Yves Montand vuelve a cantar, tras trece a?os de silencio
Veintiocho canciones son la base de su espect¨¢culo en Par¨ªs
Anteanoche, cuando el fen¨®meno sociol¨®gico denominado Julio Iglesias repart¨ªa su ¨²ltima raci¨®n de chame desde el escenario del Palacio de los Congresos parisiense, otro fen¨®meno, de naturaleza diferente, en el templo del music-hall, el teatro Olympia, inspiraba el recogimiento cuasirreligioso a sus feligreses: Yves Montand, a los sesenta a?os de edad, despu¨¦s de trece dedicados exclusivamente a sus tareas cinematogr¨¢ficas, con veintiocho canciones, de un tir¨®n, durante una hora y tres cuartos, ha levantado ampollas de admiraci¨®n.
Nacido en Monsumano (Italia), de unos padres fabricantes de escobas, trasladado inmediatamente a Marsella, huyendo del fascismo, ni?o pobre, peluquero, pe¨®n en unos astilleros, mozo gallardo, proletario, aprendiz de cantante, novato provinciano que sube a Par¨ªs en busca de la gloria, encuentro fructuoso con aquella cumbre del desgarro parisiense que se llam¨® Edith Piaf y, despu¨¦s todo absolutamente todo: la canci¨®n, el cine, con El salario del miedo, el compromiso pol¨ªtico, la imagen del intelectual c¨¦lebre, enamorado del comunismo, primero, militante de todas las causas, decepcionado despu¨¦s de las ideolog¨ªas, m¨ªstico independiente de la justicia, millonario, ¨ªdolo, amado de las mujeres por su facha, y de los hombres por su independencia y por sus contradicciones.Todo esto es lo que hace falta en Francia para que las revistas del coraz¨®n, las pol¨ªticas, las de derechas, las de izquierdas, conviertan la reaparici¨®n de Montand en un acontecimiento que quedar¨¢ en los anales pol¨ªtico-social-art¨ªsticos de la Francia miterrandista.
Montand va a cantar durante tres meses en el Olympia. Pero, de antemano, el teatro ya vendi¨® todas las entradas desde que, hace seis meses, fue anunciado el recital.
El mito Montand, en este pa¨ªs, es la suma del cantante, del actor cinematogr¨¢fico y teatral, del intelectual apasionado e independiente, y del hombre que estuvo en los brazos de Marylin Monroe Tras la liberaci¨®n inici¨® su fulgurante carrera esc¨¦nica, que inmediatamente mezcl¨® a la pol¨ªtica.
Nunca fue militante comunista, pero al lado de su esposa, Simone Signoret, abraz¨® las batallas del PCF hasta que la desestalinizaci¨®n y las invasiones sovi¨¦ticas, de los pa¨ªses del Este, le convirtieron en un renegado. Y esto, tras una gira c¨¦lebre por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, culminada con una conversaci¨®n de cinco horts con Jruschov. El antifranquismo fue una de sus dianas, viajando a Madrid, de donde fue expulsado en 1975, y colaborando con Jorge Sempr¨²n en la serie de pel¨ªculas iniciada con La guerra ha terminado. Si Montand fuese escritor, anteayer hubiese entrado en la Academia Francesa. Pero corro e s un saltimbanqui ilustrado, y lozano, esa iglesia de la austeridad nacional gala que es el diario independiente Le Monde le dedic¨® tres p¨¢ginas enteras, que titul¨® El tiempo de un hombre.
Seg¨²n Le Monde, ?el cantante es un caso ¨²nico en la canci¨®n francesa?, un hombre que ?con plenitud y sencillez? ha afrontado las realidades del mundo y se ha hecho preguntas de manera radical para ser fiel a s¨ª mismo. Su nuevo repertorio no es ajeno a esa manera de ser.
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