El fracaso de la EGB, otra perspectiva
En los pr¨®ximos tres cursos escolares se llevar¨¢ a cabo una reforma que afectar¨¢ a la escolaridad b¨¢sica (la EGB) y en la que estar¨¢n implicados dos colectivos importantes: 6.000.000 de alumnos y m¨¢s de 200.000 profesores. Se pretende abandonar la actual estructura de cursos e implantar una unidad de temporalizaci¨®n que abarca varios de ellos: el ciclo. Al hilo de esto se presentan unos nuevos programas y se recomienda un adecuado ah¨ªnco en la metodolog¨ªa, que tambi¨¦n debe ser renovada.
Es claro que cualquier reforma obedece, al menos, a la necesidad de mejorar una realidad, de ofrecer un mejor servicio. Y esto as¨ª lo han se?alado los propios portavoces del Ministerio de Educaci¨®n: las innovaciones que suponen la estructura en ciclos y los nuevos programas escolares incidir¨¢n notablemente en el descenso del fracaso escolar y en una mejor preparaci¨®n para la vida. Y este aserto hace reconocer que, al parecer, la EGB produc¨ªa un elevado porcentaje de fracasados y dejaba de desear con respecto a la formaci¨®n con que sal¨ªan los alumnos que a lo largo de ocho a?os la frecuentaban con cierto nivel de ¨¦xito.Lo hasta aqu¨ª expresado no deja de ser un lugar com¨²n. Sin embargo, hay factores latentes que aconsejan un an¨¢lisis m¨¢s detallado de los argumentos que se viertan. Hay que ir, pues, m¨¢s despacio a la hora de conceder un determinado nivel de fracaso a la EGB y, caso de conced¨¦rselo, hay que detenerse en el contexto desde el cual se juzga el fracaso y en los factores que han podido propiciarlo.
Grandes porcentajes de nuestra sociedad, incluidos apreciables segmentos de educadores, coinciden en afirmar que se ha producido un descenso en el nivel del alumnado, que la calidad educativa es baja y que, desde luego, los chicos sal¨ªan mejor preparados del Bachillerato antiguo que de la actual EGB. Como se ve, las afirmaciones pueden quedar resumidas en una sola palabra: fracaso. Pero cuando se habla de fracaso se hace siempre referencia a una meta esperada o a un nivel de logro que ha sido establecido previamente.
Por ello se puede decir que los chicos que terminan la EGB no salen ni mejor ni peor preparados que los del antiguo Bachillerato: salen con distinto bagaje. Y en ning¨²n caso es v¨¢lida la comparaci¨®n porque el Bachillerato actuaba sobre supuestos muy distintos. Recu¨¦rdese c¨®mo hab¨ªa dos grandes filtros a la entrada y a la salida: el examen de ingreso y la rev¨¢lida o examen de estado; c¨®mo el alumno que suspend¨ªa dos asignaturas en un curso deb¨ªa repetirlo en su integridad; tomo, evidentemente, no acog¨ªa a la totalidad de la poblaci¨®n de diez a trece a?os. Sin embargo, la EGB no cuenta con filtros de entrada y salida, acoge a toda la poblaci¨®n escolar y se asienta en el principio de la promoci¨®n continua, que presenta, como una de sus caras; la no repetici¨®n de curso. Y por si esto fuera poco impedimento para la homogeneizaci¨®n que da paso a la comparaci¨®n, hay que a?adir el argumento nada despreciable de que objetivos, contenidos, m¨¦todos, organizaci¨®n, profesorado, etc¨¦tera, eran distintos.
Si despu¨¦s de lo dicho no parece, al menos, correcto juzgar la calidad alcanzada por la EGB por la que alcanz¨® el Bachillerato, podr¨ªa pensarse que s¨ª ha existido fracaso en lo que se refiere a los objetivos que se le asignaron, a las expectativas que levant¨® o a los recursos que en ella se invirtieron. Aqu¨ª entramos en un terreno m¨¢s espinoso y en unas razones m¨¢s dif¨ªciles de aquilatar. Pero, en este campo, nos encontramos con una realidad inesquivable: sean cuales sean los objetivos asignados, no ha habido un control serio del grado en que ¨¦stos hayan podido ser alcanzados. Y ¨¦ste es un dato grave. Si al procesado no se le puede condenar por intuiciones o pareceres, a la EGB tampoco. En primer lugar, no se puede juzgar por el n¨²mero de aptos que d¨¦ ella misma, ya que una ligera modificaci¨®n en los niveles de exigencia producir¨ªa el n¨²mero de aptos deseado. Si as¨ª se obrara, se juzgar¨ªa la calidad o competitividad de un producto en base al n¨²mero de ellos que la industria fabricara, sin hacerlo entrar en relaci¨®n con las existencias almacenadas o con las ventas efectivas. En segundo lugar, hay que delimitar muy bien cu¨¢l va a ser el patr¨®n de medida y qu¨¦ grado de adecuaci¨®n real ha de tener con respecto a las metas marcadas. No s¨¦ puede pensar en un metro academicista o erudito, o que valore s¨®lo aptitudes y disposiciones relacionadas con determinados niveles de abstracci¨®n o manejo de signos. Junto a eso, que tambi¨¦n se puede y se debe dar, ha de medir el grado en que ha extendido en toda la poblaci¨®n un cierto repertorio de conocimientos b¨¢sicos, de t¨¦cnicas instrumentales, de actitudes que desembocan en mejoras de la calidad de vida, etc¨¦tera. Y de esto no hay nada. Tan nada hay, que incluso en el campo m¨¢s f¨¢cil de controlar (el academicista, el propio de las instituciones educativas superiores) se est¨¢n desperdiciando ocasiones y oportunidades. As¨ª, por ejemplo, desde el a?o 1978 est¨¢n llegando a las pruebas de acceso a la universidad alumnos cuya escolaridad b¨¢sica presenta la siguiente gama de variedades:
-A?o 1978: cuatro cursos de educaci¨®n primaria y cuatro cursos de Bachillerato.
