La gran ca¨ªda de la natalidad
El Instituto Nacional de Estad¨ªstica publicar¨¢ en breve las cifras oficiales de poblaci¨®n a nivel nacional y provincial, deducidas del ¨²ltimo censo, efectuado el pasado mes de marzo. En raras ocasiones los datos sobre poblaci¨®n trascienden a la opini¨®n p¨²blica como noticia de tal alcance. La raz¨®n es ahora, y refiri¨¦ndose a los ¨²ltimos cinco a?os la ca¨ªda, sin precedentes, de la natalidad espa?ola.
A la vista de los resultados censales, la poblaci¨®n espa?ola alcanzar¨¢ los 38 millones de habitantes exactamente a finales del presente a?o 1981. Ahora bien: la din¨¢mica de nuestra poblaci¨®n desde el censo anterior (1970) ha sido particularmente accidentada por los cambios que han sufrido todas las variables demogr¨¢ficas b¨¢sicas. En efecto, desde mediados de los setenta se produce una disminuci¨®n brusca de la fecundidad y de la nupcialidad, se invierte el signo del saldo migratorio exterior y se retraen o se invierten las corrientes migratorias interiores.La abrupta ca¨ªda de la fecundidad, todav¨ªa hoy interrumpida, que se acelera desde 1977, constituye, sin duda, la caracter¨ªstica dominante de la coyuntura demogr¨¢fica actual. La cifra provisional de nacimientos para los tres primeros meses de este a?o implica una tasa de natalidad del orden del 13,8TU (bajo la hip¨®tesis de una disminuci¨®n uniforme en el resto del a?o), frente al 18, 111o observado en 1977, es decir, que la tasa de natalidad habr¨ªa perdido m¨¢s de cuatro puntos por mil en cinco a?os. Nuestra poblaci¨®n registra la m¨¢s baja fecundidad de su historia.
Evoluci¨®n en Europa
Alrededor de 1964-1965 se produce en Europa una inflexi¨®n dr¨¢stica de todos los indicadores de natalidad y fecundidad. El n¨²mero medio de hijos por mujer experimenta una ca¨ªda brusca e ininterrumpida hasta 1975, aproximadamente, en el conjunto de pa¨ªses europeos, excepto Irlanda y el ¨¢rea mediterr¨¢nea. De esta forma, el nivel m¨ªnimo necesario para asegurar el remplazamiento de las generaciones (aproximadamente 2,1 hijos por mujer) no se alcanza ya durante el primer quinquenio de los a?os setenta e incluso antes.
Tras diez a?os de disminuci¨®n ininterrumpida de la fecundidad, alrededor de 1975 se inicia una desaceleraci¨®n de la ca¨ªda. Durante la segunda mitad de la d¨¦cada, la baja fecundidad se estabiliza a niveles nunca alcanzados con anterioridad en tiempos de paz (1,38 hijos por mujer, en 1978 y 1979, en la Rep¨²blica Federal de Alemania; 1,49, en 1978, en Suiza; 1,50 en Dinamarca). Durante los ¨²ltimos anos se observan s¨ªntomas de una ligera e indecisa recuperaci¨®n en algunos pa¨ªses (Alemania Occidental, Inglaterra, Francia, Austria ... ), sin que pueda afirmarse, por el momento, que la tendencia reciente al alza de la fecundidad sea predominante en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos.
Area mediterr¨¢nea
Por su parte, en los pa¨ªses del ¨¢rea mediterr¨¢nea la fecundidad tambi¨¦n decrece desde 1965, aunque lentamente hasta bien entrados los a?os setenta. La aceleraci¨®n de la ca¨ªda de su fecundidad no se produce hasta muy avanzada la d¨¦cada. En Italia, la ca¨ªda acelerada, que se inicia en 1974 (2,32 hijos por mujer), continuaba al terminar el a?o 1979 (1,65 hijos por mujer); los datos m¨¢s recientes hacen pensar en una interrupci¨®n de la ca¨ªda.
