Urtain, como luchador de "catch", entristece a sus viejos partidarios
Urtain entristeci¨® en la noche del s¨¢bado a sus viejos partidarios y a los amigos de siempre. Su aparici¨®n en Madrid como luchador de catch hizo meditar a todos sobre el paso del tiempo y sobre la tema facilidad con que los boxeadores pierden la fortuna conseguida en pocos a?os. Urtain ni siquiera arrastro una masa de curiosos. En el Campo del Gas estaban los de todos los s¨¢bados m¨¢s unos pocos aficionados al boxeo y amigos del protagonista, que asistieron con pena al combate.Urtain, que para esta nueva etapa de su vida ha desempolvado su primer alias y se hace anunciar en los carteles como El tigre de Cestona, ten¨ªa como rival al Inca Wuiracocha, otro cuarent¨®n grueso, aunque menos que ¨¦l, con lejanos rasgos indios y recortado bigotito. Antes del de ellos se celebraron otros dos combates, cuyos contendientes efectuaron las piruetas repetidas una y mil veces, fieles al gui¨®n, que ofrece siempre dos papeles: el de bueno, respetuoso de las reglas y ganador final tras sufrir mucho, y el de malo, que siempre cobra ventaja gracias a las m¨¢s sucias artima?as pero que acaba indefectiblemente fuera del ring, arrojado de ¨¦l por la fulminante reacci¨®n del bueno. Goyo Peralta, antiguo rival de Urtain en un combate sangriento disputado en el Palacio de los Deportes ante varios miles de espectadores hace ya algunos a?os, pensaba quiz¨¢ en c¨®mo en aquellos d¨ªas Urtain llenaba los recintos, hac¨ªa feliz a la reventla y era uno de los deportistas m¨¢s c¨¦lebres de Espa?a. Pensaba quiz¨¢ tambi¨¦n en la dureza y la autenticidad de] boxeo y la comparaba con el espect¨¢culo que los luchadores desarrollaban sobre el ring para poco m¨¢s de un millar de personas. Tambi¨¦n andaba por all¨ª Fred Galiana, un hombre que llen¨® la plaza de Las Ventas y que hoy vive de un gimnasio. Por su cabeza pasaban posiblemente los nombres de tantos compa?eros de profesi¨®n que gastaron su fortuna m¨¢s r¨¢pidamente de como la hab¨ªan conseguido.
Por fin aparece Urtain. Los a?os han borrado su poderosa musculatura y le han dotado de una impresionante barriga. Llega serio, gui?a un Ojo a un viejo amigo y se enfrenta al Inca Wuiracocha, otro cuarent¨®n grueso, aunque menos que ¨¦l, posiblemente un experto en este juego. Al Inca le toca brincar, dar volteretas, caer con fuerza sobre el suelo y ser depositado fuera del ring por el herc¨²leo vasco. En el segundo asalto, a Urtain "se le escapa la mano" y el Inca, que ha recibido el impacto en el pecho, se tira al suelo como un moribundo. Estaba en el programa. Hay ritos de tongo mientras se proclama vencedor a Urtain y el Inca es retirado en manos de sus asistentes. Los amigos del morrosko ponen caras de circunstancias.
El descanso sirve para reflexionar sobre viejos argumentos para recordar M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda, para aceptar que el papel que acaba de hacer Jos¨¦ Manuel Ibar lo interpret¨® Anthony Quinn en una tr¨¢gica pel¨ªcula pasada por RTVE hace poco. La gloria deportiva, la popularidad, el dinero, pasaron como una r¨¢faga por la vida de un hombre en principio destinado a una tranquila existencia en los montes de Guip¨²zcoa. Ahora es uno m¨¢s entre los diez trabajadores de catch que no han conseguido meter a m¨¢s de mil personas en este modesto recinto. Tras el descanso, una pelea por parejas pone en pie a los espectadores. Los malos lo son m¨¢s que nunca, llegan a pegarse entre s¨ª y a coger las sillas del ringside para atizar con ellas a los buenos. El p¨²blico se divierte y ya no recuerda a Urtain.
El Campo del Gas es un antiguo y modesto campo de f¨²tbol. All¨ª, en la posici¨®n te¨®rica del medio centro, estaba instalado el cuadril¨¢tero en el que los viernes suelen celebrarse combates de boxeo, cada vez m¨¢s escasos, y los s¨¢bados de catch.
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