Taranc¨®n
As¨ª simplemente, y como con una falta de respeto al omitir el trato debido; as¨ª, tal como lo hemos le¨ªdo todos en las insultantes pintadas y no menos o¨ªdo en los elogiosos comentarios populares; as¨ª, Taranc¨®n, a secas, privado de todo t¨ªtulo, don Vicente, a quien tanto debo y no menos respeto, Taranc¨®n, con cuyo nombre, en seco, ya ha entrado en la historia reciente nuestro obispo y cardenal.Y acentuado y como apostillando sus palabras, las pronunciadas hace d¨ªas en Radio Popular de Castell¨®n, seg¨²n nuestra Prensa diaria. Confieso que me ha chocado la ausencia de escritos a cuenta de tales declaraciones y que ante un caso casi un¨¢nime de silencio me he atrevido a hacer lo que debieron haber hecho otros. Por razones obvias y por demasiado afecto, no debiera ser yo el que subrayase y agradeciese, en nombre de tantos, lo dicho por nuestro Taranc¨®n, ?o es que no se ha ca¨ªdo del todo en la cuenta de lo que suponen y, encierran tales frases?
Reduzco el casi escueto comentario a escoger algunas de sus afirmaciones, las que as¨ª todas en su conjunto nunca, que yo sepa, se han pronunciado en nuestros d¨ªas por labios de un obispo. Queden en cinco, por falta de espacio.
1. Refiri¨¦ndose al inmediato pasado: "Efectivamente, se identific¨® la Iglesia con el r¨¦gimen, y junto con el Ej¨¦rcito fue uno de los pilares m¨¢s fuertes en que se apoy¨® aqu¨¦l... Sinceramente, debe decirse que la Iglesia fall¨®, porque, debiendo ser instrumento de reconciliaci¨®n del pueblo, siempre apareci¨® unida con el poder. En parte estamos pagando las consecuencias de errores que siempre se cometen...".
Que yo recuerde, nunca se hab¨ªa dicho nada tan claro desde la altura, y aunque expresadas en una charla no oficial, ya pueden quedar tranquilos tantos que se dol¨ªan de la ausencia de semejante confesi¨®n. Pero lo que es m¨¢s deslumbrante para m¨ª: las dichas "consecuencias". Hoy nos quejamos de un anticlericalismo -m¨¢s que antieristianismo- que a tantos y tantos ha llevado al agnosticismo. El cardenal ha dado en la clave precisa: hay que pagar, y por ello est¨¢n no pocos diciendo que nos toca en estos lustros la hora del silencio eclesial.
2. Fallo el confesado que, a?ade Taranc¨®n, se debi¨® a que "la Iglesia nunca debe estar en la lucha por el poder"... algunos obispos -se refiere a la Conferencia Episcopal- "a?oran el pasado porque creen que era un bien; otros piensan que la Iglesia ha de actuar con el Evangelio que es su fuerza, y no con restos de poder humano".
Lecci¨®n que no pocos a quienes cae tan bien la "impotencia" evang¨¦lica escribir¨ªamos a la puerta de todo templo.
3. Pero, como siempre tambi¨¦n, fue habiendo en la historia rectificaci¨®n paso a paso, y Taranc¨®n a?ade: "Yo dir¨ªa que la Iglesia espa?ola, despu¨¦s del concilio y en los ¨²ltimos a?os del r¨¦gimen anterior, era de izquierdas. A m¨ª me llamaron comunista...".
Opino que tan claro nunca se hab¨ªa reconocido lo que fue en parte obvio y que tanto unos "dexteros" como otros "sinistros" no acabaron por reconocer. ?Record¨¢is lo del pared¨®n? Yo debo recordar muchas m¨¢s cosas. Y agradecerlas hoy.
4. Y mirando hacia el futuro, nuestro prelado y padre a?ade: "Yo he predicado la independencia, y el mismo Ruiz Gim¨¦nez me dijo en Roma que yo era el culpable de que no hubiesen conseguido un diputado... Ciertamente, yo me opuse a que ning¨²n partido llevase apellido cristiano, porque no creo que el cristianismo deba estar en la lucha por el poder...".
Nada de confesionalismos Pol¨ªticos; hoy el mismo bueno de Joaqu¨ªn lo ver¨¢ as¨ª, y nosotros, los de a pie, no podemos dejar, rectificando de nuestra edad juvenil, de aplaudir: porque, adem¨¢s, Taranc¨®n, con sus palabras, no s¨®lo hace historia, sino que ah¨ª est¨¢n ciertas familias con sus apelliditos democristianos... Un hombre de la Iglesia ha llamado la atenci¨®n. Por algo antes el obispo hab¨ªa dicho: "Si el PSOE llegara al poder, en la Iglesia espa?ola no pasar¨ªa nada". ?Cu¨¢ntos se rasgan las vestiduras?
5. Y por ¨²ltimo lo para muchos m¨¢s escandaloso: "Ahora la ense?anza de la educaci¨®n en la fe debe fundamentarse en las comunidades cristiana, tambi¨¦n en las escuelas, pero, sobre todo, en las comunidades...". "?Don Vicente!", dir¨¢ m¨¢s de alg¨²n discreto, "que se pasa", que ese "tambi¨¦n" en segundo lugar y ese "sobre todo" en primero es como echar hoy d¨ªa le?a al fuego que m¨¢s quema en la batalla donde se ri?en m¨¢s intereses. Gracias, sin embargo, una vez m¨¢s, por quien no ense?a ni en escuelas ni comunidades, pero otea... Buena lecci¨®n para los que atienden al futuro antes de mirar hacia atr¨¢s.
No hay ni espacio ni raz¨®n para a?adir nada a lo expresado. Me atrevo tan s¨®lo a apuntar que cierto temor en ciertas esferas no va teniendo demasiada actualidad. Y como demostraci¨®n ante ese temorcillo ante los poderes f¨¢cticos, dos nombres de los que m¨¢s se habla: Guti¨¦rrez Mellado y Taranc¨®n, dos ilustres que se nos van, que en cierto modo ya casi son de ayer, pero que ah¨ª est¨¢ su herencia: la que no podemos dejar de poner sobre nuestras cabezas. No; es curioso, dos hombres de tercera edad y jubilados del todo o casi, abren camino. Lectores, ?enhorabuena! (Tambi¨¦n hubo un tercer hombre, viejo ¨¦l y de talante distinto de Taranc¨®n, pero de la misma luminosidad que cuando se iba, pues comenz¨® casi sobre sus cenizas un concilio. Nuestros mayores tienen todav¨ªa vida y por muchos a?os-. Aqu¨¦l se llamaba Juan y dej¨® un concilio al que nos agarramos algunos. Tambi¨¦n puede darse -?y no se est¨¢ dando?- un seudoconcillo nacional cara a los a?oradores. ?Entonces?)
Pues, cardenal arzobispo don Vicente, amigo y padre: en mi nombre y en el de los que conocen tan s¨®lo algo, ?gracias! por estas lecciones y por tanto... ?Nos damos cuenta?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.