El tr¨¢fico de drogas, un negocio muy rentable en la prisi¨®n
El consumo de estupefacientes suele ocupar el n¨²mero uno en el ranking de las preferencias de los internos en la Prisi¨®n Provincial de Carabanchel. Las v¨ªas de entrada son f¨¢cilmente expugnables y la droga se cuela diariamente hacia- el interior del recinto penitenciario. All¨ª es manejada por una mafia que llega a quintuplicar el precio de la misma con relaci¨®n a lo que se paga en el mercado callejero. Una china de hach¨ªs viene a costar en Carabanchel unas quinientas pesetas.Este tr¨¢fico est¨¢ haciendo de oro a m¨¢s de una persona, que hace su agosto con pasar una temporada en la c¨¢rcel. Sobre todo, los que son reincidentes y ya conocen c¨®mo funciona el mercado. Las v¨ªas de entrada conocidas son varias. La droga suele llegar generalmente camuflada en los paquetes de alimentos y de ropa que los presos reciben de sus familiares y amigos. L a droga dura, que ocupa muy poco lugar, entra con mucha m¨¢s facilidad que el hach¨ªs. El departamento que se ocupa de revisar los paquetes cuenta con cuatro funcionarios, por lo que se presupone que carece de capacidad f¨ªsica suficiente para revisar diariamente una media de doscientos cubos de ropa y trescientos de alimentos.
La droga dura se introduce con mayor facilidad
En Carabanchel no existe suficiente personal ni suficientes medios t¨¦cnicos que puedan acabar con este tr¨¢fico. No hay buenos dispositivos de seguridad y el que funciona s¨®lo detecta armas y metales, pero no droga y mucho menos unas papelinas de hero¨ªna o unas l¨ªneas de coca. La gran mafia utiliza otros sistemas. Las naranjas (como caso muy conocido) y otro tipo de frutas, perfectamente camufladas, que esconden en su interior la droga y, en muchos casos, alcohol, suelen ser unas de las m¨¢s comunes v¨ªas de entrada. Tambi¨¦n han llegado ha utilizarse ,otros medios m¨¢s curiosos,como, previo buen estudio de las instalaciones de la c¨¢rcel, lanzar desde el exterior una -pelota de tenis u objetos de este tipo que guardan la droga y llegan- a caer a los lugares prefijados.
Pero el miedo que demuestran algunos funcionarios de prisiones y el propio jefe de servicios de Carabanchel, Antonio Jabonero, es que abunda la sospecha de que algunos de ellos formen parte de la mafia de la droga y den entrada a las sustancias estupefacientes. Antonio Jabonero manifestaba a este peri¨®dico que "no se puede olvidar esa posibilidad; pero, de momento no se han detectado casos de este tipo. Puede haber sospechas, pero no se llega ¨¢ m¨¢s, pues si lo supi¨¦ramos con seguridad lo denunciar¨ªamos".
La entrada de la droga tambi¨¦n podr¨ªa realizarse a trav¨¦s de los letrados que van a ver a sus defendidos, aunque la v¨ªa por la que se nutre a los traficantes debe hacerse por medio de la gran cantidad de camiones que entran diariamente al recinto penitenciario para ingresar alimentos o cualquier otro tipo de productos, sin que estas empresas conozcan tales movimientos. La mafia necesita una v¨ªa por la que puedan introducirse con facilidad grandes cantidades de droga (especialmente, en el caso del hachis), a pesar de que la hero¨ªna y la coca¨ªna (las sustancias m¨¢s caras del mercado) ocupan muy poco lugar y pueden ser camufladas sin ninguna dificultad.
Antonio Jabonero se?alaba que el tr¨¢fico de la droga es un problema muy grave en Carabanchel. "No nos preocupa la droga que est¨¢ dentro del recinto, sino la que continuamente entra aqu¨ª por v¨ªas hasta ahora no muy conocidas, aunque sospechadas". El alcohol tambi¨¦n es introducido ilegalmente en la prisi¨®n por los mismos caminos que la droga, aunque entra en menor medida que ¨¦stas, por su voluminosidad.
Otra de las mafias que imperan en Carabanchel es la del oro. Algunos reclusos se dedican a comprar a otros este metal precioso a muy bajo precio. El recluso que no tiene dinero vende todo el oro que posee a un precio muy inferior al normal para poder comprar tabaco o droga, lo que crea una importante mafia que se dedica a recoger grandes cantidades de este metal en el interior de la c¨¢rcel y, al salir de ella, lo vende en el exterior. En muchos casos, el oro procede de robos del exterior, que luego es pasado por los familiares o amigos al preso por alguna de las v¨ªas que se mencionan.
