Un debate inconcluso
LA AUTORIZACION del Congreso para que el Gobierno solicite la integraci¨®n de Espa?a en la OTAN ha superado holgadamente la mayor¨ªa absoluta de los votos. As¨ª pues, las exageradas cautelas tomadas por el poder ejecutivo al desplazar el debate desde el procedimiento establecido para las leyes org¨¢nicas hacia el tr¨¢mite m¨¢s c¨®modo de la mayor¨ªa simple ha resultado innecesarias. A UCD y Coalici¨®n Democr¨¢tica se sumaron los nacionalistas vascos y catalanes, gesto que deber¨ªa contribuir a deshacer, en v¨ªsperas del debate sobre la LOAPA, los recelos gubernamentales sobre la falta de sentido del Estado del PNV y Convergencia. Porque el apoyo prestado por las minor¨ªas vasca y catalana, con independencia del juicio que merezca desde otros enfoques, es una decisi¨®n de pol¨ªtica exterior dif¨ªcilmente compatible con esas perspectivas independentistas que injustamente se les imputan.El peso de la oposici¨®n a los procedimientos y a la sustancia de la integraci¨®n de Espa?a en la OTAN ha corrido a cargo de los socialistas, leales aliados de Leopoldo Calvo Sotelo en la pol¨ªtica econ¨®mica (firma del ANE), en la estrategia auton¨®mica (acuerdo de 31 de julio) y en la restricci¨®n de derechos constitucionales (ley de Defensa de la Democracia). Aunque el Gobierno haya acusado a Felipe Gonz¨¢lez de ambig¨¹edad, lo cierto es que el secretario general del PSOE defendi¨® en la C¨¢mara con energ¨ªa y claridad sus posiciones contrarias a nuestro ingreso en la OTAN.
En la cuesti¨®n de los procedimientos, la idea de promover un recurso ante el Tribunal Constitucional, que el PSOE no pudo formalizar con car¨¢cter previo, pero quiere interponer en el inmediato futuro, no parece provenir de una sincera convicci¨®n de la inconstitucionalidad de la adhesi¨®n a la OTAN, sino de la voluntad de acumular obst¨¢culos dilatorios. El PSOE, en cambio, no ha hecho sino reflejar una amplia y profunda corriente de opini¨®n al exigir al presidente del Gobierno que ejerciera su prerrogativa para convocar un refer¨¦ndum consultivo sobre nuestra entrada en la OTAN. Los argumentos que ha esgrimido el poder ejecutivo al justificar su negativa son fr¨¢giles y poco convincentes. El refer¨¦ndum consultivo sobre "decisiones pol¨ªticas de especial trascendencia" es una modalidad de democracia directa distinta del refer¨¦ndum vinculante, necesario para ratificar los estatutos de autonom¨ªa o aprobar la reforma de la Constituci¨®n. Y pocas dudas cabe albergar sobre la especial trascendencia que reviste una decisi¨®n pol¨ªtica que altera el statu quo de nuestra pol¨ªtica exterior y de defensa.
Por lo dem¨¢s, y contra lo que el Gobierno ha insinuado, los partidarios del refer¨¦ndum consultivo sobre la entrada de Espa?a en la OTAN no pretenden, en modo alguno, sustituir la democracia representativa por la democracia directa, sino conjugarlas en este espec¨ªfico caso. La comparaci¨®n entre el ingreso en la Alianza Atl¨¢ntica y la ley del Divorcio es tan desgraciada como improcedente, ya que UCD -la mayor¨ªa de UCD- y el PSOE estaban de acuerdo en el proyecto de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Tampoco resultan demasiado afortunados los argumentos de que era un deber de las Cortes Generales tomar sobre sus hombros la pesada carga de la decisi¨®n sobre la OTAN, y de que hubiera constituido una dejaci¨®n de responsabilidades parlamentarias endosar al cuerpo electoral tal resoluci¨®n, razonamiento m¨¢s propio de sofistas, o de r¨¢bulas que de juristas rigurosos. Todav¨ªa m¨¢s artificiosa suena la paternalista y desde?osa teor¨ªa de que la cuesti¨®n atl¨¢ntica es demasiado compleja y delicada para que los ciudadanos puedan entenderla, formarse un juicio y emitir su opini¨®n.
Pero el argumento m¨¢s d¨¦bil del poder ejecutivo ha sido, precisamente, al que se ha aferrado con mayor insistencia. Porque la ausencia de refer¨¦ndum para ratificar la entrada en la OTAN de los grandes pa¨ªses democr¨¢ticos de Occidente se justific¨® sobradamente por la existencia de desahogadas mayor¨ªas parlamentarias, que no hac¨ªan sino reflejar un amplio y denso consenso nacional._Al hilo de ese falaz razonamiento, el Gobierno ha utilizado un argumento complementario de id¨¦ntica fragilidad, referido al entusiasta apoyo que dieron los partidos de la Internacional Socialista a la creaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte. Porque, as¨ª como la OTAN no hubiera podido nacer y desarrollarse sin el apoyo de los socialistas europeos, la entrada de Espa?a en esa organizaci¨®n no podr¨¢ consolidarse sin un amplio consenso social y sin el respaldo de los socialistas espa?oles.
