Azar¨ªas
Me lo dijo Miguel Delibes en su ¨²ltimo viaje a Madrid:-Ver¨¢s, Paco, de aquellas notas que yo ten¨ªa de un viaje que hicimos a Extremadura, con ?ngeles, hace tantos a?os, me ha salido una novela que estaba ah¨ª, se conoce, latente.
La novela, Los santos inocentes, es una de las mayores obras menores (en tama?o) que ha escrito jam¨¢s Miguel Delibes. Prefiero las novelas cortas de Miguel: El camino, Las ratas, Diario de un cazador, Los santos inocentes, Viejas historias de Castilla la Vieja. Estos grandes narradores a lo ancho, cuando se quedan cortos escriben sobrios, viriles, machos poemas en prosa: El viejo y el mar, de Hemingway. Azar¨ªas, protagonista del ¨²ltimo libro de Miguel, es un personaje que ya desde el nombre nos revela la mezcla judeob¨ªblica que persiste en el macizo central de Espa?a. Azar¨ªas tiene tres virtudes teologales de santo inocente: tiene un p¨¢jaro, no tiene edad (sesenta a?os) y es tonto. Los cr¨ªticos batallones -?todo cr¨ªtico es una mujer en su edad cr¨ªtica?- han archivado a Delibes como autor realista, pero sus grandes personajes son m¨¢gicos: el Nini, ni?o sabio de Las ratas, como Jes¨²s ni?o entre los doctores; el se?or Cayo, campesino centenario y grandioso como Dios Padre con escalera de podar; este Azar¨ªas, con una graja al hombro, milagrosamente descendida.
Azar¨ªas cruza y recruza un paisaje rural de prosa duramente l¨ªrica en el que hay se?ores/ se?oritos feudales (franquismo), criados/encomenderos serviles, juventud hostil, feudalismo y cineg¨¦tica.
Todo queda dicho y no dicho. denunciado sin denuncia, preciso y precioso, como en el ir¨®nico incidente de la alfabetizaci¨®n de los campesinos. El paisaje de Castilla/Extremadura es un paisaje en prosa, como el de Galicia/Santander es un paisaje en verso. Aqu¨ª ha habido, durante los 40/40, tres grandes prosas castellanas: Delibes, Cela, Aldecoa. Todo lo dem¨¢s es experimentaci¨®n, mimetismo, extranjerismo, intelectualismo: levaduras muy necesarias para una literatura en marcha. Pero s¨®lo estos tres nombres han hecho que el castellano no perdiera su andadura entre los arca¨ªsmos imperiales y los mimetismos internacionales (que luego no interesan nada internacionalmente).
Azar¨ªas tiene un p¨¢jaro en el hombro, una graja, una milana, lo que sea -?milana bonita, milana bonita?-, Azar¨ªas es el entendimiento eterno con la naturaleza, el ecologismo de hoy d¨ªa y la ternura en descenso del hombre maduro -Delibes- que va pasando de la mujer al ni?o, del ni?o al animal y que puede llegar, por supuesto, al vegetal y al mineral. Cualquier hombre mayor de cuarenta a?os, que no est¨¦ excesivamente pervertido por la televisi¨®n o la uced¨¦, sabe que es as¨ª, que la ternura masculina se va inclinando hacia la tierra, como hacia la sepultura. Yo, estos d¨ªas, tras leer el libro de Miguel, le digo a mi gato, el Rojito:
-Milana bonita, milana bonita.
Azar¨ªas s¨®lo sabe que tiene un a?o m¨¢s o menos que el se?orito; dependencia metaf¨ªsica de una clase respecto de otra, en lo temporal. Pero esa ignorancia, por contrapartida, le hace a Azar¨ªas eterno. Azar¨ªas es tonto, se orina las manos, cuenta saltando de once a cuarenta y cinco y roba cosas de los coches ?para el se?orito?. Por la sumisi¨®n total ha llegado a la pureza total.
Azar¨ªas, pues, es la met¨¢fora -no la alegor¨ªa, ni el arquetipo, ni la denuncia- del campesinado espa?ol, de la Espa?a agraria, del fondo rural de una sociedad que tuvo un falso sue?o industrial y hoy no nos sirve, como dice Azar¨ªas, ?ni para basta ni para fina?.
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