La lucha por la libertad de Prensa
Talloires, Madrid y R¨ªo de Janeiro: estos tres nombres pasar¨¢n a significar en la historia del periodismo sendos toques a rebato, avisadores de los peligros que acechan a la libertad de expresi¨®n en el conturbado mundo de hoy.La primavera pasada, la aldea alpina de Talloires (Francia) acog¨ªa a la m¨¢s importante concentraci¨®n de personalidades de la Prensa mundial, procedentes de veintid¨®s pa¨ªses, que se haya conocido nunca, convocada -con el t¨ªtulo de Voces de la libertad- por la Fletcher School, de la Universidad estadounidense de Tufts, y el Comit¨¦ Mundial de Libertad de Prensa. All¨ª se alumbr¨® la Declaraci¨®n de Talloires, que supone una carta magna de la libertad de expresi¨®n.
Una semana m¨¢s tarde, la Federaci¨®n Internacional de Editores de Diarios y Publicaciones (FIEJ), que agrupa a veinticuatro asociaciones de editores de diarios y publicaciones de otros tantos pa¨ªses de los cinco continentes, celebraba en Madrid su 34? congreso, y sus resoluciones vinieron a respaldar totalmente los t¨¦rminos de la Declaraci¨®n de Talloires. Recientemente se reuni¨® en R¨ªo de Janeiro la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), formada por la casi totalidad de las publicaciones del hemisferio americano, y en sus sesiones de trabajo volvieron a tratarse los asuntos de Talloires y de Madrid, y volvieron a reproducirse en sus resoluciones id¨¦nticas actitudes de alerta y afirmaci¨®n de los principios en que descansa el concepto liberal de la Prensa.
Ocurre que en el mundo de hoy apenas pasan de cuarenta las naciones que gozan de un sistema de libertades. Las dem¨¢s est¨¢n sometidas a reg¨ªmenes autoritarios o a dictaduras. Y cuando unas y otras se encuentran en un organismo internacional como la Unesco y este instituto decide estudiar los problemas de la informaci¨®n, se produce, como es natural, el enfrentamiento entre dos concepciones de la Prensa irreconciliables: una de ellas es la concepci¨®n liberal, propia de las sociedades democr¨¢ticas, seg¨²n la cual la Prensa tiene que ser libre para poder informar, sin m¨¢s consideraciones, y la otra es la autoritaria, propia de los reg¨ªmenes totalitarios, que subordina la Prensa al inter¨¦s nacional, cuyo ¨²nico int¨¦rprete leg¨ªtimo es el Estado.
Lean esto: ?Agosto 16, 1981 (UPI). Varsovia, Polonia. El jefe del Partido Comunista polaco, Stanislaw Kania, dijo que el partido jam¨¢s renunciar¨¢ al control de los medios de informaci¨®n. Asegurando casi una confrontaci¨®n con el sindicato Solidaridad, respecto a las exigencias de ¨¦ste de una informaci¨®n m¨¢s equilibrada, Kania afirm¨® que los medios de informaci¨®n de masas no pueden tener un car¨¢cter apol¨ªtico; los ¨®rganos de difusi¨®n son un elemento importante, no s¨®lo para la expresi¨®n de la opini¨®n p¨²blica, sino tambi¨¦n un medio para orientarla en el sentido de fortalecer el socialismo en Polonia?.
Nuevo orden mundial
Aprovechando un marco id¨®neo como es el de la Unesco, con su prestigio y alcance universal, los pa¨ªses del socialismo real han prestado su apoyo a los del Tercer Mundo y puesto en marcha una operaci¨®n a escala mundial contra la libertad de Prensa. En efecto, con el pretexto de que, tras la descolonizaci¨®n, los pa¨ªses del Tercer Mundo han quedado a la intemperie y de que la mayor¨ªa de los medios t¨¦cnicos de comunicaci¨®n se hallan en poder de los antiguos pa¨ªses colonizadores, las ricas naciones industrializadas; con el pretexto de corregir el desequilibrio de la corriente informativa que, dominada por las grandes agencias occidentales -UPI, AP, Reuters y France Presse-, s¨®lo sirven, seg¨²n ellos, a los intereses de los pa¨ªses industriales, en perjuicio de los no desarrollados, cuyos problemas se ignoran, y s¨®lo se toma de ellos lo folkl¨®rico, lo escandaloso y lo negativo; con ¨¦stos y otros pretextos, razonables y atendibles, se propone un nuevo orden mundial de la informaci¨®n. El contenido de ¨¦ste est¨¢ a¨²n por definir, pero, por los conceptos y soluciones que apunta, desemboca en una respuesta m¨¢s injusta que la situaci¨®n a enmendar.