Esta situaci¨®n remite, por supuesto, a las diferencias que separan al PSOE en 1981 de los laboristas brit¨¢nicos, los socialistas franceses y los socialdem¨®cratas alemanes en el pasado. No parece probable que la opci¨®n hoy defendida para Espa?a por Felipe Gonz¨¢lez carezca de serios apoyos parciales dentro, del socialismo continental, en funci¨®n de las grandes transformaciones ocurridas durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas en el escenario mundial y de las perspectivas hacia el futuro de una Europa democr¨¢tica unida tambi¨¦n militarmente y capaz de romper la bipolaridad de las superpotencias. La postura del PSOE es, en efecto, compleja, ya que postula a la vez el mantenimiento de la OTAN en sus actuales perfiles y el alejamiento de Espa?a de su estructura organizativa. Las reiterativas intervenciones gubernamentales para aludir a las amenazas de la URSS y del Pacto de Varsovia probablemente estuvieron orientadas a insinuar, subliminal y oblicuamente, que los socialistas espa?oles y los partidarios del refer¨¦ndum son insuficientemente antisovi¨¦ticos, por no decir prosovi¨¦ticos, argucia pol¨¦mica tan mal¨¦vola como inveros¨ªmil. Porque la entrada de Espa?a en la OTAN no se vincula de forma mec¨¢nica y necesaria con la obvia tarea de hacer frente al imperialismo sovi¨¦tico, cuesti¨®n en la que la abrumadora mayor¨ªa de los espa?oles estamos de acuerdo, sino que se inscribe dentro del marco m¨¢s general del papel que le debe corresponder a Espa?a tanto en la defensa occidental como en la distensi¨®n internacional y dentro del cuadro espec¨ªfico de la complementariedad entre esa estrategia planetaria y las prioridades defensivas espa?olas frente a la potencial amenaza de otras naciones, tambi¨¦n prooccidentales, en nuestro flanco sur. La insistencia del PSOE en Ceuta y Melilla o en Gibraltar ha pecado seguramente de alarmismo y oportunismo. Pero nadie puede negar que el Reino Unido y el Reino de Marruecos tienen la doble condici¨®n de pa¨ªses antisovi¨¦ticos y de naciones con problemas territoriales -Gibraltar, en un caso; Ceuta y Melilla, en el otro- con Espa?a.
El debate en el Congreso, aparte de la insuficiencia y superficialidad de la intervenci¨®n del ministro de Defensa, que no lleg¨® a explicar cu¨¢l es el concepto de defensa de Espa?a que,mantiene el Gobierno,- y de algunas salidas de pie de banco del ministro de Asuntos Exteriores, no ha hecho sino profundizar la brecha del desacuerdo existente entre la actual mayor¨ªa parlamentaria y el PSOE y reducir como una piel de zapa la superficie de consenso que una "decisi¨®n pol¨ªtica de especial trascendencia" exige en el terreno de las relaciones internacionales y de la defensa. El Gobierno se ha aferrado a la entrada en la OTAN como un ni?o insomne a su osito de peluche, tal vez para desplazar del foco de la atenci¨®n p¨²blica otros problemas prioritarios que no tiene valor para afrontar o capacidad para resolver.
Digamos finalmente que el prop¨®sito del PSOE de celebrar un refer¨¦ndum sobre nuestra permanencia en la OTAN en el caso de que Felipe Gonz¨¢lez fuera nombrado presidente del Gobierno, lo que le habilitar¨ªa para convocar una consulta popular, ha convertido en p¨ªrrica y provisional la victoria del Gobierno, que ha confundido, una vez m¨¢s, la firmeza con la rigidez, el esp¨ªritu de las leyes con su esp¨ªritu, y los intereses del Estado con las conveniencias coyunturales del poder ejecutivo. Error todav¨ªa mayor si se recuerda que el movimiento en favor de la distensi¨®n y contra los dos bloques en el Reino Unido y en la Rep¨²blica Federal de Alemania, donde la influencia de los comunistas prosovi¨¦ticos es pr¨¢cticamente inexistente, puede extenderse a Espa?a y acrecentar, en 1983, las posibilidades electorales de triunfo socialista. El debate de la OTAN ha concluido en el Congreso, pero no terminar¨¢ ni en el Estado ni en la sociedad hasta que se celebre el refer¨¦ndum o los socialistas espa?oles cambien de criterio sobre nuestro ingreso en la Alianza Atl¨¢ntica. Porque un sistema dernocr¨¢tico no puede adoptar "decisiones pol¨ªticas de especial trascendencia" en su pol¨ªtica exterior y de defensa sin un amplio y vigoroso consenso social.
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