Las costumbres, sometidas a un proceso de islamizaci¨®n profunda
En todo avi¨®n que acabe de tomar la diagonal descendente hacia Teher¨¢n, las mujeres que viajan a bordo se anudan apresuradamente sus pa?uelos oscuros y cubren sus brazos con rebecas. En la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n una mujer sin "protecci¨®n isl¨¢mica", denominaci¨®n que se le da al chador a los pa?uelos de cabeza, a los babys azules, como de colegio, y a la cobertura de los brazos, puede ser hoy seriamente amonestada y obligada a pon¨¦rselos.Cada comit¨¦ de barrio decide qu¨¦ debe hacerse con la mujer que transgrede esta norma. Los hay que ignoran una indumentaria incluso atrevida, o un rostro muy maquillado aderezado con perfume intenso, y los hay que incordian cuanto pueden y exigen a las descubiertas, de modo altanero y machista, que se cubran inmediatamente. Algunas, con peor suerte, pasar¨¢n al interior del recinto y su frir¨¢n un serm¨®n hiriente o una bronca tr¨¢gica que termina entre sollozos, a veces con golpes.
No es nada f¨¢cil encontrar por las calles de Teher¨¢n una pareja con las manos cogidas. Las prohibiciones son muy rigurosas y las efusiones afectivas de novios y novias apasionados, de ser descubiertas, pueden acabar en latigazos, incluso en boda obligada ante un mullah, seg¨²n asegura un extranjero largos a?os residente en el pa¨ªs.
"Debiera usted haber visto c¨®mo era Teher¨¢n antes de la revoluci¨®n", dice un anciano de aspecto grave. "Hab¨ªa barrios enteros dedicados a la prostituci¨®n, al comercio humano m¨¢s vil, a las drogas. La juventud iran¨ª se desangraba en aquellos antros. La audacia de las prostitutas era tanta que a lo largo de la carretera entre las zonas norte y sur de la ciudad colocaban cestos de reclamo para los automovilistas. Cerca del cesto aguardaban a sus presas y luego pecaban con un desenfreno endemoniado".
Los religiosos ¨ªnstan a los "j¨®venes fogosos" para que se casen "cuanto antes", mientras las prohibiciones contra la "promiscuidad sexual" arrecian por doquier Las autoridades de Teher¨¢n impusieron a mediados de este mes la separaci¨®n de sexos a partir de los nueve a?os en los autobuses de dos pisos de la l¨ªnea 32, que une el Bazar y la plaza de Valyassr. Las hembras ocupar¨¢n el primer piso y los varones el piso de arriba.
El car¨¢cter estricto de estas medidas, seg¨²n algunos j¨®venes profesionales, "estimula conductas sexuales desviadas". Ir¨¢n se ha convertido, seg¨²n un hombre maduro con aspecto de playboy, "en un bosque de miradas lascivas y de deseos imposiblemente consumados".
Lo cierto es que en Ir¨¢n cualquier transgresi¨®n de estas prohibiciones puede costar muy cara. Para una mujer que cometa adulterio probado y reiterado, la pena de muerte por lapidaci¨®n es la condena, y el incesto, la homosexualidad o los abusos deshonestos pueden acarrear la muerte, si son probados.
Los matrimonios entre iran¨ªes y extranjeros son mal vistos por el sector m¨¢s conservador de los dirigentes isl¨¢micos.
Para un joven funcionario, la mujer iran¨ª ha dejado de ser un mero objeto de concupiscencia y ha logrado integrarse en una sociedad donde tiene un papel humano, como persona, previsto en la doctrina isl¨¢mica. Es hiriente comprobar c¨®mo la mujer occidental ha sido convertida, a su pesar, en un objeto que permite vender m¨¢s coches, m¨¢s lavadoras o m¨¢s televisores. ?D¨®nde est¨¢ la pretendida liberaci¨®n de la mujer occidental?", pregunta indignado.
La estructura familiar iran¨ª es muy diferente de las patriarcales o matriarcales cl¨¢sicas. El arraigo al domicilio paterno no existe apenas y los clanes familiares, en su acepci¨®n occidental, tampoco.
Ello obedece a la conjunci¨®n de dos tendencias. De un lado, la movilidad domiciliaria heredada por las clases occidentalizadas, que acostumbraban a cambiar permanentemente de vivienda.
Otra de las causas de esta movilidad es, para las clases no propietarias, la tradici¨®n n¨®mada, muy arraigada todav¨ªa, pese a los procesos de asentamiento forzoso seguidos por el r¨¦gimen anterior con las tribus del interior del pa¨ªs. La alfombra, el elemento decorativo movedizo por excelencia, presente en todos los hogares iran¨ªes, sigue ejemplificando esta movilidad acelerada.
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