Ante la pr¨®xima revisi¨®n del PEN
Despu¨¦s de varios a?os de haberse aprobado el Plan Energ¨¦tico Nacional, me da la impresi¨®n de que el Gobierno ha llegado por la v¨ªa del pragmatismo, esto es, por la fuerza de los hechos, a mucho de lo que en su d¨ªa propusimos los socialistas como resultado de un an¨¢lisis racional del sector energ¨¦tico y de las consecuencias de la crisis de la energ¨ªa.En mi opini¨®n, la situaci¨®n energ¨¦tica actual, desde el punto de vista de la actuaci¨®n p¨²blica, podr¨ªa ser la Siguiente: el Gobierno acept¨® las sobrevaloradas previsiones contenidas en el PEN relativas al crecimiento de la demanda de energ¨ªa como medio de hacer sitio a las instalaciones nucleares ya programadas por el sector privado. Al mismo tiempo se ha acercado a nuestra posici¨®n de crecimiento del sector carb¨®n. Y como no ha tenido en cuenta la ca¨ªda de la demanda global de energ¨ªa respecto a lo previsto, existe el grave riesgo de que est¨¦ creando una sobrecapacidad en el sector energ¨¦tico, con graves consecuencias tanto para el coste de generaci¨®n como para la asignaci¨®n eficaz de recursos dentro del propio sector y entre ¨¦ste y el resto de los sectores productivos.
Muy en s¨ªntesis, las opciones b¨¢sicas que propusimos los socialistas en los debates del PEN fueron: desde el punto de vista sectorial, un mayor ¨¦nfasis en el carb¨®n nacional e importado, un menor peso y m¨¢ximas garant¨ªas para la energ¨ªa nuclear, un mayor esfuerzo en el aprovechamiento de los recursos hidr¨¢ulicos y prioridad total de todas aquellas acciones p¨²blicas y privadas que condujesen al desarrollo de nuevas fuentes de energ¨ªa. Desde el punto de vista institucional, la propuesta socialista se basaba en la creaci¨®n del ente de hidrocarburos, agrupando todas las participaciones p¨²blicas dentro del INE, v en la nacionalizaci¨®n de la red de alta tensi¨®n. La primera propuesta ha sido iniciada recientemente con la creaci¨®n del INH,y la segunda no podr¨¢, l¨®gicamente, ser llevada a cabo nunca por UCD, a pesar de sus claras ventajas desde el punto de vista colectivo.
El hecho de que el Gobierno en estos ¨²ltimos a?os haya ido acerc¨¢ndose a nuestras tesis hace surgir, sin embargo, la grave preocupaci¨®n de que, al mantenerse el plan de construcci¨®n de centrales nucleares y al acelerarse la construcci¨®n y reconversi¨®n de centrales de carb¨®n, estemos cayendo en un sobreequipamiento del sector energ¨¦tico en relaci¨®n con la evoluci¨®n de una demanda que ha empezado a dar muestras de adaptaci¨®n a las nuevas circunstancias energ¨¦ticas.
Seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles, el consumo interior bruto de energ¨ªa primaria disminuy¨® en el per¨ªodo enero-abril de 1981 un 0,5% respecto al mismo per¨ªodo de 1980, despu¨¦s, que en 1980 creciera un 0,5% respecto a 1979. Para los que consideramos que el consumo energ¨¦tico no es un fin en s¨ª mismo, sino el medio de satisfacer unas necesidades individuales y productivas, el crecimiento cero de la demanda energ¨¦tica debe considerarse como la situaci¨®n normal que habr¨¢ de producirse en el pr¨®ximo futuro, al menos en lo que se refiere a las energ¨ªas tradicionales. Por tanto, no debe preocupar que, por fin, empiecen a darse los primeros signos de ajuste por parte de los consumidores de energ¨ªa. Lo que s¨ª es preocupante es que por parte de las autoridades no se prevea que esto es lo que tiene que ocurrir y que no se establezcan las pol¨ªticas adecuadas para evitar gastos in¨²tiles a la comunidad en forma de instalaciones excedentarias y, no se destinen estos recursos a la puesta en marcha de programas serios de sustituci¨®n de energ¨ªas tradicionales por nuevas fuentes de energ¨ªa cuyo margen de contribuci¨®n puede ser, si se quiere, mucho mayor del que se ha previsto en el PEN.
La realidad de la pol¨ªtica de precios energ¨¦ticos llevada a cabo por el Gobierno nos descubre que hasta 1980 los precios de la energ¨ªa en t¨¦rminos reales se situaron a niveles similares a los existentes en los d¨ªas de discusi¨®n del PEN. En otras palabras, el consumidor de energ¨ªa se enfrentaba con subidas de precios energ¨¦ticos similares a los que registraba el resto de los productos, y, por tanto, su renta, por lo que dentro de un comportamiento econ¨®mico racional no exist¨ªa ninguna raz¨®n para comportarse de forma dr¨¢sticamente ahorradora en sus consumos energ¨¦ticos. S¨®lo a partir del pasado a?o se comprueba un aumento de los precios reales de la energ¨ªa y, por tanto, un gesto decidido del Gobierno a poner en pr¨¢ctica una pol¨ªtica de precios realista.