-A?o1979: tres cursos de educaci¨®n primaria y cinco cursos de EG B.
-A?o 1980: dos cursos de educaci¨®n primaria y seis cursos de
EGB.
-A?o 1981: un curso de educaci¨®n primaria y siete cursos de EGB.
-A?o 1982: ocho cursos de EG B.
Teniendo en cuenta que los ejercicios de selectividad siguen siendo b¨¢sicamente los mismos, ?qu¨¦ diferencias se han encontrado entre las diversas promociones que han sufrido la EGB de menor a mayor intensidad? ?En qu¨¦ sectores del curriculum se han notado progresos? ?Qu¨¦ carencias b¨¢sicas se han detectado?, etc¨¦tera. Se. puede contestar con una dificultad no prevista y que no deja de ser curiosa: hasta febrero del presente a?o, ense?anzas b¨¢sicas y medias estaban en departamento ministerial distinto de las universitarias. Se podr¨ªa afirmar lo mismo a la hora de verificar alg¨²n tipo de control que midiera otra gama de aptitudes, actitudes o conocimientos. Salvado el aspecto t¨¦cnico (que se ocuparla de la elaboraci¨®n del control y del posterior tratamiento de sus resultados), que no presenta mayores problemas, las muestras significativas y suficientes de la poblaci¨®n ah¨ª est¨¢n. La primera promoci¨®n de graduados escolares terminar¨¢ el curso 1981-1982 el grado medio de los estudios universitarios. El grado superior acoger¨¢ el pr¨®ximo curso a tres promociones de graduados y a dos del antiguo plan. Y si vamos a buscar una muestra totalmente representativa en la que figuren contingentes de las m¨¢s variadas capas sociales, de los m¨¢s distintos lugares de procedencia, de la m¨¢s diferente cualificaci¨®n acad¨¦mica, etc¨¦tera, tenemos, con todos los datos previos recopilados, el servicio militar. Todos pasan por ¨¦l y de acuerdo, en la mayor¨ªa, con el grupo de edad. El pr¨®ximo a?o convivir¨¢n en los cuarteles la ¨²ltima promoci¨®n del sistema antiguo y la primera que pas¨® por la EGB.
Vertidos estos elementos de reflexi¨®n, es dif¨ªcil resistirse a la tentaci¨®n de no se?alar algunas variables que tal vez. tambi¨¦n tengan un papel importante en la degradaci¨®n de la ense?anza y que a menudo pasan desapercibidas.
Ecolog¨ªa de la educaci¨®n
Llegados a este punto, hay que comenzar a se?alar un c¨²mulo de variables que puede ser resumido, de acuerdo con T. Hus¨¦n, como el cambio en la ecolog¨ªa de la educaci¨®n. El r¨¢pido aumento de madres trabajadoras, el tiempo que los ni?os permanecen ante la televisi¨®n, el claro decremento de la compulsi¨®n familiar que centraba al alumno en su tarea, con independencia de que ¨¦sta le gustase o no, la incidencia en el estado personal y social que en d¨¦cadas anteriores aparejaba la condici¨®n de estudiante y su pr¨¢ctica. desaparici¨®n en nuestros d¨ªas al nivel de los catorce-diecis¨¦is a?os, etc¨¦tera, han hecho que la escuela asuma funciones y obligaciones para las que se encuentra mal preparada. La escuela b¨¢sica, al menos tal y como est¨¢ concebida, no puede atender todos los frentes ni convertirse en el lavadero que devuelva limpios los defectos y h¨¢bitos negativos que tiene la sociedad. Por ello es precisa una reasignaci¨®n de metas y tareas que contemple que el monopolio de la educaci¨®n (al menos en lo que se refiere a conocimientos y h¨¢bitos) ya no lo ostenta la escuela.
