Autonom¨ªa de Madrid, el fondo del problema
Determinados e ilustres pol¨ªticos, y no menos ilustres funcionarios, han vertido recientemente distintas manifestaciones escritas Y verbales sobre el proceso auton¨®mico de la provincia de Madrid, que pueden introducir nuevas dosis de oscuridad en la ceremonia de la confusi¨®n que provoc¨® inicialmente un proceso mal planteado y que tend¨ªa a su autocorrecci¨®n por virtud de la decisi¨®n, pr¨¢cticamente un¨¢nime, de la Diputaci¨®n Provincial. de Madrid en el pleno extraordinario, celebrado el d¨ªa 25 del pasado mes de junio, en el hist¨®rico Castillo de Manzanares el Real.Los defectuosos y peligrosos planteamientos a que me refiero pueden agruparse en dos cap¨ªtulos del actual momento del proceso preauton¨®mico:
1. Los ciudadanos de la provincia y la ciudad de Madrid carecen de "conciencia auton¨®mica", por lo que nuestra comunidad aut¨®noma ser¨ªa un fen¨®meno artificial.
2. La autonom¨ªa podr¨ªa poner en peligro el desarrollo de las comarcas agrarias y de los peque?os municipios, en beneficio de la villa de Madrid y del ¨¢rea metropolitana.
Es mi opini¨®n clarificar las insuficiencias, contradicciones y errores que encierran estas tesis y voy a hacerlo siguiendo el mismo orden que arbitrariamente he establecido.
La "conciencia auton¨®mica" de los madrile?os
Al parecer, la conciencia auton¨®mica es una sustancia misteriosa, jur¨ªdicamente tan necesaria como milagrosa, que tienen en abundancia todos los espa?oles, salvo los madrile?os. Seg¨²n esta teor¨ªa, los espa?oles de Arag¨®n, de Cantabria o de Galicia tienen sobre s¨ª mismos una conciencia especial respecto a su situaci¨®n "en el Estado", que les permite acceder a su autogobierno; y los espa?oles de Madrid, no.
Hay que decir, de una vez por todas, que se confunde as¨ª la cuesti¨®n de las nacionalidades hist¨®ricas (Euskadi, Catalu?a y Galicia) o la relaci¨®n centro-periferia, con el proceso de una nueva articulaci¨®n del Estado, el Estado de las autonom¨ªas frente al Estado centralizado y centralista, que comporta una nueva distribuci¨®n del poder pol¨ªtico y de las competencias legislativas, administrativas y judiciales en distintos niveles (Estado, comunidad, municipio). Esta nueva articulaci¨®n del poder pol¨ªtico, independientemente de su aplicaci¨®n espec¨ªfica y contradictoria en las viejas nacionalidades, es deseable en general para el resto del Estado por razones de eficacia, solidaridad y control del poder pol¨ªtico por los ciudadanos.
a) Por razones de eficacia. La prestaci¨®n de una parte muy considerable de los servicios p¨²blicos en ¨¢mbitos regionales es m¨¢s eficiente en t¨¦rminos de coste y beneficio sociales que en ¨¢mbitos estatales. No se trata del rom¨¢ntico small is beautiful, sino de toda la moderna teor¨ªa de las administraciones p¨²blicas.
Adem¨¢s, la concentraci¨®n en el Gobierno de la comunidad aut¨®noma de las dispensas, costosas y contradictorias competencias de organismos, tales como Coplaco, Canal de Isabel II, Gobierno civil, Consejo de Municipios y Administraci¨®n perif¨¦rica e institucional de ¨¢mbito provincial, facilitar¨¢, abaratar¨¢ y simplificar¨¢, en beneficio de todos los ayuntamientos de la provincia, la compleja y confusa relaci¨®n que actualmente mantienen con el monstruo pluritentacular que es la Administraci¨®n p¨²blica en Madrid.
b) Por razones de control del poder pol¨ªtico. Los ciudadanos est¨¢n mejor situados para elegir a sus representantes y para fiscalizar su actuaci¨®n, por proximidad f¨ªsica, pol¨ªtica y psicol¨®gica, a los poderes pol¨ªticos m¨¢s cercanos, a los poderes m¨¢s localizados y limitados territorialmente que a los diseminados o extendidos por todo el Estado.
c) Por razones de solidaridad y equidad. Los vecinos-ciudadanos de Madrid, mantenidos en una hipot¨¦tica provincia sin autogobierno ni autonom¨ªa, no podr¨ªan cumplir, al, nivel de los andaluces o de los catalanes o valencianos, sus compromisos constitucionales, sus deberes-derechos de igualdad y solidaridad con todos los espa?oles, que son tambi¨¦n vecinos-ciudadanos que viven o vivir¨¢n en una determinada comunidad aut¨®noma. No podemos aceptar ya bolsas de centralismo e insolidaridad.
