Las "explosiones militares"
Es la segunda vez que me tomo la molestia de escribirle en relaci¨®n con noticias aparecidas en el peri¨®dico que usted dirige. En anterior ocasi¨®n lo hice -por cierto, en circunstancias muy parecidas a las actuales, tambi¨¦n con una situaci¨®n pol¨ªtica deteriorada y con una notable debilidad gubernamental- el d¨ªa 9 de enero del presente a?o y para protestar por el tratamiento que ustedes se atrevieron a dar al discurso que Su Majestad el Rey pronunci¨® con motivo de la Pascua Militar. "Manipulaci¨®n informativa", fue el t¨ªtulo que acertadamente pusieron a mi carta cuando tuvieron la dignidad -nobleza obliga- de publicarla el d¨ªa 22 del citado mes. Naturalmente, por aquellos d¨ªas el fervor mon¨¢rquico de su peri¨®dico, tan sorprendentemente vigorizado despu¨¦s de los desgraciados acontecimientos del d¨ªa 23 de febrero, no era tan acusado.Hoy, el motivo que me impele para volver a hacerlo es la lectura de EL PAIS del pasado domingo, d¨ªa 15 de noviembre. En ¨¦l se insertaba una cr¨®nica del, al parecer, especialista en comentarios sobre ambiente militar y ex director de Diario 16 -con eso lo digo todo- Miguel Angel Aguilar, titulada "Intensa actividad golpista en la creaci¨®n de un clima favorable a sus objetivos". En ella, tras hacerse eco de la existencia de rumores sobre movimientos militares que se supone corr¨ªan por distintas redacciones de Madrid, hace su an¨¢lisis de la situaci¨®n militar y tiene la osad¨ªa de injuriar, y gravemente por lo que dice y el contexto en que lo hace, al teniente general don Jes¨²s Gonz¨¢lez del Yerro Mart¨ªnez, militar de brillant¨ªsima biograf¨ªa al servicio de Espa?a, actual n¨²mero dos del escalaf¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra y ejemplar capit¨¢n general de Canarias, del que tengo el honor y el orgullo de ser el mayor de sus diez hijos, honor y orgullo que estoy dispuesto, naturalmente, a defender, incluso, como poco, a bofetadas.
Se?ala el ex director de Diario 16 que, seg¨²n todos los expertos -no dice en que-, una de las tres medidas necesarias que despu¨¦s del 23-F los deberes esenciales del Gobierno exig¨ªan, en aplicaci¨®n de la grave lecci¨®n recibida, era "el desarrollo de una pol¨ªtica de destinos cuidadosa, que asegurase, al menos, las posiciones clave de las unidades operativas". Hablemos claro, se?or Aguilar; precisamente esa "pol¨ªtica de destinos cuidadosa" a la hora de cubrir la c¨²spide de la cadena de mando militar fue uno de los elementos que esencialmente contribuyeron a crear la situaci¨®n y a provocar el animus que permiti¨® se dieran los acontecimientos del 23-F.
Se?ores periodistas: los militares no somos ni m¨¢s listos ni m¨¢s tontos, ni mejores ni peores que el resto de los ciudadanos. Si renunciamos al desarrollo de unos derechos es en virtud de unos deberes. Si gustosamente nos encardinamos en una estructura jerarquizada, en la que la disciplina es pieza esencial y constitutiva de la idea misma de milicia, es porque aspiramos que se fundamente en una corriente de mutua comprensi¨®n y confianza a lo largo de toda la cadena de mando. Por tanto, si esa corriente se quiebra en la cabeza, si ¨¦sta se desgaja del cuerpo al que pertenece, si deja de ser voz de los distintos ej¨¦rcitos, para convertirse en portavoz ante ¨¦stos, entonces el esencial flujo de sentimientos, inquietudes y aspiraciones no corre: se atasca, produciendo el mismo efecto que el vapor de agua de una olla a presi¨®n a la que se tapona la v¨¢lvula de escape o seguridad.
Se?or Aguilar: a ver si se entera; la soluci¨®n para evitar explosiones militares no pasa por una pol¨ªtica de destinos basada en motivos distintos de los profesionales, que no har¨ªa -que no hace- sino dividir
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al Ej¨¦rcito. De lo que se trata es de llevar una pol¨ªtica militar respetuosa con lo militar, que no politice al Ej¨¦rcito, que no abone campos de cultivo de posibles conspiraciones dentro de la ya de por s¨ª dif¨ªcil situaci¨®n nacional.
Dejemos la caza de brujas. El problema no es que los militares respeten la Constituci¨®n, que no s¨®lo la respetan, sino que la garantizan; el problema es que nuestros actuales pol¨ªticos la apliquen, la cumplan. Y que para cuando su impotencia llegue al punto de que nuestros problemas nacionales desborden su mediocridad y su angosta imaginaci¨®n no sepa ofrecer banderas a este pueblo ansioso de seguir alguna, prevean y desarrollen los cauces que admite nuestra Constituci¨®n, que pudieran posibilitar el retorno al camino de la luz en el caso de caer en la completa oscuridad./ teniente auditor de la Armada,
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