La pomada
La cosa es estar o no estar en la pomada. El tema es ser de la pomada. Alonso Puerta, que iba de sociorrojo, de pronto se ha metido en la pomada y ya todos los partidos le cantan en la ventana consistorial. Se le ha visto con Ram¨®n Tamames en el Mau-Mau (ah¨ª s¨ª que hay pomada selecta), en chick to chick a tope. La pomada es la Nomenklatura en cheli.
Jos¨¦ Hierro, que nunca ha estado ni quiere estar en la pomada, lo tiene claro y lo dej¨® claro en su discurso del peque?o pr¨ªncipe (que no era mejor poeta Saint-Exupery). Otra vez un poeta, como cuando Espronceda, pega el aldabonazo en los cuarteles. No nos hab¨ªa ocurrido desde Espronceda, porque lo que pasa es que estamos en un nuevo romanticismo y en unas nuevas Cortes de C¨¢diz, que lo que vuelve no es la II Rep¨²blica coronada, como teme la ultranza, sino la primera, que entra por C¨¢diz con la autonom¨ªa andaluza y Antonio Gala jurando bandera, la bandera que bordaba Marianita Pineda, supongo, aunque ahora tenemos un Pedrosa bajito de flequillo que ¨¦se s¨ª que est¨¢ en la pomada: Mart¨ªn Villa. La pomada de hoy no es la crema de ayer, que mis antecesores sacaban en sus columnas de sociedad, en un Madrid entre dos siglos verdaderamente novelable. La crema era como m¨¢s pasiva, fotogr¨¢fica, excursionista y de hacerse muchos daguerrotipos. La pomada es activa, marchosa y cambiante. El tema no es estar en la uced¨¦, el PSOE, la Alianza o el rollo. El tema es estar en la pomada.
El carlismo ya no est¨¢ en la pomada (Rimbaud vivi¨® la tentaci¨®n de venir a Espa?a para luchar junto al carlismo), porque se ha hecho socialcristiano, y Rosa Montero saca a don Hugo en plan museo dominical de cera. La ultranza manhatt¨¢nica tipo Azca ha recrudecido con mucho el extremismo montaraz de los viejos caudillos carlistas.
La pomada tampoco es la colza, pero hay personal de la colza en la pomada, y por eso el Gobierno no se orienta y los cementerios se ponen de pie todos los d¨ªas. Aqu¨ª, ya, no gobierna el Gobierno ni la Oposici¨®n, ni P¨ªo Cabanillas, que es el que tiene m¨¢s costumbre: aqu¨ª quien gobierna de nuevo es la pomada, que los analistas sociol¨®gicos llaman oligocraciarqu¨ªa, s¨®lo por ponerse pedantes, porque la pomada tampoco es exactamente eso, o es eso m¨¢s la salsa/Giralda que le echa Lucio. Despu¨¦s de la revoluci¨®n pendiente, la Plaza de Oriente, dos elecciones generales y unas municipales, varios refer¨¦ndums y una Constituci¨®n, volvemos a lo de toda la vida: la pomada. Ferrer Salat, que ese s¨ª que est¨¢ en la pomada, se encampana con Calvo Sotelo, porque no hasta con ser de derechas (en realidad las ideas dan igual), sino que la mujer del C¨¦sar tiene que parecer de la CEOE, o sea, de la patronal. Don Jos¨¦ Luis Alvarez, que entr¨® en la pomada por la alcald¨ªa, ha reaparecido en una ben¨¦fica del Siglo Veintitantos diciendo que la derecha est¨¢ gastada y la izquierda es marchosa, pero fea, o sea, que la pomada est¨¢ en el centro. La pomada se ha ido a Galicia a ganar unas elecciones, quiz¨¢ por ganar Espa?a a cachos. que las generales les tienen en un grito y de los idus de marzo siempre sale alguno acuchillado con papel de barba, seg¨²n acaba de pronosticar Thorton Wilder, un autor muy le¨ªdo por la derecha, que hasta le dejaba la censura, cuando el R¨¦gimen.
Fraga, bajo palio en su tierra, ya no est¨¢ en la pomada, que se le ha ido F¨¦lix Pastor y se, ha llevado el sable. Los Ros¨®n, Camu?as, Mefl¨¢ (almuerza en Sixto), Sahag¨²n, Font¨¢n, Landelino, Hache de Mi?¨®n y as¨ª son ahora la pomada. Sacan de estrella invitada a Robles Piquer, que es el eterno retorno en yerno y lleva siglos haciendo de involucionismo ilustrado. Ahora queda como B¨¢rbara Rey entre los leones del Congreso.
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