Balance de la situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola / 1
El Equipo de Coyuntura. Econ¨®mica reanuda, con este balance, su colaboraci¨®n peri¨®dica en esta secci¨®n. En este primer art¨ªculo -previo a trazar balance de la situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola- se insiste sobre la importancia de valorarla con criterios distintos de los habituales an¨¢lisis de coyuntura. A esos criterios de valoraci¨®n diversa se refiere el presente art¨ªculo, al que seguir¨¢ un segundo trabajo en el que esos criterios valorativos tratar¨¢n de aplicarse a la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola.Coyuntura y crisis econ¨®mica
Dicen los contables que un balance no es otra cosa que una instant¨¢nea que debe transmitir una imagen fiel que revele los factores que condicionan la situaci¨®n real, y las fuerzas que orientar¨¢n la marcha probable de la econom¨ªa a la que se refiere en el futuro. En otros t¨¦rminos: el balance de una econom¨ªa debe decirnos d¨®nde est¨¢. y hacia d¨®nde ir¨¢ -probablemente- en el futuro inmediato. Esta doble y ambiciosa pretensi¨®n, ha constituido y constituye el objetivo de los llamados estudios de coyuntura.
Realizar, por tanto, el balance de la econom¨ªa espa?ola -a que se alude en el t¨ªtulo de este trabajo- parecer¨ªa equivalente a ofrecer a los lectores un an¨¢lisis m¨¢s de coyuntura. Sin embargo, no es el t¨¦rmino coyuntura, sino el de balance, el que se utiliza para referirnos a la situaci¨®n actual de nuestra econom¨ªa. Tratemos de explicar el porqu¨¦.
Es evidente que en un tiempo de crisis como el que vivimos las preguntas relevantes para valorar la situaci¨®n econ¨®mica en que nos encontramos tienen que realizarse desde las condiciones que definen esa crisis y sin cuya modificaci¨®n ser¨¢ imposible superarla. Importa, pues, decisivamente, para saber d¨®nde estamos, entender la situaci¨®n econ¨®mica actual desde la crisis. Y es esa apreciaci¨®n la que convierte en preguntas relevantes, tan s¨®lo, a aquellas que permitan conocer el grado en que la crisis est¨¢ afectando a la econom¨ªa nacional y el resultado de los esfuerzos de quienes la integran por variar y mejorar la_posici¨®n cr¨ªtica alcanzada. Valorar la situaci¨®n de una econom¨ªa desde la perspectiva de 14 crisis no es la finalidad de los estudios habituales de coyuntura. Lo es de este trabajo, y por este motivo, para acentuar este prop¨®sito y para describir su contenido, hemos antepuesto el t¨¦rmino balance al de situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola.
La larga experiencia de los ocho a?os vividos con la crisis nos permite al menos identificar hoy -sin vacilaciones- los problemas relevantes cuya presencia define sus perfiles en las distintas sociedades.. Esos problemas derivan de cuatro grandes retos frente a los que la crisis ha colocado a todas las sociedades:
- El reto energ¨¦tico, planteado por la conmoci¨®n del precio del petr¨®leo que ha se?alado desde 1973 el fin de la era de la energ¨ªa barata, abri¨¦ndose otra nueva agitada por las m¨²ltiples consecuencias del encarecimiento de la energ¨ªa: inflaci¨®n de costes y precios, d¨¦ficit de la balanza de pagos ca¨ªda de la producci¨®n, la renta y el empleo.
- El reto del ajuste exterior, que obliga a cada econom¨ªa a afrontar y a responder a su empobrecimiento frente al resto del mundo, impuesto por la p¨¦rdida de la relaci¨®n real de intercambio derivada de la nueva situaci¨®n de precios relativos. Empobrecimiento tanto m¨¢s grave cuanto m¨¢s d¨¦bil sea la posici¨®n energ¨¦tica de cada pa¨ªs y menos competitivas sus exportaciones.
El reto de la reconversi¨®n industrial, necesaria para adaptar la estructura productiva nacional a los nuevos datos de la econom¨ªa despu¨¦s de la crisis (adecuaci¨®n a la menor demanda y a la nueva competencia internacional que define la muy distinta ventaja comparativa de los diferentes pa¨ªses por los nuevos precios y costes relativos en las distintas producciones).
