Un saldo ganadero disfrazado de concurso
Plaza de Albacete. 17 de septiembre. Corrida concurso. Toros de Tassara, Uranga, Juan Mari P¨¦rez, Matias Bernardos, Bel¨¦n Ord¨®?ez, todos mansos, y cuarto de Los Guateles, que cumpli¨®. Anto?ete: protestas en los dos. Paco Camino: bronca y ovaci¨®n con algunos pitos. Espartaco: aviso con dos minutos de retraso y vuelta, y ovaci¨®n.No hubo que espetar mucho para comprender que, en realidad, no hab¨ªa concurso de ganader¨ªas, ni ¨¢nimo para simularlo. Saldo de toros, limpieza de corrales y gracias. Y los toreros, a repetir lo de todos los d¨ªas, sin importarles en absoluto medir la bravura de las reses. En definitiva, hac¨ªan bien: no hab¨ªa nada que medir.
No hubo que esperar mucho, dec¨ªamos. Ya en la primera vara vimos c¨®mo al toro lo pon¨ªan en suerte al relance, c¨®mo le hac¨ªan la carioca, c¨®mo Anto?ete se colocaba a la derecha del caballo. Ese toro fue un manso declarado. Todos fueron mansos, coceadores, berreones, corretones y respingones declarados, salvo el de Los Guateles.
El de Los Guateles, serio y armado, era un buen toro. No bravo a carta cabal, aunque tom¨® con estilo dos varas, y lleg¨® encastado y noble al ¨²ltimo tercio. Anto?ete lo entendi¨® muy bien, pero no lo tore¨® como las condiciones de su enemigo merec¨ªan. Nos explicaremos: despu¨¦s de doblarse con torer¨ªa, sacarlo a los medios, citar en el terreno preciso, dar la distancia adecuada, etc¨¦tera, el ¨¢nimo no le alcanz¨® a templar los viajes de la res. Salvo en tres o cuatro redondos, la muleta le sal¨ªa siempre rebotada, y en los naturales estuvo desconfiado. A su otro toro -el primer manso declarado de la tarde- no le hab¨ªa podido hacer faena.
Animal muy flojo, que tiraba tarascadas, si le embarcaba con la mano alta recib¨ªa el hachazo a la altura de la pacholeta, y si con la mano baja, le hac¨ªa rodar por la arena. Anto?ete opt¨® por ali?ar. La tarde de Anto?ete ayer fue de fr¨ªa oto?ada. Pero no importa demasiado. Todos sabemos que el oto?o de este impresionante torero florece con facilidad y frecuencia.
Los toros nobles, en el sentido de f¨¢ciles -el de Los Guateles ten¨ªa demasiada casta para considerarlo f¨¢cil- les correspondieron a Camino y Espartaco. El de Camino era un ejemplar de Mat¨ªas Bernardos con embestida codiciosa y un punto violenta. La sabidur¨ªa del tambi¨¦n oto?al diestro de Camas se tradujo en la facilidad con que logr¨® centrarlo en la muleta, y de ah¨ª en adelante todo le fue coser y cantar. Desgranaba redondos suaves y armoniosos, unas veces abierto el comp¨¢s, otras juntas las zapatillas. En ocasiones, los muletazos sal¨ªan superficiales, en alguno aprovech¨® el viaje, pero el toreo bueno se produc¨ªa. La oreja se le escap¨® durante el manejo de la espada. Camino se echaba descaradamente fuera; parec¨ªa que pretend¨ªa correr hacia el hotel. Quiz¨¢ fuera para buscar el frasco de anilinas y completar el medio tinte que se ha dado en la antes canosa pelambrera. Camino, con ese pelo entre goma y tornasol, parece un figurante de El cantar del arriero.
El toro f¨¢cil de Espartaco, un Juan Mari anovillado, le puso en bandeja esa faena seriada que exhibe por todas las ferias, hecha de muchos rodillazos, mont¨®n de derechazos, ah¨ª va el de pecho con la derecha, que ligo con otro por la izquierda, y vuelta a empezar. Una interminable faena de paliza.
Al de Albayda, cojo y sospechos¨ªsimo de afeitado, lo sustituyeron por un invento de Ord¨®?ez -versi¨®n Bel¨¦n- que hu¨ªa de todo, coceaba, berreaba, buscaba tablas, y se acab¨® de descomponer con el macheteo desordenado que le instrument¨® Espartaco. Tan nervioso e inh¨¢bil estaba el torero, que en muchos momentos temimos la cogida. Pero afortunadamente no se produjo. Cogidas, en esta tarde calurosa de feria y merienda, no, por ejemplo, Camino, que la hab¨ªa entrevisto por un extra?o que le hiciera su primer toro, decidi¨® liquidarlo sin contemplaciones. El saldo disfrazado de concurso acab¨® con bien. Menos mal, porque ya esta bien de tragedia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.