La estad¨ªstica espa?ola
Se est¨¢n celebrando unas Jornadas sobre la Estad¨ªstica Espa?ola, convocadas por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), aprovechando la corirridmotaci¨®n del 125 ,aniversario de la estad¨ªstica oficial. Hay que aplaudir esta convocatoria, en primer lugar, porque supone uno de los pocos ejemplos de apertura hacia la sociedad de una parcela de la actividad de la Administraci¨®n, para ser sometida a debate entre productores y usuarios, y en segundo lugar, porque este hecho de que el aparato estad¨ªstico se someta a cuantas cr¨ªticas y sugerencias se produzcan, hace pensar que su celebraci¨®n ser¨¢ ¨²til para el futuro de la estad¨ªstica.Son varios los motivos por los que el momento elegido para la celebraci¨®n de estas jornadas es, en nuestra opini¨®n, especialmente oportuno, aunque tal vez ser¨ªa m¨¢s apropiado hablar de momento l¨ªmite.
En primer lugar, porque en el proyecto de ley del fondo de compensaci¨®n interterritorial, pactado entre los dos partidos mayoritarios, se emplaza al INE para que a primeros de 1982 presente un Plan Nacional de Estad¨ªstica (PNE), Es sorprendente que tras a?os de olvido por parte de los sucesivos Gobiernos de la urgencia de determinar las necesidades y prioridades estad¨ªsticas -aurque tampoco hay que olvidar que el INE no ha podido o querido elaborarlo hasta esta fecha- se pretenda, en menos de seis meses, articular un esquema operativo que cubra aquellas necesidades para el conjunto del Estado; a lo m¨¢s que se puede llegar en este per¨ªodo es a una simple enumeraci¨®n de los compromisos del INE para ofrecer resultados regionalizados de algunas estad¨ªsticas, consideradas imprescindibles por los Gobiernos auton¨®micos y el Gobierno central.
En segundo lugar, lo cierto es que la existencia de una nueva configuraci¨®n del Estado obliga a formular e instrumentar la descentralizaci¨®n del INE; porque no se trata solamente de que los, Gobiernos auton¨®micos participen en la recogida de informaci¨®n de un censo, de que pidan a Madrid determinadas informaciones, o simplemente que "investiguen lo que quieran" en sus respectivas zonas de gobierno. La inevitable y deseable descentralizaci¨®n pasa por establecer las relaciones, jerarqu¨ªas y competencias entre -las instituciones y las distintas unidades administrativas implicadas, as¨ª como por arbitrar unas normas de coordinaci¨®n y corresponsabilizaci¨®n en el planteamiento, recogida y tratamiento de las estad¨ªsticas, por potenciar las delegaciones provinciales, dot¨¢ndolas de los medios personales y materiales para cumplir las funciones que se les encomiendan, por reconsiderar la muchas veces restrictiva utilizaci¨®n del secreto estad¨ªstico por parte del INE, etc¨¦tera.
Y en tercer lugar, esta oportunidad tambi¨¦n viene dada por el hecho de que en estos momentos el Consejo Superior de Estad¨ªsticatiene que dictaminar un proyecto de ley de estad¨ªstica que, tras una primera discusi¨®n en mayo de 1980, ha sufrido distintas modificaciones a espaldas de los cuerpos especiales del INE, que desconocen, por tanto, el proyecto final. Y aunque parece evidente que los hechos se?alados anteriormente, junto con otros de sobra conocidos (descoordinaci¨®n estad¨ªstica dentro de la propia Administraci¨®n central, continuos cambios en la ubicaci¨®n administrativa del INE, etc¨¦tera) hacen necesaria una nueva ley que modifique la actual, vigente desde 1945, este proyecto tiene el gran peligro de nacer muerto, ya que no descansa sobre una descripci¨®n detallada de las tareas a realizar en el pr¨®ximo futuro, ni en los m¨²ltiples aspectos conexos a las mismas. En nuestra opini¨®n, parece obvio que antes de articular la ley habr¨ªa que tener dise?ado y discutido el PNE.
?Unas jornadas ¨²tiles?
Obviamente, la oportunidad ya presupone el que estos debates sean ¨²tiles por s¨ª mismos; cosa distinta es si tendr¨¢n la utilidad que ser¨ªa deseable. Y a la vista de toda una serie de condicionantes que exponemos a continuaci¨®n, mucho nos tememos que se haya preferido sacrificar buena parte de ella en aras de una mayor vistosidad acad¨¦mica del propio acto.
Un primer grupo de condicionantes lo constituye la propia organizaci¨®n. Adem¨¢s de lo tradicional de la estructuraci¨®n de las ponencias -que pod¨ªa haber sido la misma de haberse celebrado a?os antes de que la crisis energ¨¦tica y de recursos haya venido a conmocionar y alterar los esquemas anal¨ªticos habituales- y su excesiva compartimentaci¨®n, as¨ª como algunas ausencias en el temario -por ejemplo, un tratamiento monogr¨¢fico sobre las encuestas de opiniones empresariales-, hay que se?alar la amplitud del contenido de estas jornadas en relaci¨®n con el tiempo de celebraci¨®n: esto est¨¢ suponiendo, adem¨¢s del c¨¢nsancio l¨®gico que este tipo de maratonianas sesiones provocan, la imposibilidad de un tratamiento en profundidad de los diferentes aspectos de las estad¨ªsticas analizadas.
Al margen de todo lo anterior parece obvio que muchos aspectos del funcionamiento del INE -que deja mucho que desear, aunque no sea peor que el de otros organismos de la Administraci¨®n- est¨¢n saliendo a la luz, porque es precisamente de ellos de donde surgen algunas de las cr¨ªticas m¨¢s habituales de los usuarios: el excesivo retraso en la elaboraci¨®n y/o publicaci¨®n de la mayor¨ªa de las estad¨ªsticas, la escasa y en ocasiones mala difusi¨®n de la informaci¨®n, la falta de an¨¢lisis de sus principales, estad¨ªsticas, los cauces poco operativos para una institucionalizaci¨®n de la demanda de informaci¨®n..., adem¨¢s de otros no tan visibles, como son los estrangulamientos que se producen en demasiadas ocasiones entre las diferentes ¨¢reas de trabajo del propio Instituto.
Este recordatorio tiene el riesgo evidente de monopolizar el debate e impedir, por tanto, la discusi¨®n de un cierto n¨²mero de aportaciones de inter¨¦s que sin suponer aumento de dotaci¨®n presupuestaria alguna permitan mejorar y/o ampliar las estad¨ªsticas y su difusi¨®n por parte del INE.
Por otra parte, tambi¨¦n estar¨¢ presente en los debates la responsabilidad gubernamental en la cobertura de las lagunas estad¨ªsticas existentes, que, aunque s¨®lo fuese por las mayores dotaciones presupuestarias que ello implicar¨ªa, exigir¨ªa una clara voluntad pol¨ªtica de mejorar el aparato estad¨ªstico para adecuar la oferta de informaci¨®n a las necesidades, crecientes y variables, de la sociedad.
Por todo lo anterior, creemos que estas no son las jornadas que requiere esa situaci¨®n l¨ªmite que, en nuestra opini¨®n, caracteriza el momento de la estadlstica espa?ola. Deber¨ªa haberse ofrecido la oportunidad de debatir en profundidad aspectos concretos, como son las mejoras factibles a corto plazo en la elaboraci¨®n y difusi¨®n de las principales estad¨ªsticas, la ampliaci¨®n de la informaci¨®n estad¨ªstica con car¨¢cter m¨ªnimo para una m¨¢s correcta instrumentaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica nacional, regional y sectorial.
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