- El reto del cambio tecnol¨®gico, abierto por las importantes innovaciones posibles de los procesos de producci¨®n y distribuci¨®n de bienes y servicios. Un proceso de cuya penetraci¨®n en las econom¨ªas nacionales depende su progresa futuro o su futura decadencia.
La presencia simult¨¢nea de esos cuatro grandes retos plantea los nuevos y vitales problemas en cuya soluci¨®n se decide el destino econ¨®mico de las distintas sociedades. La respuesta a esos problemas es la que permite evaluar la situaci¨®n de las distintas econom¨ªas nacionales frente a la crisis. Dicho en otros t¨¦rminos: el balance de la situaci¨®n econ¨®mica debe atender simult¨¢neamente a esos cuatro grandes escenarios para juzgar, en ellos y desde ellos, lo que se hace y lo que no se hace por salir de la crisis.
Esa situaci¨®n cr¨ªtica de partida con la que nos enfrentamos tiene tres caracter¨ªsticas:
-Es nueva. Se trata de una situaci¨®n que no puede entenderse, ni menos a¨²n resolverse con esquemas de otro tiempo. La nostalgia del pasado no har¨¢ otra cosa que complicar la soluci¨®n de los problemas del presente. Debemos saber que no hay en ning¨²n pasado -ni inmediato ni remoto- soluciones a los problemas cr¨ªticos con los que nos enfrentamos.
-Reclama cambios profundos en el uso de los recursos productivos de la sociedad y en los comportamientos y actitudes de los agentes econ¨®micos. Esos cambios necesarios en el destino de los usos productivos otorgan a los problemas de la crisis su car¨¢cter de problemas reales, no solubles con f¨¢ciles medidas monetarias a corto plazo. La crisis econ¨®mica no es un chaparr¨®n de primavera, del que podamos cobijarnos encerr¨¢ndonos en la estruptura productiva heredada del pasado hasta que descarguen las pasajeras nubes adversas. No. Es la propia estructura productiva y nuestros h¨¢bitos creados con ella los que est¨¢n justamente en cuesti¨®n y para los que es necesario el cambio.
-Esos cambios productivos necesarios son costosos, reclaman esfuerzos sociales de adaptaci¨®n importantes. Tan importantes como dilatados en el tiempo. Para resolver los cuatro grandes problemas de la crisis no existen soluciones brillantes ni gratuitas, ni instant¨¢neas. Se reclaman soluciones eficientes, costosas y prolongadas.
Entender desde esa perspectiva la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola constituye una condici¨®n necesaria para valorarla con acierto y para ordenar y elegir las actuaciones y decisiones con las que afrontarla.
Tratamiento de los problemas reales de la econom¨ªa
La experiencia disponible -propia y ajena- acumulada en los ¨²ltimos ocho a?os configura una respuesta mayoritaria para favorecer la pr¨¢ctica de los ajustes productivos que piden los cuatro retos de la crisis. Esa respuesta mayoritaria destaca la importancia de cinco l¨ªneas de actuaci¨®n interrelacionadas:
1. Flexibilidad en los salarios reales y en las condiciones de empleo.
2. Definir el papel de la inversi¨®n p¨²blica en los procesos de ajuste.
3. Disminuir la rigidez del sistema econ¨®mico por su ordenada liberalizaci¨®n.
4. Ayudar al cambio tecnol¨®gico y a la difusi¨®n del progreso t¨¦cnico en la econom¨ªa.
5. Aumentar la capacidad exportadora y la internacionalizaci¨®n de la actividad econ¨®mica nacional.
El crecimiento de los salarios reales constituye un hecho que revela cualquier contemplaci¨®n de lo sucedido en la econom¨ªa espa?ola en los ¨²ltimos a?os. Podr¨¢ discutirse su intensidad o atribuirse en distintas proporciones a los sumandos que integran el coste del trabajo (salarios, Seguridad Social), pero no podr¨¢ negarse ni su importante presencia ni la amplitud y resonancia de sus efectos.
La necesaria modificaci¨®n de los salarios reales
El crecimiento de los salarios reales ha afectado a la capacidad productiva instalada (ocasionando la prematura obsolescencia de una parte del capital productivo nacional); ha acelerado la sustituci¨®n de trabajo por capital, originando as¨ª un desempleo que los economistas denominan "neocl¨¢sico" (causado por una resistencia a la baja de los salarios reales, pues, al nivel vigente de ¨¦stos, resulta imposible emplear la oferta disponible de trabajo); ha dificultado la realizaci¨®n de beneficios empresariales y disminuido la posibilidad y viabilidad de las inversiones, acentuando, de esta forma, los motivos de desempleo, y ha disminuido, en fin, las posibilidades de competencia de los productos espa?oles en el exterior, dificultando as¨ª el ajuste de la balanza de pagos.
