Contra la devaluaci¨®n de la peseta
LOS DIAGNOSTICOS sobre la posible evoluci¨®n de la peseta son un¨¢nimes: la devaluaci¨®n no tendr¨¢ lugar. Pero las razones oficiales y las de los comentaristas privados son absolutamente divergentes. Por el lado oficial se argumenta la no devaluaci¨®n bas¨¢ndola en una relativa mejora de la balanza comercial y en un nivel de inflaci¨®n m¨¢s satisfactorio que el de Italia. Y, por otro lado, en una confianza sobre la prudente gesti¨®n de nuestra econom¨ªa, superior a la de Francia. Aqu¨ª no hay salida masiva de capitales, sino que, por el contrario, las entradas de capitales compensan el d¨¦ficit de cuenta corriente, es decir, la diferencia entre lo que se paga por las importaciones y lo que se Ingresa por las exportaciones de mercanc¨ªas y servicios. Es cierto que se ha registrado un crecimiento de las exportaciones en los dos ¨²ltimos meses. Pero una gran parte del mismo se explica por una recuperaci¨®n de las ventas de alimentos, mientras contin¨²a la ca¨ªda de las exportaciones de manufacturas de consumo, que fueron el gran motor de nuestras ventas exteriores. El resultado neto de la cuenta de servicios, sin embargo, se est¨¢ deteriorando r¨¢pidamente por el fuerte incremento de los pagos por los intereses de la cuantiosa deuda que se han ido acumulando para financiar el desequilibrio exterior desde la ¨¦poca en que los ¨²ltimos Gobiernos del general Franco decidieron que el alza del petr¨®leo ten¨ªa un car¨¢cter pasajero. En contrapartida, estamos asistiendo a una fuerte ca¨ªda de las importaciones en t¨¦rminos reales, es decir, en toneladas, en parte por motivos coyunturales derivados de la aton¨ªa de la actividad y, en parte tambi¨¦n, porque los altos precios del petr¨®leo y la menor renta disponible est¨¢ reduciendo nuestras necesidades de importaci¨®n procedentes de la OPEP. Estas diversas razones pueden determinar que a fines de este a?o el d¨¦ficit de la balanza de pagos por cuenta corriente no sea muy superior a los 5.000 millones de d¨®lares que se registraron en 1980.
Otros comentaristas, sin embargo, menos complacidos, ven las cosas de distinto modo: las exportaciones espa?olas han venido perdiendo competitividad en los dos ¨²ltimos a?os y naturalmente nuestra participaci¨®n en los mercados internacionales se ha reducido. La disminuci¨®n de las importaciones ser¨ªa, no obstante, factor que compensar¨ªa al anterior. A los tipos de cambio vigentes, las importaciones resultan caras, pero, a la vez, no puede olvidarse el fuerte proteccionismo administrativo encubierto que a¨ªsla a nuestro sistema productivo. Quiz¨¢ si las mercanc¨ªas liberadas lo fueran realmente, muchos sectores quedar¨ªan barridos por la competencia internacional a los actuales niveles del cambio de la peseta.
Lo verdaderamente dram¨¢tico, sin embargo, es que quienes defienden un tipo de an¨¢lisis como el anterior desaconsejan tambi¨¦n cualquier veleidad devaluatoria mientras el pa¨ªs viva sin pol¨ªtica econ¨®mica. La devaluaci¨®n, si no va acompa?a da de una correcci¨®n en la relaci¨®n precios-salarios y de una dr¨¢stica reducci¨®n del d¨¦ficit del sector p¨²blico s¨®lo traer¨¢ m¨¢s inflaci¨®n; se encarecer¨¢n las importaciones y no se proporcionar¨¢n suficientes est¨ªmulos a las empresas exportadoras como para acometer un esfuerzo sostenido a medio plazo. En definitiva, el acuerdo parece un¨¢nime: por el momento, la peseta no se devaluar¨¢, por lo menos de manera apreciable, respecto de sus niveles actuales.
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