El bochorno de un fin de semana
EL TRATAMIENTO dispensado este fin semana por el Gobierno a las manifestaciones parafascistas merece la condena de los ciudadanos amantes del r¨¦gimen de libertades. Las escenas del s¨¢bado y domingo en Madrid superaron la escenograf¨ªa del merendero de la pel¨ªcula Cabaret.
Cualquier persona con certificado de estudios primarios sabe que uno de los valores diferenciales de la democracia consiste en que los enemigos del r¨¦gimen pol¨ªtico que ampara las libertades pueden manifestar pac¨ªficamente su desacuerdo. Las dictaduras condenan, en cambio, a sus adversarios al inapelable juicio del pelot¨®n de fusilamiento o los rigores eternos de las mazmorras. Pero desde que el 23 de febrero fuera arrojado al suelo por la fuerza de las armas, hasta ahora no se conoc¨ªa una actitud tan censurable del Gobierno en lo que se refiere a la lenidad e impotencia frente a las agresiones de los matones del m¨¢s rancio, viejo y escler¨®tico fascismo que pervive en el mundo.
El ministro de Cultura y su director general, Javier Tusell, se destapaban como r¨ªgidos defensores del patrimonio art¨ªstico nacional, ordenando retirar de la plaza de Oriente las vallas publicitarias que recordaban el aniversario de la Constituci¨®n. L¨¢stima que este celo art¨ªstico no les hubiera conducido a solicitar del gobernador civil que la concentraci¨®n se celebrara en otro lugar que no pudiera poner en peligro tan preciado entorno arquitect¨®nico. Este gobernador civil que padecemos no merece tener en sus manos las responsabilidades de orden p¨²blico, y no sabemos si est¨¢ capacitado para las de alg¨²n otro orden. Todos conoc¨ªamos la facilidad con que en la nueva RTVE se maneja la tijera de la censura, pero ignor¨¢bamos que fuera a conceder los honores m¨¢ximos en los informativos de la televisi¨®n estatal a los enemigos del r¨¦gimen, que injuriaban al rey y vitoreaban la farsa tragic¨®mica de Tejero. Como todo el mundo sabe y nadie ignora, el Rey y el alcalde de Madrid son autoridades del Estado amparadas por las normas constitucionales, y las injurias y calumnias de que pudieran ser v¨ªctimas deber¨ªan ser perseguidas por tos poderes p¨²blicos. Este fin de semana, en pleno centro de la capital de Espa?a, don Juan Carlos y Enrique Tierno fueron objeto de un abanico inimaginable de insultos, amplificados en ocasiones por los m¨¢s sofisticados medios ac¨²sticos. Aplicando la nueva jurisprudencia, a la que parece quieren acostumbrarnos, no bastar¨ªa con procesar y condenar a los injuriantes. Tambi¨¦n merece la pena tener en cuenta la imprudencia o negligencia profesional del gobernador civil de Madrid, que ha facilitado con la misma la comisi¨®n de tales delitos.
Estas pinceladas sit¨²an al Gobierno ante su aut¨¦ntica responsabilidad. Un Gabinete salido de la resaca del intento de golpe de Estado debe definir con hechos si est¨¢ dispuesto a solidificar el r¨¦gimen de libertades e impedir el ascenso de las fuerzas que pretenden subvertir el r¨¦gimen. La actitud gubernamental de este fin de semana, con independencia de sus intenciones, bien podr¨ªa ser explicada como un intento de demostraci¨®n a los ciudadanos de que ¨²nicamente existen dos opciones posibles a votar en las pr¨®ximas elecciones: el se?or Calvo Sotelo o el se?or Pi?ar. O aqu¨¦l o el diluvio. Este parece el mensaje oculto de tantas debilidades y coincidencias. Y como estamos seguros de que nada m¨¢s lejos del verdadero sentimiento oficial que late en el abandono de la capital de Espa?a, el s¨¢bado por la noche, a las gamberradas de un pu?ado de infames jovencitos es por lo que pedimos se sustancien las responsabilidades de quien las tenga y no ofrezca m¨¢s el Gobierno el bochornoso espect¨¢culo de culpar a la Polic¨ªa Municipal de los disturbios.
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