Tres variaciones sint¨¦ticas
Quienes saben dicen que los hombres del futuro son los hombres-s¨ªntesis. Al menos, son los hombres del futuro en el futuro del partido que nos gobierna, que no sabemos si ser¨¢ el partido que nos gobierne en el futuro. Unos personajes pol¨ªticos que re¨²nan dentro de s¨ª el talante liberal, el humanismo cristiano y el reformismo socialdem¨®crata. Es lo que llaman un todo terreno, o, en otras palabras, "el que vale lo mismo para un barrido que para un fregado". (En el suelo de Espa?a, al contrario de lo que aconseja la buena l¨®gica del aseo dom¨¦stico, suelen organizarse primero los fregados y luego vienen los barridos).Esta idea de s¨ªntesis estaba en el origen del partido que nos gobierna, seg¨²n los relatos de sus ex¨¦getas. Los escrituristas recuerdan, en efecto, aquella frase fundacional que m¨¢s o menos ven¨ªa a decir que el centro reun¨ªa lo bueno de la derecha y lo bueno de la izquierda. Frase que un incorregible optimismo panglosIano nos llev¨® a aceptar. Y acaso lo hac¨ªamos con ayuda de la historia, pues aunque el devenir de ¨¦sta siempre se empe?a en demostrar que no hay nada -por malo que sea- que no pueda acontecer, la l¨®gica permit¨ªa esperar que tan feliz reuni¨®n de bondades ocurriera. Que por fin aparecieran en alg¨²n lado lo bueno de la izquierda y lo bueno de la derecha, toda vez que a lo largo de la historia nuestra izquierda casi siempre hab¨ªa tomado lo malo de la izquierda, y nuestra derecha, lo malo de la derecha, con lo que andaban por ah¨ª libres de due?o lo bueno de la una y lo bueno de la otra.
Es pronto a¨²n para un juicio hist¨®rico sobre esta asunci¨®n de bondades. Sin embargo, los pesimistas, en general, y los que en particular sostienen que el centro no es m¨¢s que un concepto geom¨¦trico sin aplicaci¨®n pol¨ªtica, recuerdan lo que George Bernard Shaw respondi¨® a una se?ora de la alta sociedad brit¨¢nica. Esta se?ora, tan hermosa como imb¨¦cil, dijo al escritor: "Maestro, nosotros dos nos tendr¨ªamos que haber casado. As¨ª nuestros hijos habr¨ªan salido tan inteligentes como usted y tan hermosos como yo". Replic¨® don George: "Se?ora, ?y si hubiesen salido tan feos como yo y tan tontos como usted?".
El Gobierno-s¨ªntesis m¨¢s sintetizado es propiamente el Gobierno de concentraci¨®n. Viejo sue?o que durante alg¨²n tiempo ocup¨® en la parafernalla t¨¢ctica del carrillismo el lugar que antes ocupara la llamada huelga nacional pac¨ªfica o as¨ª (tan soreliana ella, por otra parte). Tras la idea de concentraci¨®n vino la de concertaci¨®n, que es casi una met¨¢tesis de la primera, tanto en el fondo como en la palabra, esc¨¢ndalo de puristas.
Alg¨²n chusco llam¨® al Gobierno de concentraci¨®n el tranv¨ªa, porque ven¨ªa a ser la reivindicaci¨®n del Movimiento Nacional en versi¨®n democr¨¢tica. Y es que ahora el tranv¨ªa est¨¢ a punto de ser reinventado. Primero, acotamos parte de la calzada para el transporte p¨²blico: es el carrilbus. Despu¨¦s, para no contaminar, podr¨¢ pensarse que nada mejor que hacer andar a este transporte por medio de la electricidad. Y as¨ª volvemos gloriosamente a lo que hace a?os abandonamos. Cosas del eterno retorno.
Un peri¨®dico daba la curiosa noticia de un agricultor de la pro vincia de Tarragona que hab¨ªa logrado un fruto injerto del melo cot¨®n, el higo y la almendra. Es el fruto-s¨ªntesis. Propuse denominarlo- a la manera sint¨¦tica de Joseph de Maistre en Las veladas de San Petersburgo- el alhit¨®n (almendra-higo-melocot¨®n). Tiene nuestro alhit¨®n c¨¢scara de almendra, pulpa de higo y hueso de melocot¨®n, al estilo Como el hombre-s¨ªntesis de los ucedeos que lleva c¨¢scara liberal, pulpa deinocristiana y hueso socialdem¨®crata. O como la esfinge tebana ten¨ªa cuerpo de mujer, alas de drag¨®n y garras de le¨®n.
La haza?a bot¨¢nica del Mendel tarraconense ha costado dos a?os de trabajos y de d¨ªas. La gen¨¦tica pol¨ªtica suele necesitar menos tiempo para sus hibridaciones, aunque muchas m¨¢s pl¨¢ticas y paliques. Es la diferencia que va entre el ser y el parecer. Claro est¨¢ que a estas alturas consensuales resulta dif¨ªcil darnos cuenta de esa diferencia. Y es que nos ocure lo mismo que madonna Finochieto, reprochara al sagaz Maquiavelo: "Los Ojos tuyos, hechos a tales usos puta?eros, se pagan no tanto de lo que es cuanto de lo que parece; por eso, all¨ª donde ven cuatro remilgos ya no se fijan en otra cosa". Pues eso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.