En torno a unas oposiciones
A pesar de su aparente desconexi¨®n con el ejercicio profesional, la historia de la medicina tiene una importancia extraordinaria: en la formaci¨®n integral del m¨¦dico.Entendi¨¦ndolo as¨ª, uno de nuestros primeros cuidados al asumir las responsabilidades de este decanato fue gestionar la dotaci¨®n de una agregadur¨ªa que, provisionalmente, fue asignada al doctor Orozco, quien, con desinter¨¦s y competencia que pueden atestiguar mis antecesores en el cargo, ven¨ªa ense?ando esta disciplina desde hace muchos a?os y es autor de trabajos de investigaci¨®n personal de calidad muy estimable.
Convocado, en su d¨ªa, el correspondiente cocurso-oposici¨®n, los ejercicios se iniciaron el 13 de julio. En estas pruebas, considerando globalmente sus actuaciones, el doctor Orozco tuvo ocasi¨®n de demostrar la equilibrada consistencia de su preparaci¨®n. Contrariamente, su antagonista -joven meritorio que, a nuestro juicio, debe mejorar su dicci¨®n, clarificar sus ideas y desembarazarse de ciertos vicios de escuela- no fue capaz de hacer honor a las oportunidades que la fortuna le hab¨ªa otorgado permiti¨¦ndole iniciar su formaci¨®n en el seno de un colectivo prestigioso. Este fue, al menos, el parecer mayoritario del Tribunal, que, adem¨¢s de un presidente ajeno a la disciplina (como de hecho es frecuente en tantos tribunales), contaba con cuatro profesionales distinguidos, n¨²mero m¨¢s que suficiente para garantizar la solvencia del veredicto.
Este hecho, tan trivial y cuya posibilidad constituye el atractivo del sistema de oposiciones (la Oportunidad de que un PNN desasistido de la influencia de una poderosa escuela consiga tan justo triunfo) ha motivado la publicaci¨®n en EL PA?S del 1 de agosto de una carta llena de juicios ad hominem y peque?as ¨ªnsidias que, por nuestra parte -enemigos de comparecencias p¨²blicas-, caer¨ªa en el vac¨ªo que merece si no rozase la dignidad del tribunal que he presi dido y la m¨ªa propia.
Yo no voy a explicar el voto de mis colegas; que cada cual lo haga a su modo si lo estima oportuno. Por mi parte, quede bien claro que he votado a quien, en conciencia, estimaba id¨®neo, y que, una vez terminada la oposici¨®n, como decano ya de una facultad que, con frecuencia, ha sigo juguete de intereses que no eran los suyos, celebro que el voto mayoritario del tribunal haya reca¨ªdo sobre quien, con seguridad, va a honrarlo con la dedicaci¨®n y el entusiasmo a que nos tiene acostumbrados.
El hecho, aviesamente se?alado por los abajo firmantes, de que se trata de un jefe de servicio de la SS redobla nuestra satisfacci¨®n: es una prueba de que la puerta grande de la universidad a¨²n est¨¢ abierta para quienes, al margen de capillas y gremios, se acercan a sus umbrales con preparaci¨®n y decoro.
Si el resultado que comentamos viene a men¨²scabar hegemon¨ªas o herir la prepotencia de quienes se creen ¨¢rbitros de determinados saberes, ¨¦se es su problema. Por nuestra parte, y por el momento, nada m¨¢s./ Decan¨® de la facultad de Medicina de
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