De Honduras a Santa Luc¨ªa
LA APARIENCIA democr¨¢tica se equipara en ocasiones a una cierta elegancia. Las dictadur¨¢s tienen a menudo que entrar en este juego para recibir la aceptaci¨®n de quienes a su vez saben que es un juego, pero exigen que se cubran las formas. As¨ª, en Honduras. Una larga dictadura militar can¨ªbal -generales devorando generales y, de paso, algunos civiles en cada cambio- ha aceptado las sugerencias -con dinero- de Estados Unidos para llegar a una democracia electoral. Previvamente se ha excluido de la legalizaci¨®h a alg¨²n partid¨®, se ha arreglado el censo -quitando muchos, a?adiendo unos pocos- y se ha llegado a dos candidatos perfectamente asimilables por el poder -y por Estados Unidos-, mientras se dejaba saber, por la f¨¢cil v¨ªa del rumor y la infiltraci¨®n, que, si las cosas no marchaban bien dentro de seis meses, el Ej¨¦rcito volver¨ªa a tomar las riendas. ?un as¨ª, el pueblo ha votado mayoritariamente a quien pod¨ªa representar una mayor dosis de democracia: el candidato liberal -desautorizado por una parte de su propio partido- Roberto Suazo.Suazo va a tomar posesi¨®n el 27 de enero, y hasta entonces, el Ej¨¦rcito, a¨²n en el poder, continuar¨¢ su labor de limpieza. Es m¨¢s: seguramente no dejar¨¢ de practicarla cuando presida Suazo, quien ya ha advertido en su primer discurso que luchar¨¢ contra las fuerzas "que tratan de sembrar el caos y la anarqu¨ªa" como en El Salvador. El nuevo presidente hondure?o pretende relacionarse directamente con la Junta salvadore?a y ayudarla, como lo hace Estados Unidos, al que Suazo ha enviado tambi¨¦n su primera adhesi¨®n considerando que el Gobierno de Washington "es un abierto defensor de la democracia y de la libertad en el mundo".
El sentido peculiar de esta defensa de las democracias y las libertades es el mismo que impulsa Haig en Santa Luc¨ªa (Caribe), donde se celebra la reuni¨®n plenaria -asamblea general- de la Organizaci¨®n de Estados Americanos. Es una doctrina conocida: el revolucionarismo americano parte de Cuba y se canaliza por Nicaragua hacia El Salvador, Guatemala, Honduras y otros pa¨ªses pr¨®ximos. El informe de Washington para la asamblea se titula Las actividades clandestinas de Cuba en Latinoam¨¦rica y pretende una acci¨®n general contra ese pa¨ªs y contra Nicaragua. Parece, pues, el preludio de una acci¨®n militar que podr¨ªa emprenderse como la que hace a?os -1965- se realiz¨® contra Santo Domingo, donde una revoluci¨®n popular estaba a punto de derribar a los golpistas que hab¨ªan despose¨ªdo de la presidencia a Bosch, elegido por el pueblo. Es decir, una r¨¢pida intervenci¨®n de marines primero y una siguiente sustituci¨®n de ¨¦stos por las tropas formadas por varios pa¨ªses de la OEA.
No todo el mundo en la reuni¨®n de Santa Luc¨ªa est¨¢ de acuerdo con las tesis de Estados Unidos. Puede suponerse que soluciones extremas -como la invasi¨®n de Nicaragua y, menos a¨²n, de Cuba- no van a salir adelante. Afortunadamente, el mundo es hoy algo distinto de lo que era hace quince a?os, y este tipo de intervenciones est¨¢ sirviendo de acusaci¨®n para la URSS -por su entrada en Afganist¨¢n y para que no entre en Polonia- y no ser¨¢ f¨¢cilmente asumido por Estados Unidos. Pero s¨ª son posibles las ayudas directas a los Gobiernos o a las Juntas que luchan contra los revolucionarismos y los castigos para los que los favorecen. La pol¨ªtica de Washington se est¨¢ dirigiendo ahora, m¨¢s que hacia grandes conjuntos, como puede ser la OEA, a relaciones bilatenk les. Para quienes no le son adictos se aplica el bloqueo -se dice que despu¨¦s de la cumbre de Santa Luc¨ªa la Armada de Estados Unidos iniciar¨¢ una cuarentena, o bloqueo, en las costas de Nicaragua-, y para los afines, los d¨®lares, las armas, los t¨¦cnicos especiales y la aceptaci¨®n de que posibles violaciones de derechos humanos est¨¢n justificadas en "defensa de la libertad".
Dentro de todo este juego, Estados Unidos propugna las formas de democracia que acaban, de tener su consagraci¨®n en Honduras o que representa la Junta salvadore?a: una legalidad constitucional, unas elecciones peri¨®dicas y respetadas, una justicia, una polic¨ªa, un ej¨¦rcito, capaces de respetar el orden m¨¢gico de la democracia. Pero todo ello suspendido, manejado, preparado, organizado para que w vaya m¨¢s all¨¢ de lo conveniente. Hace a?os, un general del Ej¨¦rcito de Estados Unidos, al que se reprochaban matanzas en Vietnam, explic¨® una doctrina: "Nunca hay suficientes excesos en la defensa de la libertad". Hoy los excesos son tangibles y la liberV¨¢d en Latinoam¨¦rica es casi siempre una palabra del correcto vocabulario del pol¨ªtico perfecto. Lo mismo da que la utilice Suazo en Honduras, Castro en Cuba o Haig en Santa Luc¨ªa.
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