La amplitud y trascendencia de esos efectos convierte a la flexibilidad de los salarios reales en prop¨®sito importante y prioritario de cualquier actuaci¨®n, de la pol¨ªtica economica.
La flexibilidad de las condiciones de empleo del trabajo responde a la misma necesidad de mejora de la ocupaci¨®n. Posibilitar la utilizaci¨®n m¨¢s flexible de las horas disponibles de trabajo mediante la introducci¨®n de distintas f¨®rmulas de contrataci¨®n es una respuesta coherente a nuestra avidez social de empleos.
Esta primera l¨ªnea de actuaciones se ha abierto paso en la econom¨ªa espa?ola. El principal mensaje que puede leerse en el ANE es justamente este de la comprensi¨®n por los agentes de la econom¨ªa de los efectos negativos de la rigidez de los salarios reales y la conveniencia de incorporar una contrataci¨®n m¨¢s flexible del trabajo como alternativas de una pol¨ªtica de empleo.
Parece importante acentuar el compromiso temporal al que obliga la cosecha de los efectos beneficiosos de esa pol¨ªtica de empleo. La experiencia prueba que la respuesta a corto plazo del empleo a una reducci¨®n de los salarios reales es muy limitada. Dicho en t¨¦rminos m¨¢s precisos: la elasticidad del empleo a las variaciones de los salarios es reducida a corto plazo, por lo que las limitaciones al crecimiento de los salarios reales a corto plazo dif¨ªcilmente elevar¨¢n de forma inmediata la ocupaci¨®n, a pesar del sacrificio que supongan para la clase trabajadora. En cambio, todos los an¨¢lisis realizados demuestran que las respuestas a plazo medio del empleo a las variaciones salariales son muy importantes. Por esta causa, la ampliaci¨®n del plazo por el que se comprometen las reducciones de salarios reales deber¨ªa ser amplia para lograr resultados apreciables.
El importante y dif¨ªcil papel de la inversi¨®n p¨²blica
No puede negarse que una ca¨ªda en los salarios reales parecen pedirla al mismo tiempo las agobiantes necesidades de empleo que est¨¢n detr¨¢s de nuestra numerosa poblaci¨®n inactiva y parada y la competitividad y reconversi¨®n de la industria. Pero hay que recordar tambi¨¦n la considerable dureza del ajuste en esas condiciones. Salarios reales menores significan menor consumo y menores salidas en los mercados para una parte de la producci¨®n nacional y crean, por ello, dificultades temporales de empleo. Los empresarios conocen bien esta relaci¨®n elemental que Henry Ford formul¨® hace muchos a?os con toda claridad: "Nuestro ¨¦xito depende en parte de lo que pagamos. Si sembramos dinero, lo recogeremos, porque este dinero ser¨¢ gastado. Es ese dinero el que enriquece a los comerciantes, a los proveedores, a los trabajadores de todas clases, y su prosperidad se traduce por un aumento de la demanda de nuestros autom¨®viles". El principio de "salarios reales arriba" constitu¨ªa, al alimentar el gasto de consumo, la garant¨ªa del desarrollo y el origen de la acumulaci¨®n. Esa contemplaci¨®n del proceso econ¨®mico se comparte por muchos empresarios en la actualidad.
Vistas las cosas desde esta perspectiva, se comprende la dial¨¦ctica utilizada por Helmut Schmidt hace unos a?os para ganar la adhesi¨®n empresarial a una pol¨ªtica de necesaria reducci¨®n de los salarios reales que se contiene en su afirmaci¨®n m¨¢s citada: "Los beneficios de hoy son las inversiones de ma?ana, y las inversiones de ma?ana crean los empleos de pasado ma?ana". La reducci¨®n de los salarios reales, al aumentar los excedentes empresariales, y ¨¦stos al influir sobre la inversi¨®n, no tiene as¨ª por qu¨¦ perjudicar a los mercados ni al empleo a plazo medio.