Uno de los funcionarios del departamento de registro de paquetes manifest¨® a este peri¨®dico que de las cuatro personas que all¨ª prestan su servicio s¨®lo una pr¨¢cticamente se dedica diariamente a cachear los cubos, lo que demuestra la evidente falta de control de ¨¦stos. Esto crea unas importantes mafias que juegan con grandes cantidades de dinero. "M¨¢s de uno", se?alaba, "sale de la c¨¢rcel con una quiniela de catorce".
La batalla del sexo
Las quejas recibidas por los directivos de la prisi¨®n sobre violaciones realizadas a reclusos han descendido considerablemente en los ¨²ltimos a?os. Este tipo de. actos son cada vez menos frecuentes en Carabanchel, puesto que, ante la falta de mujeres con las que realizar actos sexuales, se tiende hacia el homosexualismo consentido. Antonio Jabonero, despu¨¦s de m¨¢s de diez a?os trabajando en prisiones, manifestaba -a EL PAIS que "las violaciones, actos que se produc¨ªan con bastante frecuencia hace a?os, han descendido notablemente, y son extra?os los casos en que un preso se queja por estos motivos". "En algunos casos", a?ade, "se ha detectado que alg¨²n internado no sal¨ªa de su habitaci¨®n, se encerraba, se encontraba deprimido; y tras ser observado por el psiquiatra y los m¨¦dicos, ¨¦stos encontraban que hab¨ªa sido forzado; pero cada vez ocurre con menos frecuencia". La relaci¨®n homosexual es la caracter¨ªstica de Carabanchel. En una prisi¨®n donde conviven 1.678 personas son inevitables estas relaciones. Los reclusos realizan actos sexuales con otros presos y con travestidos. Los presos solamente pueden realizar el acto sexual con personas del sexo opuesto cada 45 d¨ªas Este es el plazo legal fijado por el Reglamento de Instituciones Pen¨ªtenciarias para que los internos reciban una visita, denominada "bis a bis", en la que pueden mantener relaciones sexuales con la persona que les visita. Durante su estancia en la prisi¨®n, adem¨¢s, pueden ser visitados por familiares o amigos dos veces por semana en unos locutorios que separan por medio de una cristalera al visitado del visitante o visitantes (cuatro como m¨¢ximo). La falta de relaciones sexuales es un grave problema que se plantea a los presos, actividad que se ven obligados a suplir por otros medios como las relaciones homosexuales o a trav¨¦s de la droga o el alcohol. La situaci¨®n es agobiante.
Esta cadena de necesidades no satisfechas crea al preso una sensaci¨®n de ansiedad y asfixia, que da lugar, junto con otros motivos, a desesperaciones, reyertas e intentos de suicidio. La situaci¨®n llega a ser insostenible porque la prisi¨®n no ofrece otras soluciones. El sistema penitenciario espa?ol est¨¢ desfasado y los pocos proyectos de renovaci¨®n que existen no lle gan a realizarse por falta de medios.
Todo esto tiene como consecuencia que el preso se autoproporcione unos medios de defensa ante las agresiones, ya sean f¨ªsica o ps¨ªquicas, de los dem¨¢s. Este muro ps¨ªquico de defensa que se crea en "la selva de cemento" es muy dif¨ªcil de olvidar. En cuanto a la defensa contra-las agresiones fisicas, el interno se provee de armas blancas de "fabricaci¨®n casera". Todo tipo de metales que puedan encontrarse en el recinto penitenciario son utilizados para fabricarse cuchillos y machetes de todo tipo.
La "diversi¨®n" del interno
La prisi¨®n suele ofrecer muy pocas diversiones al interno. La sala de televisi¨®n est¨¢ dominada por los gitanos, seg¨²n se?alaron algunos de los reclusos a este peri¨®dico, y es imposible escucharla. La mafia de los gitanos domina en Carabanchel. Solamente una sesi¨®n de cine pueden ver los reclusos por semana. La pel¨ªcula, generalmente de temas violentos y elegida por un grupo de presos que mantiene. la tutela de la sala, es proyectada diariamente, y, por riguroso turno, los reclusos de cada galer¨ªa tienen su d¨ªa asignada para verla. Las instalaciones deportivas que mantiene la prisi¨®n se concretan en un front¨®n por cada patio de la respectiva galer¨ªa (un front¨®n para un promedio de trescientos reclusos) y unas porter¨ªas de balonmano. Generalmente, los reclusos apuestan dinero en las partidas de front¨®n, y el juego de cartas es practicado por cerca de un 90% de la internos. El tute, el mus y el p¨®quer son los, primeros de la clasificaci¨®n, aunque para apostar el dinero todo es posible. Las cantidades que se apuestan varian con la capacidad monetaria de cada pandilla de reclusos, aunque algunas apuestas har¨ªan temblar a muchas de las personas que juegan los s¨¢bados con sus amigos.
