El pueblo
El ¨²ltimo invento o timo pol¨ªtico que se encuentra uno al volver a Madrid, anticip¨¢ndose un poco a la caravana, por colaborar con la operaci¨®n retorno y comportarse, es eso de que, sencillamente, no hay pueblo, el pueblo no existe, de donde se seguir¨¢ f¨¢cilmente que no hay por qu¨¦ hacer nada por el pueblo.Es timo elegante, uso fino, invento estad¨ªstico seg¨²n el cual el pueblo/pueblo vota uced¨¦, o sea derecha moderada, y al socialismo, aqu¨ª y ahora (si es que hay un aqu¨ª ,y un ahora), lo votan las clases medias burguesas, los intelectuales y universitarios. Si los votantes de uced¨¦, partido elegante y mandatario, son a su vez elegantes y algo mandatarios, y los votantes del socialismo son descaradamente burguesazos y confortablemente universitarios, ?d¨®nde est¨¢ el pueblo? Parece claro que no hay pueblo, con lo que nos quitamos de delante eso que el franquismo, con su nada neutral afici¨®n a las formas neutras, llamaba ?lo social?. Lo social es el pueblo, claro, y en alem¨¢n se dice proletariat. Seg¨²n la h¨¢bil, incons¨²til y estival estad¨ªstica que gloso, el pueblo no existe, ni como proletariat ni como nada, ya que el PSOE no recauda sus votos entre Jos trabajadores, sino entre finos pasantes de notorios notarios y honrados industriales de la pasamaner¨ªa. Y a los partidos de la derecha no hay que suponer que los vote un pueblo que no existe o s¨®lo existe como proletariat, como abstracci¨®n, en la mente siempre abstraccionista de los alemanes (que ya el idioma lo da). En cuanto a ese milloncejo de currantes que votan pec¨¦, eso ya se sabe que no es pueblo, sino simplemente horda.
?D¨®nde est¨¢ el p¨²blico?, se preguntaba el cl¨¢sico, que m¨¢s bien era rom¨¢ntico. ?D¨®nde est¨¢ el pueblo?, me pregunto yo ahora. Alarmado con esta fantomaquia estad¨ªstica, y por tocar ese pueblo que no existe, ceno en Casa Mingo, de donde quitaron el viejo, hermoso e hist¨®rico reloj del abuelo, por vend¨¦rselo en 8.000 p¨²as a un artista que se le encaprich¨®, y el mogoll¨®n de nikis, pollos fritos, virtuosos de la sidra que la tiran como si estuviesen tocando el viol¨ªn de la espuma, mozas de percal, t¨ªas buenas de poliuretano, empanada de escabeche, vecindario del Manzanares, tarta de Santiago y ni?os que lloran borrachos de la sidra que no han bebido, el mogoll¨®n que narro, tama?o y semejante, me parece que es pueblo salsa, cosa. Por si estuviera yo en viento, y por seguir comprobando, me arrastro con mi basca hasta La Corrala, donde el Ayuntamiento, Lauro Olmo, Pilar Enciso, Valeriano Andr¨¦s, Arniches y otros ¨²ltimos de Filipinas del casticismo, echan sainetes para todo el personal de la Paloma, iglesia en que me bautizaron, m¨¢s el chiringuito de las sardinas a la brasa, poniendo como una salaz¨®n marinera en el cielo secarral de Madrid. (Este a?o no se vende nada frito, por la colza.) Esto tambi¨¦n digo yo que es pueblo, personal, gent¨ªo, entre el gremialismo chispero y el sindicalismo obrero. Pero a lo mejor estoy en visiones. O sea que consagramos la ruta de la plaza Mayor, donde echan Calder¨®n, hacen carteles, de toros con el nombre del turista entre El Cordob¨¦s y Palomo, y la tertulia de feministas fuma a su manera, con el cigarrillo dentro del pu?o. Por todas partes gente, agosto populoso, la noche toledana de Madrid, estiva, festiva y popular. Me quedo m¨¢s tranquilo, he saludado gente, probado el vino, ya veo que existe el pueblo, contra los estad¨ªsticos prest¨ªmanos que, atribuyendo al PSOE el vot¨® burgu¨¦s (a uced¨¦ se le supone), han prestidigitado el pueblo entre dos folios. Nada por aqu¨ª, nada por all¨¢.
Comprendo la buena fe y lo ma?oso del invento: se hace al pueblo soluble en estad¨ªsticas y, en no habiendo pueblo, ya se puede gobernar para peque?os burgueses f¨¢cilmente contentadizos. Pero Carmen Rigalt, catalana, hasta ha tocado el organillo.
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