La escisi¨®n de los comunistas vascos
LA ESPECTACULAR ruptura del Partido Comunista de Euskadi (EPK), con el corolario de las excomuniones cruzadas y las expulsiones rec¨ªprocas entre el sector Lertxundi y la fracci¨®n Ormaz¨¢bal, amenaza con engrosar el repertorio de gags de las comedias cinematogr¨¢ficas italianas. La ocupaci¨®n de la sede del EPK en Bilbao por militantes de la fracci¨®n de Ormaz¨¢bal, que tiene el incondicional apoyo de la direcci¨®n del PCE, resulta, as¨ª, una min¨²scula caricatura tragic¨®mica del asalto al Palacio de Invierno. Cabe esperar del sentido com¨²n de Santiago Carrillo y de Roberto Lertxundi que eviten la repetici¨®n de tan lamentables escenas y se avengan a resolver, al margen de los juzgados de guardia, el pleito sobre los activos patrimoniales del EPK, que posee personalidad jur¨ªdica independiente del PCE, pero cuya titularidad sobre los bienes puede ser puesta en duda por los estatutos aprobados en el X Congreso.La asamblea de Sestao, multitudinaria en relaci¨®n con la militancia comunista en Euskadi, puso de manifiesto, por lo dem¨¢s, que la oposici¨®n a la integraci¨®n con Euskadiko Ezkerra no es s¨®lo una decisi¨®n estrat¨¦gica de Santiago Carrillo, sino que responde tambi¨¦n a sentimientos antinacionalistas, profundamente arraigados, de las bases obreras en la margen izquierda del Nervi¨®n y en otras aglomeraciones industriales de Vizcaya y Guip¨²zcoa. Esa actitud enlaza directamente con las tradiciones de preguerra, cuando los trabajadores inmigrados que afluyeron al Pa¨ªs Vasco desde finales del siglo XIX encontraron en la militancia socialista las se?as de ??entidad que el nacionalismo vasco fundado por Sabino Arana les negaba.
En este sentido, las declaraciones de Mikel Camio, miembro de la fracci¨®n Ormaz¨¢bal, al reivindicar la alianza del EPK con los militantes vascos del PSOE, no hace sino reproducir los planteamientos ortodoxos del socialismo vizca¨ªno hist¨®rico y de su rivalidad con el PNV. Sin embargo, la afirmaci¨®n de Camio de que la gran manifestaci¨®n en defensa del Estatuto de Guernica y contra la LOAPA, convocada por el Gobierno de Vitoria el pasado 25 de octubre, no fue sino una "maniobra sectaria antisocialista" pone de relieve las contradicciones l¨®gicas en las que incurren habitualmente los planteamientos del PCE referentes a, la estrategia auton¨®mica.
En efecto, Santiago Carrillo denunci¨® los pactos entre UCD y PSOE y el proyecto de la LOAPA, al igual que puso el grito en el cielo cuando los centristas aprobaron en el Congreso el Estatuto gallego o trataron de encauzar la autonom¨ªa andaluza por la v¨ªa del art¨ªculo 143. Sin embargo? a la hora de extraer de las premisas auton¨®micas para el Estado las conclusiones pr¨¢cticas para el PCE, Santiago Carrillo renuncia a la l¨®gica y se despoja de su indumentaria autonomista para vestir el uniforme de un intransigente jacobinismo centralista. El conflicto del EPK ha llevado hasta sus ¨²ltimas consecuencias ese enfoque esquizofr¨¦nico y ha hecho estallar a una organizaci¨®n desgarrada entre las exhortaciones a defender posiciones nacionalistas dentro del Pa¨ªs Vasco y las conminaciones a obedecer la disciplina de la direcci¨®n del PCE en cuestiones espec¨ªficamente partidistas. Pero esas mismas tensiones, aun sin alcanzar igual virulencia, tambi¨¦n est¨¢n presentes en Catalu?a, en Galicia y en otras regiones. El p¨¢jaro del Mart¨ªn Fierro obten¨ªa, al menos, algunas ventajas al incubar sus cr¨ªas en un lugar y gritar en otro. En cambio, la estrategia del PCE de colocarse a la cabeza de las manifestaciones autonomistas en el Congreso de los Diputados y de apretar luego las tuercas de sus organizaciones perif¨¦ricas tan pronto como ¨¦stas intentan llevar a la pr¨¢ctica su autonom¨ªa te¨®rica no parece estarle reportando -como se demostr¨® en las ¨²ltimas elecciones gallegas- m¨¢s que fracasos.
La explosi¨®n del EPK y la presumible adhesi¨®n a la fracci¨®n de Ormaz¨¢bal de buena parte de sus bases obreras reduce, por lo dem¨¢s, el alcance del proyecto de fusi¨®n con Euskadiko Ezkerra. La debilidad del sector de Roberto Lertxundi convierte en asim¨¦trica la relaci¨®n de fuerzas y lesiona gravemente la tentativa de crear un instrumento pol¨ªtico capaz de estimular la unidad, a medio o largo plazo, entre la izquierda vasca de origen nacionalista y la izquierda vasca que entronca con la vieja tradici¨®n socialista de los trabajadores inmigrados. Convergencia, por lo dem¨¢s, que s¨®lo llegar¨ªa a ser completa con la adhesi¨®n -hoy impensable- de los militantes vascos del PSOE. Euskadiko Ezkerra representa la voluntad de fomentar esa superaci¨®n desde el nacionalismo, en competencia con ese aberrante conglomerado de apologistas de la violencia, revolucionarios verbalistas, sabinianos intransigentes, tercermundistas sin causa y mutantes del carlismo que confluyen en Herri Batasuna. Pero la oferta del partido de Mario Onaind¨ªa de iniciar la convergencia entre dos tradiciones -la aut¨®ctona y nacionalista, la inmigrada y socialista-, que ha desgarrado desde principios del siglo XX la sociedad vasca, estar¨¢ condenada a la soledad en tanto que no sea aceptada por las fuerzas pol¨ªticas que representan mayoritariamente al otro segmento de Euskadi. En este sentido, la adhesi¨®n del sector de Roberto Lertxundi es s¨®lo un modesto paso en una larga marcha.
Euskadiko Ezkerra ha caminado en esa v¨ªa de convergencia al descabalgar de la violencia, al rechazar la falacia reduccionista de que s¨®lo los nacionalistas herederos de Sabino Arana son aut¨¦nticos vascos y al renunciar a los catecismos del marxismo-leninismo. Queda, sin embargo, el problema, situado en un terreno m¨¢s ret¨®rico que pol¨ªtico, del dercho a la autodeterminaci¨®n y a la soberan¨ªa nacional vasca, que puede crear contradicciones, no por verbales e ideol¨®gicas menos aparatosas, entre el apoyo inequ¨ªvoco de Euskadiko Ezkerra al Estatuto de Guernica, que implica la aceptaci¨®n de la Constituci¨®n y de la unidad estatal, y un independentismo emocional, aun concebido como el proceso pac¨ªfico y sin plazo. En este sentido, las cr¨ªticas de M¨²gica Arregui, l¨ªder de una corriente ultranacionalista dentro de Euskadiko Ezkerra, contra Mario Onaind¨ªa, defensor de la convergencia con el EPK, indican que Ram¨®n Ormaz¨¢bal no carece de aliados en el otro bando, aunque sea por razones diametralmente opuestas, para impedir la fusi¨®n.
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