Picasso
Soci¨®logo de colas como es uno -y lo tengo muy dicho y escrito-, me fui el domingo a la cola del Guernica y aquello era como la cola del Cristo de Medinaceli, pero en cubista. Lo cual que ambas devociones est¨¢n por el mismo barrio alfonsino del Retiro.En la cola de Picasso, hombres de barba, mujeres de media ma?ana, progres, ni?os, el pueblo de Madrid, ancianos tiesos, curiosos de la Historia, paseantes del futuro, personal, uno que llega en bici (desgajado, quiz¨¢, del marat¨®n), y otro que viene andando con muletas. Estos son los idus/83 anticipados, son unas votaciones, esto es un refer¨¦ndum, el pueblo madrile?o dorando/ adorando al santo democr¨¢tico por la peana picassiana. Lo que el Guernica representa, canta, cuenta, queda legitimado en los comicios de la cola, en el sainete mudo, culto y soleado de la cola. El pueblo sabe, intuye, preadivina el arte. Alianza Editorial acaba de sacar La deshumanizaci¨®n del arte, de Ortega, libro del que su ¨¦poca hizo una lectura no orteguiana, pero tambi¨¦n v¨¢lida, en fin. Hoy asistimos a la rehumanizaci¨®n del arte, propiciada por su m¨¢ximo deshumanizador, Pablo Picasso, cuando el crimen, la sangre, el bombardeo, llevaron al artista a dar constancia y a dejar ejemplo. Hay tratad istas antipicassianos que sostienen con pruebas c¨®mo el Guernica est¨¢ hecho sobre la plantilla de un Rubens o de un Rembrandt, no recuerdo. Picasso, que reley¨® pintando el arte de todos los tiempos, de las cavernas a Braque, de los griegos a los negros, pudiera haber jugado, me da igual, con la composici¨®n de un cuadro cl¨¢sico. Hoy el cl¨¢sico es ¨¦l. El ministro de Picasso, I?igo Cavero, habl¨®, cuando se cediera a Madrid la Capilla del Obispo, plaza de la Paja, de ?joya g¨®tica?, siendo aquello, como es, puro Renacimiento marm¨®reo. Deshumaniza el arte quien lo ignora. Cocteau lo dec¨ªa de Picasso:
-Lo sabe todo sobre todo.
Ucello pint¨® un caballo que mueve al mismo tiempo las dos patas de un lado. Es el antitrote. Escandaliza a quienes saben de caballos, pero no a quienes saben de Ucello. De esa distorsi¨®n, de que todo es posible, nace Picasso, inventando caballos para siempre. Capilla de Picasso (se hablaba de estas cosas en la tertulia lineal de la cola), capilla y cola que vienen a compensar las del Cristo de Medinaceli, tan cercano, para que las dos Espa?as tenean culto y clero, que es como me lo ha dicho Paco Ord¨®?ez:
-Ya estamos todos en la pomada, Umbral.
Mas Picasso est¨¢ en una urna antibalas, y el Cristo, al aire libre del cielo artesonado de los frailes. Esto quiere decir que, de momento, en la Espa?a de todos, corren m¨¢s peligro unas devociones que otras, y los piadosos de Picasso y el Guernica son a veces imp¨ªos para los pietistas de Medinaceli. Don I?igo Cavero y don Javier Tussell tendr¨ªan que ponerle su capilla antibalas a este Cristo, pero saben que la Espa?a laica, que la izquierda actual no mata Cristos, ni siquiera barrabases, que el buen y el mal ladr¨®n andan muy sueltos. El que s¨®lo Picasso deba ser defendido con vidrio y metralletas nos explica muy claro por d¨®nde van los tiros (y esto no es frase hecha, que no uso). Cada Espa?a tiene sus devociones, el primer autonomismo fue teol¨®gico, cada pueblo tiene su Virgen, y Madrid, aldea manchega, le pone una vela a Dios y otra a Picasso. Esto es la democracia, me parece.
Lib¨¦ration, de Par¨ªs, habla estos d¨ªas de Mars¨¦, de V¨¢zquez-Montalb¨¢n y de m¨ª. Somos, dicen, ?el fantasma de la literatura espa?ola?. Nuestra democracia sigue siendo un poco fantasmal fiara Europa, y Picasso, tras su exilio de siglos, vive un exilio interior dentro de una probeta.
Han metido el Guernica en una inmensa urna electoral y el pueblo est¨¢ votando fervoroso. La cola, oiga, era una sofemasa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.