Dos observaciones parecen, evidentes y alegables a la cadena l¨®gica que contiene el aforismo de Schmidt. La primera: las inversiones de ma?ana no forman parte de la demanda actual, lo que la debilita y puede ocasionar paro hoy. Por otra parte, ?el aumento de beneficios de hoy dar¨¢ lugar siempre a la inversi¨®n de ma?ana? Depender¨¢ de la comparaci¨®n de dos efectos: la debilidad de la tasa de utilizaci¨®n de la capacidad productiva instalada en las empresas (a consecuencia de la menor demanda de hoy) y las consecuencias -sobre las decisiones empresariales de invertir- del aumento de los beneficios de hoy. A partir de estas consideraciones cabe acentuar la importancia del per¨ªodo transitorio (el que transcurre hasta que la inversi¨®n privada reacciona positivamente a los mayores beneficios) y sus consecuencias sobre el empleo. Si los agentes econ¨®micos pactan una modificaci¨®n apreciable de los salarios reales, la pol¨ªtica de inversi¨®n p¨²blica podr¨ªa despejar las perplejidades de la inversi¨®n privada y contribuir as¨ª a sostener la producci¨®n y el empleo. Definir una pol¨ªtica de inversi¨®n p¨²blica que suavice un ajuste impuesto por la reducci¨®n de los salarlos reales constituye una segunda y delicada l¨ªnea de actuaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Delicada, se afirma, por varios motivos: porque las inversiones p¨²blicas deben seleccionarse, porque su consolidaci¨®n y sus variaciones deben corresponderse con la flexible reducci¨®n de los gastos p¨²blicos de consumo, porque su realizaci¨®n requiere incorporar las m¨¢ximas garant¨ªas de economicidad y porque el aumento de esas inversiones no debe elevar las cifras del d¨¦ficit p¨²blico.
La inversi¨®n p¨²blica no deber¨¢ impedir, sino facilitar, los ajustes productivos de la econom¨ªa. De ah¨ª que las partidas que componen esas inversiones tengan que programarse cuidadosamente en su direcci¨®n y en su cuant¨ªa. Las inversiones en el sector de la energ¨ªa, las dirigidas a reducir los consumos energ¨¦ticos por una racionalizaci¨®n de la red de transportes o de las comunicaciones, las tendentes a estimular la producci¨®n de materias primas estrat¨¦gicas, las que impulsen las reducciones de costes del sector privado a trav¨¦s de la creaci¨®n de capital fijo social, son las adecuadas. Todas esas inversiones tienen como denominador com¨²n el de reclamar una colaboraci¨®n p¨²blico-privada sin la que resulta muy dif¨ªcil obtener todos los efectos positivos que pueden seguirse de su realizaci¨®n.
La realizaci¨®n de estas inversiones debe coincidir con un tratamiento eficiente de la rigidez de los gastos p¨²blicos de consumo. La contenci¨®n del crecimiento de los gastos p¨²blicos consuntivos ha de formar parte de cualquier pol¨ªtica econ¨®mica que trate de conseguir los necesarios ajustes en el comportamiento de la econom¨ªa espa?ola, pues el crecimiento de los gastos p¨²blicos de consumo dificulta, a corto plazo, las posibilidades de actuaci¨®n compensatoria de la inversi¨®n p¨²blica, y a plazo medio y largo limita el desarrollo potencial de la econom¨ªa.
El crecimiento de las inversiones p¨²blicas debe acompa?arse de la actualizaci¨®n permanente de sus mecanismos de control. Cada punto de aumento del gasto p¨²blico reclama varios aumentos m¨¢s de su control.
Finalmente, las variaciones en la inversi¨®n p¨²blica no pueden llevar a un aumento del d¨¦ficit p¨²blico que desemboque en una expansi¨®n monetaria excesiva, pues esa expansi¨®n ser¨ªa al fin contradictoria, bien con el efecto expansivo perseguido por la inversi¨®n p¨²blica (si la expansi¨®n monetaria exigiese comprimir la financiaci¨®n del sector privado), bien con el esfuerzo puesto para conseguir la flexibilidad de los salarios, si la expansi¨®n monetaria alimentada por el d¨¦ficit facilitase la elevaci¨®n de los precios, lo que har¨ªa inviable el mantenimiento de los salarios pactados.