Aunque m¨¢s vale tarde que nunca, lo cierto es que se ha perdido tiempo, se ha creado incertidumbre y no se ha mejorado la eficiencia energ¨¦tica nacional desde la aprobaci¨®n del PEN. Buena prueba de ello es que la elasticidad-producto en Espa?a contin¨²a siendo superior a la unidad, mientras que en otros pa¨ªses europeos es de 0.8-0,9, y el objetivo a corto plazo en muchos de estos pa¨ªses es de alcanzar el 0,7. Sin embargo, lo que me parece m¨¢s grave es que con esta pol¨ªtica no s¨®lo no se ha detectado el potencial de ahorro energ¨¦tico existente, sino que se ha exagerado la capacidad de las instalaciones generadoras Ce energ¨ªa. Y con esto enlazamos con el otro elemento que determina el precio privado de la energ¨ªa: su coste de producci¨®n. No cabe duda de que una infrautilizaci¨®n de las instalaciones de generaci¨®n de energ¨ªa implica unos mayores costes por unidad vendida. Si observamos las ¨²ltimas cifras de la demanda de energ¨ªa. su evoluci¨®n nos confirma nuestra opini¨®n de que, con independencia del escaso crecimiento econ¨®mico en 1981 -similar al de 1980-, las demandas energ¨¦ticas est¨¢n registrando una cierta flexi¨®n a la baja. Ello va a implicar unas menores necesidades de oferta de energ¨ªa y, por tanto, un exceso de oferta y por tanto dos tipos de perjuicios econ¨®micos: el primero, un mayor coste unitario de producci¨®n de energ¨ªa; el segundo, una inmovilizaci¨®n de recursos -que, como sabemos, son susceptibles de usos alternativos- en instalaciones semiociosas, con el consiguiente perjuicio, bien para otros subsectores energ¨¦ticos o bien para sectores no energ¨¦ticos.
Despu¨¦s de dos a?os de vigencia del PEN, parece que CS indispensable proceder a una revisi¨®n de las previsiones en ¨¦l contenidas sobre evoluci¨®n de la demanda y oferta energ¨¦ticas que tengan en cuenta los cambios acaecidos recientemente v establezcan un nuevo juego de prioridades sectoriales que contribuyan a la consecuci¨®n del objetivo b¨¢sico de la pol¨ªtica energ¨¦tica: m¨ªnimo coste de producci¨®n privado y m¨ªnimas necesidades de energ¨ªa por unidad de producto. El que la dependencia respecto del petr¨®leo haya disminuido ligeramente, como reiteradamente nos declara el Ministerio de Industria, no nos indica fe hacientemente que la pol¨ªtica energ¨¦tica haya sido correcta en t¨¦rminos de eficiencia energ¨¦tica. Ni tampoco debernos considerar las inversiones en el sector energ¨¦tico como una panacea, vayan a donde vayan dichas inversiones. Efectivamente, la inversi¨®n en el sector energ¨¦tico va a alcanzar una cuant¨ªa considerable, pero lo importante no es tanto la cuant¨ªa como la eficacia que consigan dichas inversiones.
No es admisible perder de vista el hecho de que gran parte del ¨¦xito en la salida de la crisis industrial va de una u otra forma ligada al problema energ¨¦tico. La mera sustituci¨®n del petr¨®leo por otros combustibles forma parte de todo plan energ¨¦tico en cuanto que contribuye a solucionar, o al menos a no agravar, las consecuencias macroecon¨®micas de la crisis energ¨¦tica (balanza de pagos e inflaci¨®n). Sin embargo, la verdadera salida del t¨²nel energ¨¦tico e industrial debe pasar por la disminuci¨®n de las necesidades energ¨¦ticas por unidad de producto, cuyo test es la evoluci¨®n de la elasticidad-renta de la energ¨ªa, y que desde el punto de vista de estrategia se des
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compone en una pol¨ªtica de ahorro en . energ¨¦tico y en una pol¨ªtica de investigaci¨®n y desarrollo en nuevas fuentes de energ¨ªa y en nuevos procedimientos de utilizaci¨®n y consumo de energ¨ªa. A este respecto ser¨ªa interesante conocer el porcentaje del total de inversiones en el sector energ¨¦tico que han sido destinadas a investigaci¨®n y desarrollo. No es posible hacer una buena planificaci¨®n energ¨¦tica sin tener presente una visi¨®n de largo plazo, ¨²nico horizonte adecuado para la maduraci¨®n de los proyectos de investigaci¨®n y desarrollo.
Desde el punto de vista institucional, varios son los temas urgentes a los que deber¨¢ referirse el documento de revisi¨®n del PEN. Las actuaciones desde la creaci¨®n del Consejo de Seguridad Nuclear, la nueva mec¨¢nica del Centro Coordinador de Energ¨ªa El¨¦ctrica, las actuaciones y financiaci¨®n de la Empresa Nacional del Uranio y el papel del INH como ¨®rgano de coordinaci¨®n y planificaci¨®n del subsector petr¨®leo son algunas de las m¨¢s urgentes.
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