El chivato y el enchufado est¨¢n a la orden del d¨ªa. L¨®gico; pero no hay que confundirlos con algunas personas que, ante el continuo aburrimiento que pasan, y acostumbrados a una vida activa, prefieren realizar alguna labor para distraerse. As¨ª figuran algunos internos que trabajan como ayudantes de los funcionarios o que se dedican a realizar funciones de administrativos, trabajan en las cocinas, en la sala de cine etc¨¦tera.
Actualmente los grupos de extrema derecha, aunque parezca mentira, est¨¢n institucionalizados en Carbanchel como lo estuvieron, algunas veces, los de izquierda. Estos grupos se re¨²nen asiduamente y planean all¨ª mismo algunas acciones y movimientos. La correspondencia abierta a la calle de que ¨¦stos disponen permite que muchas ideas que se forjan en el interior de la prisi¨®n sean posteriormente llevadas a cabo fuera de la misma.
La huelga de hambre y los motines, en verano
El momento propicio para los motines y las huelgas de hambre es el verano. Los d¨ªas son m¨¢s largos; el calor, el sue?o y la falta de hambre logran que esta sea la ¨¦poca m¨¢s propicia para las rebeliones y las disputas.
En la prisi¨®n de Carabanchel hay ahora siete reclusos en huelga de hambre. Desde el pasado d¨ªa 2 de agosto Miguel S¨¢nchez Garc¨ªa se mantiene en esta situaci¨®n como protesta por unas cartas que le fueron intervenidas (medida legal si la correspondencia viene del exterior). En varios sobres le llegaban, seg¨²n inform¨® el cuerpo directivo del centro, panfletos en los que se dirig¨ªan t¨¦rminos injuriosos contra las instituciones penitenciarias y que incitaban al mot¨ªn. "La justicia est¨¢ corrompida" y "las libertades se compran" eran algunas de las frases que conten¨ªan los panfletos. Tales escritos le fueron intervenidos, motivo por el que comenz¨® una huelga de hambre, tras haber ingerido muelles y otros objetos, por lo que se orden¨® su aislamiento preventivo. Asimismo se mantienen en esta situaci¨®n otros seis reclusos por diferentes motivos.
La direcci¨®n del centro mantiene la sospecha de que un grupo de reclusos relacionado con los huelguistas tiene en su poder dos pistolas, pero s¨®lo pueden esperar. La revisi¨®n no dar¨ªa ning¨²n resultado, puesto que los m¨¦todos de camuflaje son "realmente incre¨ªbles", manifestaba Angel Cavero Abadillo, subdirector del centro.
Por otra parte, el s¨ªndrome de mot¨ªn suele detectarse siempre en verano, puesto que los juzgados est¨¢n paralizados y las esperanzas que los internos mantienen de ser puestos en libertad se les alejan. El d¨ªa es mucho m¨¢s largo, el calor es insoportable, no duermen con facilidad, reciben menos visitas y tienen menos dinero, por lo que el mot¨ªn se espera justamente en agosto.
La detecci¨®n de este movimiento es muy cl¨¢sica. El jefe de servicios de la prisi¨®n, Antonio Jabonero, se?alaba que los presos comienzan a hacer acopio de alimentos, piden el traslado a otras galer¨ªas y comienza la tensi¨®n. "Es el s¨ªntoma", a?ade. El mot¨ªn est¨¢ en marcha.
Un ruido y un olor caracter¨ªsticos
La angustia que produce la prisi¨®n de Carabanchel llega a internarse en la cabeza de todo el que por all¨ª pasa. Llega a ser obsesiva. Un ruido continuo, una especie de fino silbido, va apoder¨¢ndose poco a poco de la cabeza del internado y llega a ser la m¨²sica de fondo que recorre la prisi¨®n. Este horroroso hilo musical parece deberse al hermetismo que envuelve todo el recinto penitenciario.
Los muros de las galer¨ªas no permiten que un solo sonido se escape de la prisi¨®n. Una patada, una voz, cualquier ruido, resuena finamente y su vibraci¨®n se mantiene constante.
Pero esa no es la ¨²nica locura que, inevitablemente, tiene que soportarse en la prisi¨®n, sino un olor caracter¨ªstico, proveniente de una fuerte carga diaria de desinfectantes, sudor y olor a comedor de regimiento, que tambi¨¦n llega a impresionar al novato.
La Prisi¨®n Provincial de Carabanchel no tiene ni un solo ¨¢rbol ni una sola planta. Es un laberinto de cemento y ladrillos.
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