La descentralizaci¨®n pol¨ªtica y administrativa que entra?a la consecuci¨®n del autogobierno en el Estado de las autonom¨ªas es por todo ello una cuesti¨®n de vida o muerte para la profundizaci¨®n de la democracia, el bienestar de los madrile?os y la solidaridad e igualdad interregional, y para comprender esto no se necesita ninguna "conciencia auton¨®mica" especial, sino, pura y simplemente, un nivel de reflexi¨®n y de madurez pol¨ªtica y cultural que los madrile?os han demostrado por lo menos tanto como el resto de los espa?oles.
La dial¨¦ctica campo-ciudad
El temor al sobrepeso de la villa de Madrid sobre el resto de los municipios, sobre todo sobre los situados en las ¨¢reas rurales, est¨¢ siendo manipulado por los caciques pol¨ªticos del centralismo capitalino y por sus hom¨®logos los caciques de los pueblos peque?os o medianos de la provincia, con el interesado af¨¢n de mantener sus privilegios y su poder olig¨¢rquico.
Pero nada deben temer los peque?os y medianos municipios de la institucionalizaci¨®n de la provincia como comunidad aut¨®noma, porque en la medida que el poder pol¨ªtico se hace m¨¢s descentralizado y m¨¢s poroso a la fiscalizaci¨®n y el control de todos, en esa misma medida se garantiza su propia independencia y sus propios y leg¨ªtimos intereses. Por el contrario, el centralismo del modelo jacobino de Estado, empeorado a¨²n m¨¢s por la dictadura franquista fue el peor enemigo de la Espa?a rural. En el caso de Madrid es patente la industria y el desprecio que los ¨®rganos del poder central han exhibido frente al Madrid agr¨ªcola o ganadero, la sierra norte o las vegas y cuencas de sus r¨ªos, el patrimonio hist¨®rico y art¨ªstico de sus pueblos, las necesidades de agua, de plazas escolares o de mejores comunicaciones, de equipamientos deportivos y culturales.
Si en los ¨²ltimos tres a?os se ha quebrado esta tendencia secular, hay que atribuirlo a una pol¨ªtica descentralizadora del Gobierno de la Diputaci¨®n Provincial, que, en este sentido, est¨¢ prefigurando as¨ª una estrategia territorial reequilibradora y abierta, que deber¨¢ tener su pleno desarrollo en cuanto accedamos al autogobierno. No es, por tanto, causa eficiente de esta pol¨ªtica la distribuci¨®n de los diputados por partidos judiciales, que ya exist¨ªa en el viejo Estado de "oligarqu¨ªa y caciquismo" y en el r¨¦gimen franquista, sino el car¨¢cter democr¨¢tico, popular e integrador de la Diputaci¨®n Provincial surgida de las elecciones del 3 de abril de 1979
En este orden de realidades, incluso la agrupaci¨®n pol¨ªtica o administrativa de municipios en los actuales partidos judiciales carece de sentido fuera del estricto campo de la actividad judicial o registral para lo que fueron creados, que, por cierto, tambi¨¦n parece ser objeto de una pr¨®xima remodelaci¨®n por el Ministerio de Justicia. Habr¨¢ que pensar en una nueva reordenaci¨®n territorial, que, partiendo de la estructura econ¨®mica y espacial, permita una mayor homogeneidad para la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos comunes, para la elaboraci¨®n de pol¨ªticas zonales y sectoriales y para la mancomunidad o agrupaci¨®n del Ayuntamiento con objetivos comunes e interdependientes. Aqu¨ª se va a jugar la suerte de la contradicci¨®n objetiva campo-ciudad para superar sus propios l¨ªmites. Aqu¨ª y en el respeto por la comunidad a los ¨¢mbitos propios de la autonom¨ªa municipal de todos y cada uno de los ayuntamientos.
Por todo ello, los peque?os municipios potenciar¨¢n su capacidad de participar y controlar el nuevo poder descentralizado de la comunidad aut¨®noma de Madrid. Y ser¨¢n los primeros perjudicados quienes en el centro de la "capital del capital", o en el centro, muchas veces oculto, del poder pol¨ªtico de los pueblos peque?os y medianos, alienten la pretensi¨®n de mantener a nuestra provincia en una perpetua minor¨ªa de edad; es decir, sin llegar al nivel del autogobierno. As¨ª lo han entendido ya muchos alcaldes y concejales, independientes o miembros de los partidos pol¨ªticos que conforman el arco constitucional, sum¨¢ndose a la iniciativa auton¨®mica que asumi¨® la Diputaci¨®n Provincial de Madrid el d¨ªa 25 de junio en el castillo de Manzanares el Real.
Un ¨²ltimo an¨¢lisis de las dos bater¨ªas que apuntan de una u otra manera contra el proceso auton¨®mico de Madrid nos llevar¨ªa, con seguridad a su conceptuaci¨®n como armas que apuntan al mismo tiempo contra la construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas. La generalizaci¨®n del proceso auton¨®mico, la igualdad de todos los espa?oles ante la estructura del Estado, la descentralizaci¨®n como principio pol¨ªtico y administrativo, no admiten excepciones. Este es el fondo del problema.
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