Tres a?os m¨¢s tarde, Espa?a y Portugal conocen simult¨¢neamente una paralela baja en la fecundidad. En el caso de Espa?a, la fuerte ca¨ªda, todav¨ªa hoy ininterrumpida, arranca de la segunda mitad de 1977 (2,66 hijos por mujer) hasta alcanzar el nivel m¨ªnimo de renovaci¨®n de las generaciones (2,1 hijos por mujer) a finales de 1980. Es necesario precisar, sin embargo, que un nivel de fecundidad inferior a 2,1 hijos por mujer no implica que la poblaci¨®n a corto plazo disminuya, pero, de mantenerse, inexcusablemente acabar¨ªa disminuyendo y, en todo caso, acelera el envejecimiento de la pir¨¢mide poblacional.
Franqueado este umbral durante 1981, nada hace esperar una interrupci¨®n de la ca¨ªda en los pr¨®ximos a?os. Tomando como referencia la evoluci¨®n observada en Italia, parece probable la prolongaci¨®n del descenso hasta un nivel pr¨®ximo a 1,65 hijos por mujer durante la primera mitad de la presente d¨¦cada.
As¨ª pues, los pa¨ªses del ¨¢rea mediterr¨¢nea, y entre ellos. Espa?a, se incorporan con un desfase temporal variable a la situaci¨®n de d¨¦bil fecundidad com¨²n hoy en toda Europa occidental.
La medida y la interpretaci¨®n
Los indicadores utilizados hasta aqu¨ª (v¨¦ase cuadro) responden a una concepci¨®n sincr¨®nica o transversal, es decir, los 2,16 hijos por mujer en 1980 no quiere decir sino que una mujer sujeta a las tasas espa?olas de fecundidad de 1980, y en ausencia de mortalidad, tendr¨ªa 2,16 hijos a lo largo de su vida fecunda. La evoluci¨®n de estos ¨ªndices depende de cambios en el calendario (podr¨ªa ocurrir simplemente que las parejas estuviesen ?aplazando? el momento de tener sus hijos), pero ello no es as¨ª en el caso espa?ol (la edad media de las madres a¨²n no ha aumentado), donde el hecho fundamental es el siguiente: al final de su vida f¨¦rtil, las generaciones de mujeres hoy fecundas tendr¨¢n menos hijos.
El estrecho paralelismo en la evoluci¨®n de la fecundidad en los distintos pa¨ªses europeos lleva a una reflexi¨®n. En efecto: si por encima de las diversas reglamentaciones en materia de divorcio, aborto o utilizaci¨®n de medios anticonceptivos, de las diferentes confesiones religiosas predominantes, de las distintas pol¨ªticas sociales y familiares, de las coyunturas pol¨ªticas o econ¨®micas relativamente variadas.... las mismas causas han podido producir los mismos efectos, o muy similares, es que las diferencias nacionales eran secundarias respecto a esa hipot¨¦tica y profunda causa com¨²n. O bien, lo cual no es desechable, ocurre que las diferencias entre los pa¨ªses son menos importantes respecto a la fecundidad de lo que com¨²nmente se suele escribir.
En los pa¨ªses en donde se han conseguido cotas altas en el control de la natalidad aparecen claros movimientos c¨ªclicos, de cuya explicaci¨®n se han ocupado algunos dem¨®grafos en los ¨²ltimos tiempos; a decir verdad, con esquemas m¨¢s bien rudimentarios. Sin embargo, en el caso de Espa?a, esta ca¨ªda m¨¢s parece un salto cualitativo hacia la utilizaci¨®n social de los modernos m¨¦todos anticonceptivos, acompa?ado de una baja c¨ªclica provocada por el ?exceso? de poblaci¨®n en el inicio de las edades fecundas y una coyuntura econ¨®mica especialmente dif¨ªcil para los segmentos de poblaci¨®n en edades j¨®venes, lo que refuerza el mentado ciclo depresivo.
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