Inventario de problemas para la futura Xunta de Galicia (II)
En el art¨ªculo anterior se defendi¨® la necesidad de que el Gobierno gallego adopte modelos de decisi¨®n eficientes, notablemente alejados de las pr¨¢cticas de la Administraci¨®n local, si realmente pretende influir eficazmente, regular y planificar los grandes procesos regionales de cambio.Nos corresponde ahora se?alar que no es esta una tarea f¨¢cil para las autoridades regionales. Oponi¨¦ndose a ella existen ciertamente obst¨¢culos de mucha entidad, que van desde la inercia de las organizaciones burocr¨¢ticas heredadas a la no disponibilidad del soporte t¨¦cnico necesario para la aplicaci¨®n de los principios de una racional administraci¨®n econ¨®mica regional. Pero estos problemas son tan importantes que bien merecen ser objeto de alguna atenci¨®n especial.
Es evidente que durante el per¨ªodo de transici¨®n la comunidad aut¨®noma gallega, como cualquier otra de las que se constituyan, deber¨¢ enfrentarse a una grave insuficiencia de capacidad t¨¦cnica propia en cuanto a la adopci¨®n de los modelos de direcci¨®n y decisi¨®n que hemos defendido, y m¨¢s concretamente, para la elaboraci¨®n de los planes regionales e incluso los proyectos espec¨ªficos de desarrollo y equipamiento.
En efecto, los recursos humanos que ser¨¢n transferidos a las comunidades aut¨®nomas, procedentes de las administraciones perif¨¦rica del Estado y local, no aportar¨¢n, salvo casos muy excepcionales, personal en n¨²mero, cualificaci¨®n y experiencia adecuadas para la constituci¨®n de los equipos necesarios para la generaci¨®n de programas y proyectos de desarrollo. en cantidad y con niveles de calidad satisfactorios.
Esto puede derivar en un aut¨¦ntico estrangulamiento de las posibilidades, en principio abiertas por la reorganizaci¨®n auton¨®mica del Estado, a la intensidad y reorientaci¨®n del desarrollo regional.
En efecto, de mantenerse el cuasimonopolio de la Administraci¨®n central en cuanto a competencia t¨¦cnica en la elaboraci¨®n de planes y proyectos, ?los dep¨¢rtamentos inversores?, como advierten Fern¨¢ndez Rodr¨ªguez y L¨®pez Nieto- se hallar¨ªan, en condiciones de imponer silenciosamente el grueso de la pauta de las inversiones p¨²blicas, emanada de sus propios planteamientos?, como si las comunidades aut¨®nomas no existieran o carecieran de otra trascendencia que la de producir s¨®lo proyectos de peque?a envergadura, irrelevantes para una transformaci¨®n del modelo de desarrollo regional.
Mecanismos de colaboraci¨®n
Una v¨ªa posible para remontar inicialmente este dif¨ªcil problema consiste en el adecuado dise?o de mecanismos de colaboraci¨®n entre las comunidades y los- organismos apropiados de los ministerios inversores de la Administraci¨®n central (Direcci¨®n General de Acci¨®n Territorial y Urbanismo, Centro de Estudios de Ordenaci¨®n Territorial y Medio Ambiente, etc¨¦tera), en los que los segundos limitar¨ªan su funci¨®n'a la de prestar sus servicios a modo de asesor¨ªa t¨¦cnica, reserv¨¢ndose la adopci¨®n de decisiones y orientaci¨®n general de los proyectos a la propia comunidad. Obviamente, el recurso provisional a equipos t¨¦cnicos externos a los organismos auton¨®micos puede extenderse a otras entidades, como instituciones universitarias, sociedade's consultoras p¨²blicas, semip¨²blicas o privadas, etc¨¦tera.
Pero aun en el caso de que las difl cultades anteriores -de car¨¢cter primordialmente t¨¦cnico- pudiesen ser superadas, restar¨ªa todav¨ªa un factor que podr¨ªa desanimar a las autoridades regionales en la adopci¨®n de una pol¨ªtica racional de administraci¨®n econ¨®mica. Se trata del coste pol¨ªtico que para ellos podr¨ªa seguirse de tal pr¨¢ctica, y sus efectos de disuasi¨®n, pensamos, pueden ser notables:
En efecto, el estancamiento o lento crecimiento de los recursos reales asignados a la provisi¨®n de servicios p¨²blicos, que probablemente caracterizar¨¢ a los pr¨®ximos a?os de recesi¨®n econ¨®mica generalizada, tiene como consecuencia inmediata el que la implantaci¨®n de nuevas actividades o programas se asocie inevitablemente con la reducci¨®n de otras ya en funcionamiento. Por ello, la innovaci¨®n (fruto seguro de una planificaci¨®n regional tal como se defiende aqu¨ª) habr¨¢ de enfrentarse a la tenaz resistencia de.quienes se benefician o administran determinados servicios p¨²blicos preexistentes, ya que la readjudicaci¨®n de recursos supondr¨¢,la contracci¨®n del nivel de prestaci¨®n de aquellos servicios.
Juan R. Quint¨¢s es catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica en la Universidad de Santiago de Compostela.
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