Entre la guerra y la paz
La visita de Le¨®nidas Breznev a la Rep¨²blica Federal de Alemania y el comienzo de las conversaciones de Ginebra sobre armamento nuclear parecen sugerir que est¨¢ a punto de iniciarse una nueva ¨¦poca en las negociaciones Este-Oeste.?Podemos esperar que la d¨¦cada de los ochenta nos presente menos amenazas a la paz mundial de lo que se esperaba a finales de los setenta?
En los ¨²ltimos a?os, todo an¨¢lisis de la situaci¨®n mundial inclu¨ªan una larga lista de "factores peligrosos": la explosiva combinaci¨®n de la debilidad de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, con su inmenso poder¨ªo militar; la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica de Estados Unidos, que compromete su eficacia como superpotencia; las m¨²ltiples tensiones del Tercer Mundo; el fracaso de Europa en la utilizaci¨®n de su verdadero potencial para fortalecer el orden mundial, y el empeoramiento de una crisis econ¨®mica de dimensi¨®n mundial.
A finales de los setenta, la distensi¨®n era ya v¨ªctima del juego entre esos factores de peligro, y uno pod¨ªa muy bien imaginarse, en los ochenta, nuevos escenarios de confrontaci¨®n directa entre las superpotencias sobre alg¨²n tema vital.
Intentos de limitar los factores de peligro
?Hasta qu¨¦ extremo han confirmado los recientes acontecimientos ese sombr¨ªo panorama? ?Permite el comienzo de nuevas gene raciones confiar en que los factores de peligro quedar¨¢n bajo control?.
Los peligros siguen ah¨ª todav¨ªa pero quiz¨¢ se vea tambi¨¦n alg¨²n intento de limitarlos. Tomemos como ejemplo Oriente Pr¨®ximo que sigue siendo el foco central de la inestabilidad del Tercer Mundo
El potencial revolucionario del movimiento isl¨¢mico, que es una de las amenazas mayores contra el orden y la estabilidad de la regi¨®n a sido nuevamente puesto a prueba con el asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat. Pero tanto la ca¨®tica situaci¨®n de Ir¨¢n como la guerra irano-iraqu¨ª muestran tambi¨¦n que las amenazas de los ayatollahs provocan violentas resistencias y reacciones, que limitan su capacidad expansionista.
Am¨¦rica, e incluso Europa, han mostrado asimismo su disposici¨®n para aumentar su nivel de influencia militar y pol¨ªtica, al tiempo que en el mundo ¨¢rabe se empiezan a bosquejar nuevas v¨ªas de negociaci¨®n en torno al conflicto con Israel.
Indudablemente, el peligro de guerras y revoluciones sigue siendo grande, pero ciertas tendencias contradictorias y algunos sistemas organizados han demostrado que esta regi¨®n no sigue necesariamente un camino unitario hacia una ruptura violenta.
La crisis de las superpotencias
Como complemento importante a estas m¨¢s esperanzadoras tendencias en Oriente Pr¨®ximo, el mercado del petr¨®leo ya no aparenta ser tan desesperadamente ingobernable. Ahora parece posible pensar en que los precios del petr¨®leo para la d¨¦cada de los ochenta tengan un crecimiento regulado.
Esto es una condici¨®n previa para que los esfuerzos para controlar la recesi¨®n mundial tengan ¨¦xito.
Hasta la fecha, los pa¨ªses del oeste industrializado han fallado en sus intentos, y quiz¨¢ se sientan con ¨¢nimos de intentarlo nuevamente con mayor convicci¨®n e imaginaci¨®n.
El depauperado estado de la econom¨ªa mundial y la "crisis de operaciones", no obstante, han de seguir siendo tenidos en cuenta como una de las mayores amenazas al orden mundial. Pero adem¨¢s hay otras dos amenazas que han sido consideradas como m¨¢s importantes: la agresividad sovi¨¦tica, como reacci¨®n a una peculiar mezcla de crisis y oportunidades, y el debilitamiento del poder¨ªo y determinaci¨®n de Estados Unidos.
Con respecto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los acontecimientos de 1981, son reveladores. En Polonia, el poder sovi¨¦tico ha tolerado, hasta, el momento, una aut¨¦ntica "contrarrevoluci¨®n"; todav¨ªa puede producirse una intervenci¨®n militar, pero es evidente que un umbral tan peligroso no puede cruzarse f¨¢cilmente: parece que hay l¨ªmites a la capacidad sovi¨¦tica de reaccionar agresivamente contra su propia crisis. Un elemento que contribuye a eso son los problemas econ¨®micos del bloque sovi¨¦tico, que pueden hacerse intolerables y tener serias consecuencias pol¨ªticas sin el grano americano y la ayuda financiera europea.
La crisis americana ha sido considerada por muchos como la causa m¨¢s importante de la crisis mundial: un a?o de gobierno de Reagan parece haber demostrado, por lo menos, que Estados Unidos es capaz de reaccionar ante sus propios problemas sin llegar a extremos irracionales, aun cuando la combinaci¨®n de fuerza y disposici¨®n negociadora sigue siendo, en cierto modo, incierta.
Y, finalmente, tenemos a Europa, donde hay varias muestras de debilidad y confusi¨®n, junto a algunas se?ales de capacidad de reacci¨®n. Francia ha elegido a un presidente socialista sin que se debilitara lo m¨¢s m¨ªnimo la unidad europea ni la de Occidente. Italia y el Reino Unido est¨¢n probando algunas soluciones imaginativas presentes en sus r¨ªgidas pol¨ªticas, mientras el canciller hederal Helmut Schmidt parece haber supera do brillantemente muchas dificultades.
Conclusi¨®n provisional: los peligros de una crisis global en la d¨¦cada de los ochenta no han desaparecido, pero el mundo se muestra reacio a seguir a ciegas los muchos caminos posibles hacia su propia destrucci¨®n, como demuestra el inicio de las nuevas negociaciones Este-Oeste. Un optimista dir¨ªa que la copa de las esperanzas de la humanidad a¨²n est¨¢ medio llena (?o medio vac¨ªa?).
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