Walessa, Walessa
Viendo Wielopole, Wielopole, con su creador, Kantor, en escena, comprendemos por v¨ªa po¨¦tica (siempre la m¨¢s profunda, corta y larga, la que llega m¨¢s lejos porque se queda m¨¢s cerca, dentro de uno) lo que es y ha sido Polonia, ahora y siempre, entre la barbarie b¨¢rbara de Rusia y la barbarie civilizad¨ªsima de Alemania.Por la historia de una familia (que pudiera ser una familia espa?ola), admirablemente esquematizada/ expresada, seguimos la historia compleja, infeliz y contradictoria de un pa¨ªs como el nuestro y tantos peque?os pa¨ªses europeos, enloquecidos entre la cruz y la guerra, entre la Iglesia y las armas, casi siempre invasoras (incluso las propias). Por la historia autobiogr¨¢fica que cuenta/inventa Kantor comprendemos a Walessa mucho mejor, lo comprende cualquier espectador del Mar¨ªa Guerrero: socialista dependiente del Papa, patriota dependiente de la UR.SS, obrero que busca y encuentra ayuda en los patronos del mundo. Son ellos, somos nosotros, es la historia de invasiones y guerras civiles que podr¨ªa contar cualquier espa?ol. Walessa/Walessa, al que hace poco hemos visto en las fotos de Prensa arrodillado, esperando un milagro o propici¨¢ndolo, motivando esa enc¨ªclica de Wojtyla que no se sabe bien si, va contra Ferrer Salat, contra Reagan o contra Breznev. Nuestros socialismos siempre ser¨¢n as¨ª, confusos de cielismo, duda entre Cristo y Marx (que no se excluyen), y nuestros patriotismos (fronteras interiores) siempre ser¨¢n as¨ª: duda de si hay Espa?a, cuando hay tanta.
Viejos pa¨ªses peque?os de esta Europa, con dos condicionantes exteriores y dos condicionantes interiores. Los interiores son Iglesia y guerra (civil). La Iglesia es siempre el ?partido del extranjero? (Roma), como dec¨ªa De Gaulle del comunista, de modo que divide a un pa¨ªs, aunque de buena fe pretenda unirlo, porque supone ingerencia (y hablo de pa¨ªses cat¨®licos sociol¨®gicamente, claro, pues si no, no habr¨ªa caso). De este ?partido del extranjero? (tan interiorizado como cristianismo, tan romano como catolicismo) nacen guerras civiles inevitablemente, y nada vincula tanto a la latente/ permanente guerra mundial como una guerra en casa (Espa?a, 36/39). Luego est¨¢n los condicionamientos exteriores: Alemania y Rusia, antes, estaban muy cerca de Polonia. Estados Unidos y Rusia, ahora, est¨¢n muy cerca (tecnolog¨ªa) de todas partes. Ya todos somos vecinos, cuando no hoteleros, de las grandes potencias. Dicen Freud y Rof Carballo que el ni?o, cuando se queda a oscuras en la cama, se inventa que el osito de trapo es ¨¦l, y ¨¦l, el ni?o, es la madre, su madre ausente en la noche. Necesita tanto a la madre que la sustituye: ¨¦l es la madre y el osito es ¨¦l. Los peque?os pa¨ªses, cuando se ven presionados/invadidos por los grandes, deciden que el pa¨ªs invasor son ellos mismos, engrandecidos, se integran en el todo, en una supuesta causa com¨²n, para ignorar que est¨¢n privatizados. Se necesitan tanto a s¨ª mismos que llegan a identificarse con el gigante que les ha privado de s¨ª mismos. Nosotros, los espa?oles, ¨¦ramos los alemanes triunfantes por Europa (guerra mundial), porque no era posible soportar tanta presi¨®n e insolencia de Alemania. Esto explica muchos colaboracionismos ?de buena fe?. La otra presi¨®n exterior, la abiertamente enemiga, no hace sino. echarnos en brazos del enemigo/amigo: Hitler o Reagan.
Espa?a/ Espa?a. Walessa / Walessa. Le he o¨ªdo a Sartorius, por una radio de taxi, matizar muy finalmente sus identificaciones/diferencias con Solidaridad polaca. Iba yo camino del teatro. En el teatro est¨¢ Polonia m¨¢s clara: tan clara que se ve Espa?a.
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