras nueve hamburgueser¨ªas se instalar¨¢n en Madrid en las pr¨®ximas semanas o meses, seg¨²n solicitudes presentadas ante las oficinas municipales correspondientes. Algunas de ellas ocupar¨¢n lo que antes eran establecimientos tan tradicionales y de tanta raigambre como la vieja joyer¨ªa Aleixandre, en la Gran V¨ªa; el bar Flor, en la misma Puerta del Sol, o la entra?able carameler¨ªa Luim¨¢n, en la calle de Fuencarral. Seg¨²n datos de la Gerencia de Urbanismo en Madrid hay ya, sin contar estas solicitudes, unas treinta importantes tiendas a la venta de hamburguesas. Las multinacionales del picadillo han extendido sus tent¨¢culos sobre Madrid.
Las nueve hamburgueser¨ªas para las que se ha solicitado licencia de apertura son las siguientes: Bar Flor, en la Puerta del Sol, 13; Confecciones Flomar, Duque de Alba, 15; El Ed¨¦n de los Pantalones, calle Espartero con vuelta a Mayor; Joyer¨ªa Aleixandre, Gran V¨ªa esquina a Montera; zapater¨ªa Segarra, plaza del Callao; caf¨¦ Luim¨¢n, Fuencarral, 125, Gran V¨ªa,40; Orense,2 y Bravo Murillo, 135.En lo que va de semana, los ya familiares anagramas de Aleixandre, Flomar o el bar Flor, por poner algunos ejemplos, han sido sustitu¨ªdos por carteles de chillones colores que, por ajenos a la est¨¦tica de esta ciudad, constituyen toda una bofetada visual. El ¨²ltimo local afectado es el cafe Luim¨¢n, de la calle de Fuencarral, una antigua tienda de golosinas abierta desde hace 48 a?os
El lunes y martes pasados Germ¨¢n Bartolom¨¦ y su mujer, Mar¨ªa Luisa, liquidaban a precios de saldo los tarros de vidrio, cajones y dem¨¢s recipientes en los que, a lo largo de este casi medio siglo, han estado expuestos a la venta las m¨¢s variadas clases de caramelos, chocolatinas e, incluso, el famoso caf¨¦ de la peque?a tienda, que en breve se convertir¨¢ en una sucursal de venta de hamburguesas y patatas fritas.
"Si la tienda hubiese sido de mi propiedad", dice Germ¨¢n Bartolom¨¦ Mata, "no la hubiera vendido nunca. Habr¨ªa sido para mis herederos o se habr¨ªa quedado como est¨¢, pero jam¨¢s se la hubiera vendido a los de la multinacional. Nos han dado una indemnizaci¨®n y ya no vamos a seguir trabajando. Aunque no es que estuvi¨¦ramos cansados, porque ¨¦ste era un negocio muy simp¨¢tico, con clientes de toda la vida. Pero ten¨ªamos que estar muy sujetos, porque abr¨ªamos la tienda a las nueve de la ma?ana y cerr¨¢bamos a las once de la noche. La hora del comienzo de los cines era cuando m¨¢s dinero hac¨ªamos, porque la gente ven¨ªa de fiesta y compraba chocolatinas, caramelos o cualquier capricho. No puede decirse que fu¨¦ramos millonarios, pero mi mujer y yo hemos podido vivir bien con los beneficios de la tienda."
"Lo que me sorprende", prosigue Germ¨¢n Bartolom¨¦ Mata, "es la rapidez con que se van montando este tipo de sitios. Aqu¨ª, en Fuencarral, ya hay tres; en la glorieta, otros tantos. Lo que yo he visto es que van cogiendo los mejores sitios, lugares estrat¨¦gicos en los que, al ir desapareciendo las tascas madrile?as, a la gente casi no le queda otro remedio que entrar a comer a toda velocidad en un sitio de ¨¦stos, aunque no le guste mucho las hamburguesas con patatas fritas. Son otras costumbres", casi se lamenta, "que, sin que nos demos cuenta, nos acabar¨¢n imponiendo".
Ya con casi todo el material y mobiliario vendidos, Germ¨¢n Bartolom¨¦ observa y muestra el anagrama de bronce sobre cristal que durante 48 a?os permaneci¨® colocado en la puerta del comercio. "Yo mismo me. encargu¨¦ de caligrafiarlo. Recoge el nombre de mi mujer y el m¨ªo. Me lo voy a llevar y lo colocar¨¦ en casa. De recuerdo".
Tan de recuerdo como otros muchos comercios propios de esta ciudad. Porque el caso de Luim¨¢n es el del Iru?a de la calle de Silva; la joyer¨ªa Aleixandre, en la Gran V¨ªa (todav¨ªa sin licencia); la ropa de confecci¨®n de Flomar, en la calle del Duque de Alba; los zapatos de Segarra, de la plaza de Callao; el bar Flor, de la Puerta del Sol, o El Ed¨¦n de los Pantalones, de la calle de Esparteros. Todos estos establecimientos han cambiado ya, o est¨¢n a punto de hacerlo, sus tradicionales ofertas comerciales por locales de venta de hamburguesas dl m¨¢s puro sabor americano. Otras costumbres y otra est¨¦tica que nada tienen que ver con la forma de vida de esta ciudad, aunque, como comenta Germ¨¢n Bartolom¨¦, "ofrecen mucho dinero a los propietarios de los edificos y es l¨®gico que ¨¦stos, sin grandes posibilidades econ¨®micas en muchos casos, acepten las ofertas de las multinacionales."
M¨¢s de 30 hamburgueser¨ªas en todo Madrid
Seg¨²n datos facilitados por el gerente municipal de Urbanismo, Carlos de la Guardia, en estos momentos hay en Madrid alrededor de treinta hamburgueser¨ªas abiertas. Diez de ellas est¨¢n situadas en el casco hist¨®rico de la ciudad y hay solicitadas nueve nuevas licenclas de apertura para establecimientos semejantes."El Ayuntamiento no puede hacer nada en cuanto al uso de estos locales", afirma el lerente municipal de urbanismo, "solamente en el caso de que se trate de un edificio de inter¨¦s hist¨®rico-art¨ªstico podemos entrar a plantear una serie de exigencias. En el caso concreto de Aleixandre, riosotros rechazarrios el proyecto que inicialmente presentaron los representantes de McDonalds porque, si bien se respetaban determinados elementos arquitectonicos irternos, no se manten¨ªa el ambiente de la ant¨ªgua joyer¨ªa. Despu¨¦s han tra¨ªdo un nuevo proyecio, bastante aceptable, en el que se responde a la exigencia de Jonservaci¨®n de la decoraci¨®n inicial con un mobiliario de estilo de forma que se cuidan tanto los carteles exteriores como se impide la colocaci¨®n de sillas de pl¨¢stico, de colores anaranjados espantosos. De todas formas, algunas hamburgueser¨ªas se han abierto en viejos bares sin ning¨²n inter¨¦s arquitect¨®nico, y ah¨ª no ha cabido ninguna clase de actuaci¨®n municipal".
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