El duque
El Duque de Su¨¢rez, con su vuelta a las ma?as pol¨ªticas, ha convertido la uced¨¦ en ¨¢guila bic¨¦fala, en monstruo de dos cabezas que miran cada una para un lado. Una cosa entre teratol¨®gica y her¨¢ldica.Los m¨¢s finos dicen que Su¨¢rez no tiene maneras, porque un duque jam¨¢s vuelve, que para eso se le hace duque. Yo creo que, aparte protocolos, Su¨¢rez -el Su¨¢rez actual y conflictual- no es sino una creaci¨®n de Calvo Sotelo. El icono acusador, el ¨¢ngel manierista/falangista nacido de la inhabilidad pol¨ªtica del presidente. Si Calvo Sotelo se lo hubiera montado mejor, repartiendo el ruido y las nueces y la furia del 23-F con m¨¢s-sentido democr¨¢tico, la vuelta de Su¨¢rez no tendr¨ªa raz¨®n de ser. Su¨¢rez (lo tengo escrito otras veces) es el hombre que se parec¨ªa a Orestes, de Alvaro Cunqueiro, y su vuelta s¨®lo la justifica la inseguridad de su sustituto. La otra ma?ana me llamaba el gran maestro Juan Carlos Onetti, muy tempranero, para hablarme indignado de ciertas cartas hispanoamericanas contra m¨ª, publicadas por este peri¨®dico:
-Vos sab¨¦s, Umbral, que te admiro y te tengo por un gran escritor desde que vine a Espa?a.
En Cunqueiro, sobre estar toda la fabulaci¨®n norteatl¨¢ntica (una especie de OTAN de la literatura) de la que ha tomado el mundo entero, incluidos los grandes latinoch¨¦s, en Cunqueiro, digo, est¨¢, adem¨¢s, la verdad de Espa?a, y su hombre que se parec¨ªa a Orestes es Su¨¢rez, un galaico de un poco m¨¢s abajo, de modo que al final de la novela no sabemos (como pasa en Cunqueiro) si es Su¨¢rez o es Orestes.
Calvo Sotelo, que ocupa palco en los estrenos rojos de Buero Vallejo, y luego se va a Almagro a ver a Calder¨®n en el Corral de Come.d¨ªas, supongo que ha le¨ªdo, por gallego y por culto, a Alvaro Cunqueiro. La f¨¢bula del hombre que se parec¨ªa a Orestes le explica muy bien por qu¨¦ vuelve el pr¨ªncipe vengador bajo mil apariencias y encarnaciones pol¨ªticas: porque ¨¦l, Calvo Sotelo, como pr¨ªncipe regente, lo ha hecho mal.
El final que no tiene el libro del maestro no hace tanto tiempo desaparecido (admirable obra abierta), lo tiene Calvo Sotelo en sus manos. Si la derecha movimentista existe, si el martinvill¨ªsmo dur¨¢, si Su¨¢rez es la oposici¨®n dentro de uced¨¦ (m¨¢s inquietante para don Leopoldo que la oposici¨®n oficial de Felipe, con la pegatina de la duda nuclear), todo esto se debe a que Calvo Sotelo no se ha sacado una derecha marchosa, en¨¦rgica con los empresarios, sabia con los proletarios.
S¨®lo gozan de buena salud los muertos que vos mat¨¢is, don Leopoldo, como en Zorrilla, o quien lo dijese. Su¨¢rez, que lo hizo mal de presidente, puede hacerlo muy bien como oposic¨ª¨®n al partido dentro del partido, porque eso es lo suyo y lo que ha hecho toda la vida. Si la uced¨¦ es algo, la uced¨¦ es Su¨¢rez. Cada mochuelo ideol¨®gico se est¨¢ yendo a su olivo (algunos, al huerto de los olivos, que est¨¢ por Mateo Inurria, detr¨¢s del Ya). Calvo Sotelo quiere reunir, a modo de centro-derecha, unos puericantores pol¨ªticamente v¨ªrgenes, como Garrigues, que entonen villancicos en torno de su piano en cuanto la TVE sea totalmente suya y comience, por octubre o as¨ª, con la campa?a navide?a de los turrones, mayormente por tener aplacados y sentimentales a los empresar¨ªos de Ferrer Salat, que est¨¢n fabriles-febriles como nunca.
Me llaman de la tele para un programa sobre Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, para un programa sobre Eugenio d'Ors y as¨ª. Parece que la tele inicia una gran movida cultural. Pero Su¨¢rez sigue siendo mejor locutor que Calvo Sotelo. Y encima es el hombre que se parec¨ªa a Orestes, aunque no haya le¨ªdo a Cunqueiro.
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