Realidad y utop¨ªa de una Escandinavia libre de armas at¨®micas
El creciente temor de que el territorio de Escandinavia quede expuesto a las consecuencias de una confrontaci¨®n nuclear ha suscitado la aparici¨®n de diversos movimientos populares, con acentuada participaci¨®n femenina, que preconizan el desarme,la paz y tambi¨¦n la idea que aboga por la creaci¨®n de una zona libre de tales armas en la regi¨®n. Esta zona ser¨ªa el primer paso para emprender despu¨¦s una acci¨®n similar en el resto de Europa, igualmente amenazada.
Lo que comenz¨® siendo un movimiento limitado de los sectores m¨¢s politizados, aunque de composici¨®n multipartidista, adquiri¨® tal amplitud que aun aquellos dirigentes que hubieran preferido ignorar el problema no han tenido m¨¢s remedio que encararlo, ya sea para impulsarlo o para intentar congelarlo. Hoy es una realidad cotidiana, insoslayable, y todo indica que seguir¨¢ en ascenso. A menos que las conversaciones sobre euromisiles, que comenzar¨¢n en noviembre en Ginebra entre los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos y la URSS, desemboquen en alg¨²n compromiso.La idea de crear zonas preservadas de la guerra nuclear, tanto en el Este como en el Oeste, tiene varios antecedentes.
Plan de neutralizaci¨®n
A finales de los a?os cincuenta Adam Rapacki, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, propuso un plan de neutralizaci¨®n at¨®mica de Europa central, que llev¨® su nombre y fracas¨® por la oposici¨®n de Estados Unidos y el Reino Unido, que adujeron que el verdadero objetivo era impedir el estacionamiento de armas nucleares en Alemania Occidental y asegurar la superioridad del bloque del Este.
Algunos a?os m¨¢s tarde, en 1961, se conoci¨® el "Plan Unden"cuyo autor fue el ex ministro de Asuntos Exteriores de Suecia Osten Unden. Este propuso en las Naciones Unidas la formaci¨®n de un llamado "Club libre de armas at¨®micas", compuesto por todos aquellos Estados que no las poseyeran. Tambi¨¦n se apuntaba la idea de crear zonas desnuclearizadas en ¨¢reas menos pol¨¦micas, como Africa, Latinoam¨¦rica, Australia y el norte de Europa.
En 1963 fue el presidente de Finlandia, Urho Kekkonen, quien dio a conocer el plan que tambi¨¦n lleva su nombre y que, con algunos ajustes, contin¨²a a¨²n hoy en el tapete de la discusi¨®n. Consiste en que los pa¨ªses n¨®rdicos y sus aguas territoriales deben entrar en una zona libre de armas nucleares, -independientemente de que ¨¦sta pueda hacerse extensiva a otras ¨¢reas. En 1978, hablando en Estocolmo, Kekkonen sugiri¨® la posibilidad de vincular su plan a las negociaciones SALT o a otras previstas sobre armas at¨®micas en Europa.
Desde entonces hubo otras iniciativas similares, entre ellas la de Alva Myrdal, la representante de Suecia en la comisi¨®n de desarme de las Naciones Unidas, cuya n¨®mina ser¨ªa muy larga de enumerar. Hubo un hecho que sirvi¨® de incentivo a la inquietud latente: fue la decisi¨®n de la OTAN, en diciembre de 1979, en Bruselas, de modernizar el arsenal at¨®mico de Europa occidental introduciendo los cohetes de medio alcance del tipo Pershing II y Cruise. La protesta contra la decisi¨®n de la OTAN se hizo sentir en varios pa¨ªses. En el Norte alcanz¨® su mayor intensidad en Noruega, donde el Gobierno -entonces socialdem¨®crata- hizo suya la propuesta, incluida en el programa del Partido de los Trabajadores, de trabajar a favor de una "zona libre" como parte de un objetivo mayor consistente en reducir las armas nucleares en toda Europa.
Posteriormente, en mayo de 1980 se desarroll¨® una reuni¨®n conjunta de los partidos socialdem¨®cratas escandinavos y organizaciones sindicales, cuyos participantes se pronunciaron en el mismo sentido. Pronunciamiento que fue reiterado por dichos partidos en agosto de este a?o.
Un nuevo elemento pol¨¦mico seagreg¨® a mediados de este a?o, cuando la Prensa finlandesa recogi¨® unas declaraciones de Le¨®nidas Breznev en las que el dirigente sovi¨¦tico aceptaba mantener conversaciones sobre el tema, incluyendo las zonas del B¨¢ltico y la pen¨ªnsula de Kola.
La noticia fue recibida en los medios escandinavos con sorpresa y satisfacci¨®n no exentas de escepticismo. En estos d¨ªas, un alto funcionario de la canciller¨ªa sueca discuti¨® el tema en Mosc¨², pero con absoluta discreci¨®n.
Oposici¨®n norteamericana
La reacci¨®n a esta ola antibelicista, que conmueve no s¨®lo a los pa¨ªses n¨®rdicos, como lo ha podido comprobar el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, en su reciente viaje a la Rep¨²blica Federal de Alemania, no se hizo esperar. En una entrevista con su colega noruego, Knut Frydenlund, el pasado mes de julio, fue el propio Haig quien le comunic¨® la tajante oposici¨®n de su pa¨ªs al proyecto de zona n¨®rdica desnuclearizada. Haig argument¨® que tal proyecto podr¨ªa entorpecer las negociaciones previstas con la URSS sobre el estacionamiento de armas nucleares en Europa y podr¨ªa dificultar la coordinaci¨®n defensiva de los pa¨ªses de la OTAN. Tambi¨¦n se entrevist¨® Haig con el ministro de Exteriores de Suecia, Ola Ullsten.
En s¨ªntesis no hay, como se desprende de lo dicho, un proyecto articulado. Pero la idea de que el territorio europeo ha sido escogido para descargar sobre ¨¦l, si llega el momento tan temido gran parte del arsenal at¨®mico sovi¨¦tico y norteamericano toma cuerpo y se expresa cada vez con m¨¢s fuerza.
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