Perono basta con acotar campos y fijar objetivos realistas si esto se hace sobre el papel y, aunque sea de manera subconsciente, se siga pensando en una instituci¨®n educativa sierva de otras superiores que, por el tipo de diplomas de los egresados, d¨¦ lugar a un desarrollo apartado de los objetivos. Esto es f¨¢cil de ejemplificar si se supusiera que los actuales centros de EGB lo fueran de cultura f¨ªsica y deportiva, cuya funci¨®n fuera el arm¨®nico desenvolvimiento del cuerpo y la creaci¨®n de una aptitud general para el deporte. Hay que imaginar tambi¨¦n que, en este supuesto, los centros de ense?anzas medias fueran espec¨ªficamente de preparaci¨®n para deportes concretos. As¨ª, habr¨ªa uno que se ocupar¨ªa del f¨²tbol, otro del balonmano, etc¨¦tera. Se sigue imaginando que, por las circunstancias que fueren (mayor posibilidad de promoci¨®n, mejor posici¨®n social, nivel superior de ingresos econ¨®micos, etc¨¦tera), la escuela de preferencia de los padres y de los alumnos fuera la de f¨²tbol. Y, por ¨²ltimo, se termina el ejercicio de imaginaci¨®n se?alando que los centros b¨¢sicos de cultura f¨ªsica y deportiva expenden dos tipos de diplomas: uno a los que han superado todos los cursos o exigencias del centro y otro para los que algo les ha quedado sin aprobar. Con el primer diploma se puede acceder a todas las escuelas deportivas; con el segundo, a todas menos a la de f¨²tbol. ?Qu¨¦ va a ocurrir en esta situaci¨®n imaginada? No hay que ser muy avisados para darse cuenta de que, am¨¦n de la injusticia del sistema, el centro b¨¢sico va a primar, por encima de las dem¨¢s, a la materia o materias relacionadas con el f¨²tbol, y los fracasos, aunque se juzguen as¨ª, lo ser¨¢n exclusivamente con relaci¨®n al f¨²tbol y no con respecto a los dem¨¢s deportes.
Ha de perdonarse la extensi¨®n del ejemplo por lo clarificador que puede ser con respecto a la EG B. En efecto, la ley General de Educaci¨®n, en su art¨ªculo 15, dice textualmente: ?La EGB tiene por finalidad proporcionar una formaci¨®n integral, fundamentalmente igual para todos y adaptada, en lo posible, a las aptitudes y capacidad de cada uno?. Y el art¨ªculo 20 se?ala que los alumnos que realicen los cursos con suficiente aprovechamiento recibir¨¢n el t¨ªtulo de Graduado Escolar, que ser¨¢ el ¨²nico que d¨¦ acceso al BUP (apartados 1 y 3). V¨¦ase c¨®mo un nivel b¨¢sico, con finalidad en si imismo, por mor de los diplomas que otorga se convierte en preparatorio del nivel siguiente, que a su vez tiene como finalidad m¨¢s espec¨ªfica preparar a los alumnos para el nivel siguiente, que es en este caso la universidad.
Los ministros de Educaci¨®n
Existe otra variable en la que a menudo no hay excesiva detenci¨®n, pese a la obviedad de la misma: la necesidad de que la educaci¨®n est¨¦ en manos de personas conocedoras del tema. Ser¨ªa f¨¢cil hacer una cr¨ªtica a la formaci¨®n de los diversos ministros que se han sucedido en el departamento y su poca, por no decir nula, relaci¨®n con el mundo educativo. Pero esto, si espectacular, no ser¨ªa realista ni efectivo, dado que el cargo es de contenido pol¨ªtico y puede rodearse de los asesores y expertos necesarios. Es m¨¢s preocupante y se refleja m¨¢s en la marcha de los centros que los niveles intermedios de gesti¨®n y decisi¨®n est¨¦n en unas manos cuya experiencia educativa se reduce a sus vivencias de alumnos. Hay un claro predominio de lo administrativo sobre lo t¨¦cnico, de lo burocr¨¢tico sobre lo pedag¨®gico, entre otras cosas porque lo administrativo y lo burocr¨¢tico es lo que saben hacer los se?ores que mandan en el sistema. A menudo se emiten disposiciones y se toman decisiones que chocan con cualquier concepci¨®n racional de los problemas. Y es que, desgraciadamente, el campo educativo es un terreno que se han tomado impunemente intereses y grupos de todo tipo para sus medros, demagogias y arribismos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- MEYU
- Fracaso escolar
- UCD
- I Legislatura Espa?a
- EGB
- Opini¨®n
- Rendimiento escolar
- Profesorado
- Gobierno de Espa?a
- Educaci¨®n primaria
- Educaci¨®n secundaria
- Ense?anza general
- Calidad ense?anza
- Estudiantes
- Comunidad educativa
- Ministerios
- Legislaturas pol¨ªticas
- Partidos pol¨ªticos
- Centros educativos
- Sistema educativo
- Gobierno
- Educaci¨®n
- Administraci¨®n Estado
- Administraci¨®n p¨²blica
- Espa?a