Diez toneladas de carne procedentes de reses enfermas fueron vendidas en un pueblo de Le¨®n
El n¨²mero de reses enfermas vendidas para consumo humano en la localidad de Quintanilla de Sollamas (Le¨®n) podr¨ªa ascender a treinta, seg¨²n ha manifestado uno de los ganaderos afectados, quien confirm¨® que hasta el pasado d¨ªa 10 los propietarios de estos animales se hab¨ªan deshecho al menos de diecinueve de ellos, que fueron adquiridos por personas de fuera del lugar. Mientras la Delegaci¨®n de Sanidad mantiene un silencio absoluto sobre el tema, comienzan a conocerse algunos datos relativos a la comercializaci¨®n de esta carne sospechosa, cuya cuant¨ªa podr¨ªa superar, de acuerdo con estas estimaciones, las diez toneladas.El mismo ganadero confirm¨® que una de las vacas fue vendida en 2.000 pesetas ?a un tratante de Le¨®n? y que el mismo d¨ªa otras cinco hab¨ªan sido adquiridas por carniceros de otras localidades a precios inferiores a las 5.000 pesetas. (Los precios habituales oscilan entre 50.000 y 80.000 pesetas.) Otros vecinos aseguraron haber comprado carne de la primera res una vez sacrificada, como es costumbre en la zona, pero que posteriormente la hab¨ªan tirado. Se se?ala tambi¨¦n que el veterinario titular, Jos¨¦ Barredo, hab¨ªa aconsejado a los ganaderos la venta urgente de las reses m¨¢s enfermas ante la inminencia de su fallecimiento, autorizando la distribuci¨®n entre los vecinos de la carne de la primera de ellas.
Por error, EL PAIS achacaba ayer la responsabilidad de estos hechos y la titularidad de la zona a otro veterinario, Benigno P¨¦rez, que trabaja como funcionario para la Delegaci¨®n Provincial de Sanidad y, ocasionalmente, para los ganaderos del pueblo afectado. Se da la circunstancia de que Sanidad ha abierto expediente sancionador contra este ¨²ltimo por aventurar una serie de hip¨®tesis en declaraciones a la Prensa local, entre ellas la de que los animales podr¨ªan haber sufrido un envenenamiento masivo en un bosque de robles, donde hace cinco anos se produjo un caso similar achacado a una oruga (la procesionaria). Por el contrario, el primero achaca la enfermedad colectiva del ganado a una simple ?indigesti¨®n?, motivo por el cual se ha autorizado la venta de su carne. La apertura del expediente fue confirmada ayer a EL PAIS por fuentes de los servicios de Inspecci¨®n Veterinaria, que lo calificaron como un ?tr¨¢mite inicial? dentro de la investigaci¨®n de los hechos.
Las mismas fuentes dijeron no tener todav¨ªa datos sobre el n¨²mero de reses vendidas, su comercializaci¨®n, ni sobre los criterios que hayan podido seguirse para autorizarlas. Tampoco se tiene noticias de que se haya realizado ning¨²n tipo de an¨¢lisis de la carne, haci¨¦ndose recaer toda la responsabilidad sobre la valoraci¨®n personal del veterinario del pueblo. A t¨ªtulo anecd¨®tico, cabe se?alar que un periodista que acudi¨® a la Delegaci¨®n de Sanidad para informarse de las garant¨ªas que ofrec¨ªa esta carne fue advertido de que deb¨ªa presentar sus preguntas ?por escrito y con una p¨®liza de veinticinco pesetas, de acuerdo con el art¨ªculo 62 de la ley de Procedimiento Administrativo?, que le fue le¨ªdo textualmente por el titular en funciones de este organismo.
A preguntas de EL PAIS, un funcionario de la Inspecci¨®n Veterinaria se limit¨® a se?alar, por su parte, que la denuncia de los hechos despu¨¦s de dos semanas podr¨ªa deberse a enfrentamientos personales entre los veterinarios antes citados; que no hab¨ªa datos sobre el tema, y que las competencias sobre el mismo no eran s¨®lo de este Ministerio, si no compartidas con los de Agricultura y Comercio.
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