El Monte de El Pardo, parque nacional
La abarrotada y hacinada ciudad de Madrid posee una caracter¨ªstica ins¨®lita, no igualada por ninguna capital europea: la presencia a sus puertas de la inmensa arboleda de la zona del Monte de El Pardo, el mayor espacio boscoso continuo de la provincia. M¨¢s todav¨ªa, aparte de singulares paisajes hist¨®ricos de gran belleza, ese territorio contiene algunos de los ecosistemas mejor conservados de Europa, con representaci¨®n de especies espectaculares de gran valor cient¨ªfico y pedag¨®gico.De forma tambi¨¦n ins¨®lita, las 15.000 hect¨¢reas de El Pardo son desconocidas para los madrile?os, est¨¢n casi inexploradas cient¨ªficamente y no cumplen ninguna funci¨®n social conocida, constituyendo uno de los m¨¢s llamativos casos de privaci¨®n de disfrute del propio patrimonio cultural de los ciudadanos de un Estado moderno.
Pedagog¨ªa de la naturaleza
Utilizado y gestionado de forma racional, el Monte de El Pardo deber¨ªa desempe?ar, sin menoscabo de su conservaci¨®n, un papel importante en la protecci¨®n del patrimonio y en la pedagog¨ªa de la naturaleza, contribuyendo eficazmente a la educaci¨®n y sensibilizaci¨®n ambientales de los madrile?os. Esa afortunada combinaci¨®n de territorios complementarios, monta?a y llanura, bosque, dehesa, pastizales, matorrales y vegas, contiene una fauna y vegetaci¨®n de excepcional belleza e inter¨¦s y cuya inmediata vecindad a la gran urbe causa asombro.
El ¨¢guila imperial espa?ola, por ejemplo, ave magn¨ªfica de la que s¨®lo quedan unos 60 individuos en el mundo, tiene en El Pardo una zona de nidificaci¨®n y, sobre todo, de invernada de j¨®venes, poseyendo para la especie una importancia superior a las de Do?ana y Monfrag¨¹e. (Por supuesto, existen en El Pardo otros tipos de ¨¢guilas, como la real y otras de menor tama?o: calzada y perdicera.)
Otro asombroso ejemplo del valor faun¨ªstico de El Pardo es el buitre negro (s¨®lo una de las tres especies de vult¨¢ridos que all¨ª se presentan).
Se trata del ave europea de mayor envergadura, tambi¨¦n en peligro de extinci¨®n, y que tiene en El Pardo uno de sus ¨²ltimos refugios. Existen incre¨ªbles fotograf¨ªas que muestran a esta ave extraordinaria cerni¨¦ndose sobre un fondo de rascacielos madrile?os.
A pesar de las destrucciones ocurridas en los ¨²ltimos cincuenta a?os, la riqueza faun¨ªstica de El Pardo sigue siendo muy notable. Si bien desaparecieron el oso, el lobo, la nutria y el lince (la reintroducci¨®n de este ¨²ltimo, extinguido recientemente, ser¨ªa interesante), persisten todav¨ªa especies raras, como el elanio azul, las grullas, las cig¨¹e?as negras, etc¨¦tera, y una enorme cantidad de herb¨ªvoros: gamos, ciervos y jabal¨ªes, cuya observaci¨®n es instructiva y apasionante.
La riqueza de esa fauna es ¨ªndice de la integridad de uno de los m¨¢s importantes vestigios del primitivo sistema ecol¨®gico castellano de llanura. Independientemente de su valor natural¨ªstico, el monumento natural del Monte de El Pardo nos sirve para comprender la historia de la utilizaci¨®n del suelo en el centro de Espa?a.
Gran parte del arbolado de El Pardo corresponde al encinar "ahuecado" o dehesa, de gran tradici¨®n en la ganader¨ªa espa?ola. En sus c¨¦spedes vegetan los ecotipos de plantas que permitieron el esplendor de la caba?a lanar castellana, como el c¨¦lebre "tr¨¦bol subterr¨¢neo" y otras veintid¨®s especies de tr¨¦boles fijadores de nitr¨®geno para los pastizales.
Pero la encina no es el ¨²nico ¨¢rbol de El Pardo. En admirable ajuste a la topograf¨ªa, la humedad y las variaciones del suelo encontramos tambi¨¦n el alcornoque, los sobrios enebros que resisten el fr¨ªo, la sequ¨ªa y el suelo rocoso, y, ya en situaciones m¨¢s favorables (umbr¨ªas), interesantes bosquetes de quejigos y arces.
En las vegas de los arroyos, el "fresno del pa¨ªs" forma bosques de galer¨ªa caracterizados por un microclima agradable en verano. En efecto, este ¨¢rbol llega con sus ra¨ªces a la capa fre¨¢tica, que le permite seguir evaporando agua en verano, cuando las encinas ya no transpiran. Cada gramo de agua evaporado en las hojas equivale a la disipaci¨®n de 590 calor¨ªas. De ah¨ª el frescor producido, adem¨¢s del beneficio de la sombra.
La admirable arquitectura de arbolado y matorrales y animales de El Pardo corresponde a un paisaje "can¨®nico" de un sabio equilibrio entre el hombre y la naturaleza, un documento vivo donde podemos leer la historia de la caza, de la ganader¨ªa, de la agricultura, del uso del suelo; una lecci¨®n de historia y de ecolog¨ªa para conocer cada vez mejor las ra¨ªces del pasado madrile?o.
No debemos permitir que ese documento se deteriore, que esa lecci¨®n siga siendo ignorada por los madrile?os.
Es urgente que la condici¨®n del territorio singular y valios¨ªsimo de El Pardo se racionalice y se le d¨¦ una funci¨®n social acorde con los valores cient¨ªficos, culturales y pedag¨®gicos que contiene y con las circunstancias de un Estado democr¨¢tico del siglo XX. Como Valenzuela indica en su estudio Segregaci¨®n y cambio funcional en un espacio forestal suburbano, la funci¨®n de El Pardo no puede ser la misma en nuestros d¨ªas que en 1712 o en 1940.
Defensa frente a la especulaci¨®n
Es necesario un r¨¦gimen de protecci¨®n especial de El Pardo y su entorno, para asegurar la defensa frente a la especulaci¨®n y construcci¨®n abusivas que ya ha comenzado a roer los bordes de lo que deber¨ªan ser zonas de protecci¨®n, que invadi¨® no hace mucho zonas del propio monte y que amenaza de obliteraci¨®n el "corredor verde" que debe continuar comunicando Madrid con la sierra y que es necesario para la persistencia de los animales m¨¢s valiosos del monte.
Es urgente tambi¨¦n una figura jur¨ªdica que garantice la protecci¨®n y gesti¨®n cient¨ªficas de la fauna, flora, gea y paisajes de El Pardo sometidos a grave deterioro en los ¨²ltimos cincuenta a?os, y que, sin interferir en los usos residenciales por parte del Rey, facilite al madrile?o el disfrute de los recursos cient¨ªficos, pedag¨®gicos y culturales en zonas especialmente acondicionadas.
Una ley especial de protecci¨®n que adaptase a la singular condici¨®n del territorio del Monte de El Pardo la mayor¨ªa de las ventajas de un parque nacional ser¨ªa la soluci¨®n ideal.
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