La espantada de Fez
No SE comprende bien c¨®mo los jefes de Estado y de Gobierno de los pa¨ªses ¨¢rabes han llegado a la espantada de Fez: c¨®mo sus contactos diplom¨¢ticos y las reuniones preparatorias no les hab¨ªan advertido a tiempo que cualquier intento de negociaci¨®n sobre el plan de Arabia Saud¨ª era imposible. En apenas cinco horas de sesiones, los prohombres ¨¢rabes decidieron que no hab¨ªa soluci¨®n y se lanzaron a la carrera sobre sus aviones. Querr¨ªan, quiz¨¢, volver a sus pa¨ªses con la imagen de quien ha querido colaborar a un arreglo posible, pero sin hacer concesiones excesivas. La realidad es que los gobernantes de los pa¨ªses ¨¢rabes, muchos de ellos autocr¨¢ticos y sin mecanismos de soberan¨ªa popular ni siquiera imaginables, pueden tener, en ocasiones, m¨¢s miedo a sus opiniones p¨²blicas que los gobernantes de las democracias europeas. La raz¨®n est¨¢ en que las soluciones a una dictadura suelen pasar por la revoluci¨®n y el atentado, y los errores de una democracia -cuando est¨¢ bien establecida- son incruentos, pasan por las urnas y dejan la posibilidad apacible de meditar desde la oposici¨®n. En los pa¨ªses ¨¢rabes hay una presi¨®n interna muy importante, que viene del revolucionarismo isl¨¢mico -cuyo ¨²ltimo brote visible ha sido el asesinato de Sadat-. Y ese revolucionarismo no acepta la implantaci¨®n jud¨ªa en Palestina, como no acepta la ola de occidentalismo en sus respectivos pa¨ªses. En los pa¨ªses del Frente de Rechazo el tema ni se plantea, y se prefiere la colaboraci¨®n con la Uni¨®n Sovi¨¦tica de una manera coyuntural (ser¨ªa insensato creer que el revolucionarismo isl¨¢mico es un aliado ideol¨®gico del comunismo); en los pa¨ªses llamados moderados -incluyendo a Arab¨ªa Saud¨ª-, los gobernantes tienen que estar con un cuidado exquisito de no ir m¨¢s lejos de lo que la situaci¨®n permite. Nadie quiere ser Egipto -quiz¨¢ ni Egipto- y ponerse en frente de una corriente de signo jomeinista que crece y crece. Aunque cada uno de los grandes pol¨ªticos ¨¢rabes que han acudido a Fez tenga motivaciones distintas, y se encuentre en situaciones no comparables, el denominador com¨²n parece ser ¨¦ste. Por tanto, ir a Fez podr¨ªa parecer para cada uno de ellos una excelente raz¨®n para poder huir de Fez sin llegar a nada; ir a Fez significa una buena voluntad; huir de Fez; una resistencia a las concesiones a Occidente y a Israel. Dentro de la sutil y compleja pol¨ªtica ¨¢rabe, todo este juego parece bastante coherente. Se buscaba en esta conferencia la gran. unanimidad ¨¢rabe, la ocasi¨®n de mostrar al mundo una capacidad de unificar posturas. Parad¨®jicamente, la unanimidad ha estado en la ruptura y la huida. Fuera de todo compromiso directo.
Situaci¨®n grave para Arabia Saud¨ª, autora del plan moderado; para Marruecos, organizador de la conferencia, y para las pretensiones de Estados Unidos de revitalizar sus propuestas de Camp David, actualizadas por Reagan. La Uni¨®n Sovi¨¦tica se habr¨¢ visto satisfecha: el plan y la unanimidad ¨¢rabe se hab¨ªan presentado como un frente unido ante las pretensiones sovi¨¦ticas de expansi¨®n. Tambi¨¦n el Frente de Rechazo puede ver fortalecida ahora su posici¨®n.
En Israel, para su Gobierno ultra, el plan de Arab¨ªa Saud¨ª representaba la retirada de algunas de sus reivindicaciones eternas, y lo que parec¨ªa ganar en cuanto a legalizaci¨®n o reconocimiento lo pod¨ªa perder en concesiones a los palestinos. Egipto, en cambio, ten¨ªa sus esperanzas, ahora frustradas, puestas en Fez: irradiada de la comunidad ¨¢rabe, la naci¨®n egipcia podr¨ªa volver a su seno si los moderados llegaban a un acuerdo de principio, al que el nuevo gobernante Mubarak, sustituto de Sadat, pudiera sumarse, mientras efectuaba algunos cambios discretos en su pa¨ªs -parece haberlos iniciado ya con la liberaci¨®n de algunos presos pol¨ªticos y las promesas de respeto a la oposici¨®n-. La desadatizaci¨®n habr¨ªa dado un buen paso (lo cual tampoco est¨¢ en los deseos de Israel). Las perspectivas, ahora, se caracterizan porque no existen. No hay otro plan viable que sustituya al de Arabia Saud¨ª. Entre el imposible de la desaparici¨®n del Estado de Israel y la recuperaci¨®n de una Palestina ¨¢rabe, y el imposible tambi¨¦n de un reconocimiento puro y simple y una absorci¨®n de los palestinos residuales por el resto del mundo ¨¢rabe, hay un posible de matices, propuestas, mediaciones... Una situaci¨®n de guerra no est¨¢ excluida, con algunos brotes revolucionarios. Pero ninguno de los gobernantes ¨¢rabes quiere hoy ser el sha del Ir¨¢n o Sadat de Egipto. Prefieren huir de Fez.
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