La amenaza terrorista
FERNANDO SAVATERDel futuro poco puede decirse, salvo que vaya usted a saber. Los expertos, sin embargo, tienen mejor opini¨®n y a ella debemos remitirnos la gente de a pie, aunque esc¨¦pticos. Una de las cosas m¨¢s ciertas del incierto futuro, seg¨²n los expertos, es que se avecina una gran ofensiva de ETA.
Ros¨®n, experto m¨¢ximo en cuestiones de terrorismo et pol¨ªr cause, nos lleva amenazando con ella todo el verano; a?ad¨ªa de este modo un punto necesario de zozobra al demasiado despreocupado ocio playero. Nada m¨¢s l¨®gico, por supuesto, que un ministro del Interior actuando corno voz de la conciencia.
La rentr¨¦e multiplic¨® las se?ales de alarma: generales que se van pero se quedan, comandos informativos a los que nadie sabe qui¨¦n informa... El Gudari Eguna, que se supon¨ªa d¨ªa D de la gran ofensiva, pas¨® sin mayores incidentes. ?Guerra de nervios? Por fin, el atentado al marqu¨¦s de la Ensenada cumpli¨® relativamente las previsiones ominosas, aunque no del todo: se sigue en estado de alerta, porque el mal no descansa, no puede descansar.
Esta tensi¨®n nos ilustra bastante bien sobre la ambigua funci¨®n que cumple el terrorismo el las complejas condiciones de los actuales estados europeos tentados por esa forma antidemocr¨¢tica de autoritarismo llamada democracia fuerte. Por un lado, por supuesto, hay una preocupaci¨®n perfectamente leg¨ªtima y respetable por la posible p¨¦rdida de vidas humanas (?l¨¢stima que tan elevado sentimiento no se cultive siempre con la misma asiduidad, se trate de las v¨ªctimas de atentados terroristas, o de los muertos por errores policiales, por envenenamientos causados por fraudes alimentarlos, o por la situaci¨®n desesperante de las c¨¢rceles, etc¨¦tera!), as¨ª como el temor a las consecuencias pol¨ªticas de provocaciones irresponsables que agravan la situaci¨®n coactiva en que vivimos sin facilitar v¨ªas emancipadoras. Pero tambi¨¦n se constata una especie de desaz¨®n ante la posibilidad de que el chivo expiatorio terrorista dejase de prestar sus ¨²tiles servicios de aglutinante de las iras nacionales y coartada de los conservadores (ahora llamados liberales) de toda laya. Como en la cubierta heroica del Victory, el Estado espera que cada cual cumpla con su deber, y el de los terroristas es convertirse en fuente de terror, hasta el punto de poder atribuirles todos los terrores. Por supuesto que la l¨®gica militar continuar¨¢ funcionando, y los gudaris, etarras, para seguir siendo lo que son, seguir¨¢n haciendo lo que hacen, sin pensar que quiz¨¢ fuesen m¨¢s fieles a lo que fueron dejando de hacerlo. Es lamentablemente probable que los expertos tengan raz¨®n y que la gran ofensiva termine por producirse. Pero, ?y si de pronto ETA decidiese hacer terrorismo aut¨¦nticamente profundo y dejase de actuar? ?Y si su gran ofensiva consistiese en no volver a dar se?ales de vida durante meses o a?os? Quiz¨¢ no pudiera asestarse golpe mayor a los poderes f¨¢cticos de este pa¨ªs y sus apologetas y justificadores. ?Es pura paradoja insinuar que nada podr¨ªa desestabilizar mejor a la democracia que quieren ciertos se?ores que privarles bruscamente de los desestabilizadores que la excusan?
Si la gran ofensiva de ETA consistiese en no llevar a cabo ofensiva alguna, puede que las perspectivas pol¨ªticas del pa¨ªs se clarificaran bastante y ciertos problemas adquirieran todo el relieve que merecen. Durante un mes o dos se intentar¨ªa seguir hablando de lo que se prepara en la sombra, pero pronto la gente se distraer¨ªa del asunto. Y se centrar¨ªa en cualquier horror subsidiario, de ¨¦sos que es tan dif¨ªcil manejar progubernamentalmente (y que tampoco parece que vayan a ser resueltos por quienes ahora han descubierto la viej¨ªsima y falaz doctrina liberal que encandil¨® a los m¨¢s tontos o c¨ªnicos de los abuelos de nuestros abuelos): lo del aceite de colza, por ejemplo, que lleva v¨ªas de causar muchas m¨¢s muertes que ETA en toda su historia, o la miserable situaci¨®n de las c¨¢rceles, donde es preciso que alguien se cuelgue o se abra las venas para que el p¨²blico se entere de que hay terrores de los que el terrorismo no es culpable, sino resultado; o el juicio de los golpistas del 23-F y sus innumerables ramificaciones: ?c¨®mo va a poder absolverse a tan gallardos caballeros si ETA no echa una mano a sus abogados defensores? Y para qu¨¦ hallar de la patente miseria del retroceso auton¨®mico, mientras arrecian los ilustrados rebuznos contra el cantonalismo por cosmopolitas de coca-cola y zapatillas; o nuestro arriendo a la OTAN, propugnado por sabios historiadores realistas cuya profunda visi¨®n pol¨ªtica consiste en contar los tanques rusos desde la cubierta de los portaviones americanos; o los enjuagues y desmantelamiento de la ley de Autonom¨ªa Universitaria, tan deficientita ella, por quienes ni ese m¨ªnimo y, dudoso valladar a sus privilegios eternos est¨¢n dispuestos a consentir.
La gran ofensiva de ETA evitar¨ªa al Gobierno muchas primeras planas desagradables, ayudar¨ªa a lo m¨¢s estatista de la oposici¨®n a llevar con alivio el calvario de sus contradicciones y ambig¨¹edades, brindando de nuevo la coartada a que maliciosos, golpistas, e in¨²tiles son, por lo visto, irremediablemente adictos.
?L¨¢stima que quienes dicen querer acabar con el sistema inicuo vigente piensen con la misma cabeza y principios semejantes que quienes lo defienden!.
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