L¨®pez Cobos pone orden y claridad en el "Fausto" de Berlioz

No es de extra?ar que un director vocacionalmente oper¨ªstico como es L¨®pez Cobos base a menudo sus conciertos sinf¨®nicos en obras de car¨¢cter poem¨¢tico, con importante carga, literaria o dram¨¢tica. Reciente a¨²n una espl¨¦ndida Sinfon¨ªa Dante, Jes¨²s L¨®pez Cobos eligi¨® para el concierto inaugural de la Orquesta y Coro Nacionales una partitura de clasificaci¨®n problem¨¢tica -La condenaci¨®n de Fausto, leyenda dram¨¢tica-, pero que acaso quede m¨¢s cerca del g¨¦nero oper¨ªstic¨® que del oratorio. El maestro zamorano tiene previsto dirigir en su Opera de Berl¨ªn una representaci¨®n de la misma, con lo que deja fuera de toda duda su visi¨®n de la pieza de Berlioz como m¨²sica teatral.

Ser¨ªa est¨¦ril extenderse sobre estas consideraciones gen¨¦ricas. Lo que resulta evidente es que la partitura del m¨¢s genial compositor franc¨¦s rom¨¢ntico posee atractivo e inter¨¦s en proporciones alt¨ªsimas. Uno no puede dejar de manifestar que prefiere esta m¨²sica llena de problemas, imperfecta si se quiere, a otras objetivamente m¨¢s redondas, peto mucho menos ricas en sugerencias y emociones. Por lo dem¨¢s, la mayor parte de los problemas, de la condenaci¨®n de Fausto habr¨ªa que justificarlas en base a lo ut¨®pico del propio planteamiento: poner en m¨²sica el Fausto, como el Quijote o Hamlet es, en teor¨ªa -y la historia lo demuestra-, algo poco menos que inalcanzable. Con el intento de Berlioz no se produjo el milagro, pe-ro la partitura resultante contiene aciertos expresivos, dram¨¢ticos, mel¨®dico-arm¨®nicos e instrumentales que admiran.

La versi¨®n de L¨®pez Cobos posee, ante todo, la virtud de la claridad, del orden riguroso. No solamente estuvo todo en su sitio, sino que tuvimos la sensaci¨®n de que ni un solo comp¨¢s hab¨ªa sido considerado de paso. Una versi¨®n superficial nos impulsar¨ªa ahora a recordar momentos particularmente logrados: sin duda, los pasajes que tantas veces se interpretan aisladamente o aquellos de m¨¢xima tensi¨®n dram¨¢tica; pero no es este el caso, felizmente, porque hubo un puls¨® musical y expresivo mantenido, unitario, y creo que este es el mejor elogio que podemos hacer de la interpretaci¨®n de L¨®pez Cobos.

En una consideraci¨®n global, m¨¢s nos gustaron los conjuntos de casa que las actuaciones solistas. Si el catal¨¢n Enric Serra defendi¨® con acierto el corto pero dif¨ªcil papel de Brander, los dos protagonistas masculinos quiz¨¢ no lograron convencer plenamente en sus encarnaciones de Fausto y Mefist¨®feles: el tenor ingl¨¦s Kenneth Collins hubo de forzar sus posibilidades vocales y anduvo algo apurado en algunos momentos especialmente exigentes de la partitura (d¨²o con Margarita, Invocaci¨®n a la naturaleza), sobre todo en el registro agudo; el bar¨ªtono finland¨¦s Walton Gr¨®nroos cant¨® con buen gusto, pero acaso no sea la voz ideal para Mefisto, quedando el personaje un poco falto de garra. Lo mejor del grupo, solista lo dio la mezzo estadounidense Florence Quivar, sin problemas en su papel, que hizo una Margarita de gran exquisitez musical. En la cuarta parte de la obra intervino, con pleno acierto, el coro infantil Virgen de Mirasierra, preparado por el propio titular del Coro Nacional, Jos¨¦ de Felipe.