La liberalizaci¨®n de la actividad econ¨®mica
La extensi¨®n de las condiciones propias de la econom¨ªa de mercado para conseguir una asignaci¨®n eficiente de los recursos constituye otra l¨ªnea a la que deber¨¢n responder las actuaciones de la pol¨ªtica econ¨®mica en tiempo de crisis. Actuaci¨®n reclamada a la pol¨ªtica econ¨®mica en todos los pa¨ªses en los ¨²ltimos a?os y a la que Espa?a no ha sido ajena. De ella forma parte el proceso de liberalizaci¨®n en curso del sistema financiero (cuyo prop¨®sito ¨²ltimo es eliminar intervenciones que limitan la acci¨®n del mecanismo de precios y favorecer el desarrollo de mercados y la utilizaci¨®n de modos y t¨¦cnicas que faciliten la intermediaci¨®n financiera). En esa misma l¨ªnea deben inscribirse la aplicaci¨®n de precios realistas a la energ¨ªa, la liberalizaci¨®n de precios y mercados y la pr¨¢ctica de ajustes positivos a trav¨¦s de las pol¨ªticas de reconversi¨®n, que no deben negar la l¨®gica del mercado, sino afirmarla dosificando sus costes.
Difusi¨®n del progreso t¨¦cnico en la sociedad
La cuarta l¨ªnea de actuaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica es quiz¨¢ la de m¨¢s dif¨ªcil concreci¨®n. El prop¨®sito al que debe servir es la difusi¨®n del progreso t¨¦cnico en la sociedad. Privilegiar la oferta de los cambios tecnol¨®gicos asociados a la producci¨®n constituye una condici¨®n para aumentar la productividad, para renovar el consumo y para mantener el dinamismo de una sociedad. Estimular la transformaci¨®n de las condiciones de oferta es una acci¨®n que necesita inversiones importantes en tecnolog¨ªa y en bienes de equipo que debe contar con el apoyo del Estado y la colaboraci¨®n de la empresa p¨²blica y privada.
Los desajustes de las balanzas de pagos han sido el gran signo externo de la crisis. Los d¨¦ficit de la balanza de pagos acumulados por muchos pa¨ªses y el proceso de endeudamiento con el exterior describen uno de los campos problem¨¢ticos m¨¢s importantes y sensibles acotados por la crisis econ¨®mica. La necesidad del ajuste exterior de la econom¨ªa espa?ola a los datos sentados por la segunda crisis del petr¨®leo (1979-1981) la evidencia el d¨¦ficit corriente de la balanza de pagos y el peligroso crecimiento de nuestra deuda exterior. Ese ajuste necesario y pendiente de la balanza de pagos espa?ola pasa por un aumento de las exportaciones y de la internacionalizaci¨®n de la actividad econ¨®mica. Esas dos v¨ªas del ajuste exterior llevan a reforzar el mantenimiento de la competitividad de la econom¨ªa dependiente, fundamentalmente, de las actuaciones anteriormente expuestas en el frente interno, sin cuya base resulta est¨¦ril cualquier otra medida.
Los criterios para valorar la situaci¨®n econ¨®mica
Valorar la situaci¨®n de una econom¨ªa en tiempo de crisis es imposible sin considerar c¨®mo la afectan las caracter¨ªsticas que definen la crisis y en qu¨¦ medida el esfuerzo de sus int¨¦rpretes y las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica responden a los cambios necesarios en el uso de los recursos reales para resolver los cuatro grandes problemas planteados a las sociedades de nuestro tiempo: el energ¨¦tico, el exterior, la reconversi¨®n de la industria y la difusi¨®n del progreso tecnol¨®gico. Sin respuestas positivas a esos problemas no habr¨¢ adaptaci¨®n ni ajuste a la crisis. Y esas respuestas positivas ser¨¢n imposibles sin comprometer actuaciones a lo largo de cinco l¨ªneas: flexibilidad de salarios reales y condiciones de empleo, definir una pol¨ªtica de inversi¨®n p¨²blica bien orientada y financiada, favorecer la liberalizaci¨®n del sistema econ¨®mico, difundir la innovaci¨®n y el cambio tecnol¨®gico y aumentar la capacidad exportadora y la internacionalizaci¨®n de la econom¨ªa.
?Cu¨¢l es el comportamiento de la sociedad y de la econom¨ªa espa?olas valorado desde esa perspectiva? Dar respuesta a esa pregunta constituir¨¢ el prop¨®sito de un segundo art¨ªculo, en el que trataremos de aplicar a la econom¨ªa espa?ola para trazar su balance de situaci¨®n los criterios valorativos que se han expuesto.
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