?Para qu¨¦ sirven las teot¨ªas econ¨®micas?
Estamos viviendo un per¨ªodo interesante de confusi¨®n, puede que incluso creativa, en cuestiones de pol¨ªtica econ¨®mica. ?Qu¨¦ pol¨ªtica, si es que hay alguna, puede poner fin a la gran crisis? ?Qui¨¦n va a lograr detener el descenso econ¨®mico generalizado, que comenz¨® mucho antes de 1973 y de la crisis del petr¨®leo, como consecuencia de la inflaci¨®n y del estancamiento econ¨®mico?Se han probado nuevas pol¨ªticas para combatir la crisis. La teor¨ªa neokeynesiana, acogida jubilosamente en cierta ¨¦poca, es actualmente impopular, al tiempo que han ido ganando una mayor aceptaci¨®n las pol¨ªticas basadas en el monetarismo y en la contenci¨®n del gasto social, a pesar de que todav¨ªa queda por demostrar su eficacia. Casi todo el mundo afirma que hay que derrotar a la inflaci¨®n, el enemigo n¨²mero uno, para curar los males gemelos del paro y el crecimiento lento. Pero todos los pa¨ªses han combatido la inflaci¨®n a su manera y con grados diferentes de entusiasmo.
Luchar contra la inflaci¨®n
Actualmente se pueden comparar las actuaciones econ¨®micas de las principales naciones de Occidente a lo largo de un per¨ªodo de crisis bastante extenso: toda la d¨¦cada de los setenta. Pero tales comparaciones ofrecen poca claridad: son incapaces de indicar unas conexiones claras entre las diversas pol¨ªticas y las actuaciones econ¨®micas.
El profesor Fritz Scharpf, del Instituto Internacional de Administraci¨®n de Empresas de Berl¨ªn, present¨® recientemente un cuadro preparado por ¨¦l en una reuni¨®n organizada en Bolonia por la revista Il Mulino, en el que muestra la clasificaci¨®n, en base a su actuaci¨®n econ¨®mica, de ocho grandes pa¨ªses industriales durante los a?os 1970-1979: Alemania, Suiza, Austria, Estados Unidos, Francia, Suecia, Reino Unido e Italia. Es el mismo orden correspondiente a su actuaci¨®n contra la inflaci¨®n. Si se eligen otros indicadores el orden cambia de manera harto confusa. La clasificaci¨®n de estos ocho pa¨ªses en cuanto al crecimiento del producto nacional bruto es la siguiente (de m¨¢s r¨¢pido a m¨¢s lento): Austria, Francia, Estados Unidos, Italia, Alemania, Reino Unido, Suecia, Suiza. Si se elige el aumento del paro -otro de los principales indicadores del ¨¦xito econ¨®mico- vuelve a cambiar el orden: Estados Unidos, Suecia, Italia, Francia, Austria, Reino Unido, Alemania, Suiza. ?Se puede sacar alguna lecci¨®n de la comparaci¨®n de las tres clasificaciones de actuaci¨®n econ¨®mica?
Dudas sobre la esperanza
La conclusi¨®n del profesor Scharpf es que "estos resultados arrojan serias dudas sobre la esperanza neokeynesiana de que unas tasas de inflaci¨®n m¨¢s elevadas concluir¨ªan, al menos, en un mayor crecimiento econ¨®mico, pero resultan igualmente frustrantes para los monetaristas, que consideran la estabilidad de precios como condici¨®n necesaria y suficiente para un r¨¢pido desarrollo".
Pero si es correcta tal conclusi¨®n, y por mucho que se intente es imposible establecer una relaci¨®n significativa y consistente entre las tres clasificaciones, entonces, ?c¨®mo se ha llegado a la situaci¨®n actual?
Una explicaci¨®n posible, dada sin mucha confianza por el profesor Scharpf, es la de que "la actuaci¨®n de las instituciones", en relaci¨®n con los factores pol¨ªticos y sociales, tuvo quiz¨¢ m¨¢s importancia que la pol¨ªtica econ¨®mica en sentido estricto en la determinaci¨®n de los ¨¦xitos y fracasos de cada uno de esos pa¨ªses.
Y en este campo se incluye el comportamiento de los sindicatos y la pol¨ªtica de salarios. Puede que las econom¨ªas m¨¢s gobernables fueran las de aquellos pa¨ªses en los que las instituciones neocorporativas estaban m¨¢s desarrolladas y las relaciones entre ¨¦stas, por un lado, y entre estas instituciones y el Estado, por otro, eran de mayor cooperaci¨®n. Puede que esto haya influido en los resultados m¨¢s que la pol¨ªtica econ¨®mica, tanto neokeynesiana como monetarista.
Otros factores importantes son todav¨ªa menos f¨¢ciles de medir, tales como la floreciente vitalidad de la peque?a empresa italiana o el genio japon¨¦s para la innovaci¨®n tecnol¨®gica. Igualmente hay factores culturales, enraizados en la historia de cada naci¨®n, que no pueden reproducirse en otra parte.
En los lejanos a?os del boom econ¨®mico universal, las teor¨ªas y pol¨ªticas econ¨®micas parec¨ªan ser las responsables de los logros de todos los pa¨ªses. Pero ahora, en los a?os malos, se ven claramente los l¨ªmites de su eficacia. Parafraseando a Tolstoi, todas las econom¨ªas triunfantes parecen iguales; todas las econom¨ªas fracasadas lo son cada una de manera diferente.
Qu¨¦ pol¨ªtica seguir
Quiz¨¢ esto explique por qu¨¦ var¨ªan tanto las pol¨ªticas econ¨®micas. ?Cu¨¢l va a ir mejor? ?El monetarismo anglo-norteamericano de la mano de medidas de contenci¨®n del gasto social? ?0 la confianza de los alemanes en la moderaci¨®n de los sindicatos? ?0 el socialismo franc¨¦s, basado en la expansi¨®n del sector p¨²blico y en una pol¨ªtica neokeynesiana de despreocupaci¨®n ante la inflaci¨®n?
Puede que dentro de algunos a?os estas comparaciones entre naciones que ahora parecen tener una utilidad limitada sean m¨¢s reveladoras. Por ahora no est¨¢ claro qu¨¦ pol¨ªtica es la mejor para conseguir el m¨¢s r¨¢pido crecimiento necesario para la creaci¨®n de empleos suficientes, para poder ofrecer unos buenos servicios sociales y para satisfacer nuestros opulentos gustos.
Mientras que la crisis es global, las diferencias nacionales son quiz¨¢ demasiado grandes para que una receta valga para todos los pa¨ªses. Puede que los fracasos propios sean m¨¢s instructivos que los ¨¦xitos de otros.
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