La vitalidad apasionada de los pintores Vaquero Palacios y G¨®mez Cano
Coinciden en Madrid dos muestras de dos personalidades art¨ªsticas de la pintura espa?ola contempor¨¢nea. Me refiero a la retrospectiva del murciano G¨®mez Cano, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, y la de obra reciente -1973 a 1981- del asturiano Joaqu¨ªn Vaquero Palacios, en la galer¨ªa Heller (Claudio Coello, 13). De origen, formaci¨®n, personalidad y estilo diferentes, los re¨²no aqu¨ª tan s¨®lo como testimonio com¨²n de una vitalidad apasionada que les mantiene todav¨ªa activos, pero, sobre todo, como testimonio de la maestr¨ªa.
Comenzar¨¦ a tratar de la exposici¨®n de Vaquero Palacios, que se nos presenta en Madrid con ?obra reciente? -una amplia selecci¨®n de los cuadros que ha pintado en los ¨²ltimos ocho a?os-, tal y como lo har¨ªa ilusionado un joven con su producci¨®n ¨²ltima. Esto es ya de por s¨ª admirable, porque Vaquero, nacido con el siglo, lo ha vivido casi todo, aunque ¨¦l no debe creerlo as¨ª e intenta de nuevo seducirnos sin apoyarse en las glorias del pasado.?Alguien quiz¨¢ necesita un recuento de ellas? Vaquero est¨¢ activo desde los a?os veinte, lo que le convierte en contempor¨¢n de nuestra vanguardia hist¨®rica ha triunfado en Europa y en Am¨¦rica; arquitecto, adem¨¢s de pintor, la extraordinaria versatilidad de su talento le har¨ªa ya destacar con s¨®lo su aportaci¨®n al relieve monumental. En definitiva: que su obra se ha mantenido evolucionando durante m¨¢s de medio siglo y ha experimentado las t¨¦cnicas y especialidades m¨¢s diversas.
Pero no quiero caer en la trampa de recitar las capacidades y los honores conseguidos por Vaquero, sobre todo cuando a ¨¦l mismo parecen olvid¨¢rsele, por obra y gracia del placer que le proporciona lo que ahora se trae entre manos. Desde luego debe tratarse de un placer absorbente, soberano, pues consigue sacudirnos tambi¨¦n a nosotros con un estremecimiento inesperado; pero inesperado no porque sea una sorpresa que Vaquero pinte bien, siendo el m¨¢s capaz para darnos, seg¨²n -Gaya Nu?o, ?una lecci¨®n de buena pintura?, sino por el grado de intensidad que ha alcanzado al hacerlo. ?Ay, esa sensibilidad inigualable de los pintores viejos! Recuerdo las ¨²ltimas cosas de Tiziano, Hals, Goya, Matisse, Picasso... ?Qu¨¦ misterio! Densa y f¨¢cil a la vez, la pintura fluye sin esforzarse: cada trazo es un mundo; cada mancha, la entonaci¨®n m¨¢s exquisita o la m¨¢s sensual espesura.
Maestr¨ªa sint¨¦tica
Aunque en la muestra de Heller hay bastantes de sus paisajes castellanos, luminosos y bien construidos, a los que ahora Vaquero dota a¨²n de una mayor maestr¨ªa sint¨¦tica, muy en la l¨ªnea de su ¨²ltima etapa esquem¨¢tica, quiero aqu¨ª resaltar sus marinas, que me parecen un prodigio de color. La cosa es tremendamente complicada de lo f¨¢cil que parece: este brillante colorista, este arquitecto de la composici¨®n, de repente se limita a jugar con las entonaciones de un par de colores y convierte el mar en una atm¨®sfera sutil.
En vilo
He aqu¨ª, por ejemplo, unas coloraciones grises -gris ceniza, pizarra, perla, vapor de gris-, quebradas por una turbia l¨ªnea de horizonte de luminosidad siena; he aqu¨ª tambi¨¦n, en otra parte, una sinfon¨ªa de verdiblancos... Las pinceladas acarician el lienzo. A los ochenta a?os, Vaquero nos tiene en vilo.
G¨®mez Cano, por su parte, pertenece a esa barroca sensibilidad meridional que en Murcia ha proporcionado pintores de la talla de Ram¨®n Gaya, Bonaf¨¦, Garay o Flores ya antes de la guerra. Es cierto que la primera etapa de la pintura de G¨®mez Cano fue m¨¢s contenida, pero en seguida, como podemos apreciarlo en esta amplia retrospectiva, se impone el cromatismo violento, sobrecargado, sensual. El retrato, el bodeg¨®n, el desnudo, el paisaje, la gabarra fluvial..., desfilan ante nosotros todos los temas cl¨¢sicos de esa modernidad escuela de Par¨ªs y tambi¨¦n, naturalmente, su oficio.
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