Se pretende poner a la Prensa al servicio del desarrollo de los pueblos, bajo el control de los Gobiernos; que la Unesco elabore un c¨®digo de ¨¦tica para los periodistas y que las agencias de noticias promuevan los fines sociales, culturales y pol¨ªticos definidos por los respectivos Gobiernos. Se propone tambi¨¦n un centro internacional de estudio y planteamiento de la informaci¨®n y las comunicaciones bajo la ¨¦gida de la Unesco, que vigilar¨ªa los medios informativos del mundo entero, dictar¨ªa normas de actuaci¨®n y servir¨ªa de centro de formaci¨®n para periodistas. Se pretende, en fin, convertir a la Prensa en instrumento al servicio de los que mandan. En todo ello, si bien se mira, hay que reconocer una coherencia meridiana, pues ?qu¨¦ otra concepci¨®n de la Prensa puede salir de un organismo integrado por m¨¢s de 150 Estados, de los cuales unos 110 est¨¢n dominados por reg¨ªmenes autoritarios o dictaduras?
Contra los peligros de esta Prensa autoritaria, ocultos en argumentos respetables y atractivos, advierten los congresos de Talloires, Madrid y R¨ªo de Janeiro. Sus resoluciones condenan tajantemente los intentos de control alentados por la Unesco y est¨¢n inspiradas en los fundamentos de los grandes ideales que. liberaron a los pueblos de la opresi¨®n y asentaron los derechos humanos como postulados necesarios de la convivencia.
Dice, entre otras cosas, la Declaraci¨®n de Talloires: ?Creemos que la libre informaci¨®n y circulaci¨®n de ideas es esencial para la comprensi¨®n mutua y la paz mundial?; ?la negaci¨®n de la libertad de Prensa niega la libertad del individuo?; ?los c¨®digos de ¨¦tica period¨ªstica no pueden ser formulados, impuestos o controlados por los Gobiernos sin convertirse en un instrumento de control oficial de la Prensa y, por tanto, en una negaci¨®n de la libertad de Prensa?; ?rechazamos las opiniones de los te¨®ricos de la informaci¨®n y de aquellos funcionarios nacionales e internacionales que afirman que mientras que el pueblo de algunos pa¨ªses est¨¢ preparado para la libertad de Prensa, el de otros est¨¢ insuficientemente desarrollado para gozar de esa libertad?.
El congreso de Madrid, al respaldar totalmente los t¨¦rminos de la Declaraci¨®n de Talloires, afirma ?su compromiso con el art¨ªculo 19 de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos (que dice): cada persona tiene el derecho a la libertad de opini¨®n y de expresi¨®n; este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencias y de buscar, recibir e importar informaci¨®n e ideas a trav¨¦s de cualquier medio y sin tener en cuenta las fronteras, y convoca a todas las naciones y organismos internacionales a respetarlo fielmente?. Tambi¨¦n afirman los editores de diarios ?su creencia de que los organismos internacionales, como la Unesco, deben abandonar sus intentos de regular la cobertura informativa de las noticias y de formular reglas de conducta para la Prensa ... ?.
La asamblea de la SIP en R¨ªo de Janeiro resuelve, despu¨¦s de respaldar la Declaraci¨®n de Talloires, ?condenar, una vez m¨¢s, los intentos de incluir en un cuerpo de doctrina internacional conocido como el "nuevo orden mundial de la informaci¨®n" una serie de conceptos que conspiran contra la libertad y la independencia?.
En distintas intervenciones se valor¨® la importancia de la actitud de Estados Unidos frente al nuevo orden mundial de la informaci¨®n y a las tendencias de ¨¦l derivadas, y de ella dio testimonio el vicepresidente norteamericano, George Bush, que acudi¨® a R¨ªa para decir: ?D¨¦jenme decir algo sobre la postura de EE UU en tomo a la propuesta de la Unesco. Estamos rotundamente en contra de ella. Nos oponemos a los c¨®digos internacionales de ¨¦tica period¨ªstica, a las licencias para ejercer el periodismo, a los c¨®digos de publicidad y a cualquier otro sistema similar que implique juicios y restricciones. La censura, bajo cualquier otro nombre, sigue siendo censura?.
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