Vuelven a reeditarse los libros de aventuras
Dos biograf¨ªas apasionantes se unen en un libro recientemente reeditado en Espa?a, El viaje en busca del doctor Livingstone al centro del Africa, de sir Henry Morton Stanley, que con los grabados de la primera edici¨®n anglosajona y en tirada limitada y numerada acaba de aparecer bajo el sello de Anjana Ediciones.
Las biograf¨ªas en cuesti¨®n son las de un cient¨ªfico visionario y antiesclavista empe?ado en buscar, primero, emplazamientos para misiones religiosas en el Africa negra, y luego, en descubrir el curso de los grandes r¨ªos y hasta las fuentes del Nilo, y el otro, un reportero tenaz que le sigui¨® en sus ¨²ltimos tiempos hasta poder pronunciar aquella c¨¦lebre frase: "Livingstone, supongo".El libro de Stanley, un curioso periodista viajero, corresponsal de campa?a del New York Herald, se abre el 16 de octubre de 1869 en Madrid. Aqu¨ª estaba Stanley encargado por su peri¨®dico de cubrir una fase de las guerras carlistas, y dice el periodista que hab¨ªa puesto casa en la calle de la Cruz. Se le llam¨® a Par¨ªs -y sir Henry Stanley da cuenta de las premuras de la profesi¨®n incluso ya el siglo pasado- y se le encarg¨®, all¨ª, en la delegaci¨®n del diario neoyorquino para Europa, del extra?o viaje que habr¨ªa de terminar en uno de los encuentros m¨¢s famosos de la historia. Antes el periodista asistir¨ªa a hechos cruciales, como la inauguraci¨®n del canal de Suez o la guerra de Crimea, las primeras excavaciones en el Templo de Salom¨®n, de Jerusalen, o la dudosa situaci¨®n en Constantinopla.
En cuanto al profesor Livingstone, que hab¨ªa sido misionero en China hasta la guerra del Opio, y que desde 1840 estaba en el Africa Ecuatorial, para estas alturas hab¨ªa ya atravesado el Kalahari, hab¨ªa descubierto los grandes lagos, hab¨ªa contra¨ªdo numerosas fiebres africanas, hab¨ªa sido nombrado y recusado como c¨®nsul brit¨¢nico de la zona del r¨ªo Zambeze, descubierto por ¨¦l; hab¨ªa venido a Europa dando conferencias acerca de sus descubrimientos, y ahora ten¨ªa al continente absolutamente preocupado por su suerte, porque hac¨ªa meses que no se sab¨ªa de ¨¦l, y se le sospechaba viejo y enfermo.
"Consider¨¢bamos que el de la literatura de viajes era un hueco en la edici¨®n espa?ola, y que una colecci¨®n de este tipo de libros estaba resultando necesaria dentro de nuestra cultura", ha dicho a EL PAIS la editora de Anjana, Teresa Alba. "Nuestros prop¨®sitos son mantener el cuidado de las ediciones, tratar de publicar los grabados que llevaron la primera vez que fueron impresos, mantener la tirada numerada de 2.000 ejemplares y no reeditar ninguno de ellos". "La idea", contin¨²a, "es publicar sobre todo los cl¨¢sicos viajeros rom¨¢nticos, y el plan editorial ir¨¢ siguiendo la geograf¨ªa de los viajes mismos. Los cinco primeros libros ir¨¢n a los cinco continentes".
Esta colecci¨®n se acoge a una divinidad, la que preside el pante¨®n c¨¢ntabro precristiano, que qued¨® como especie de esp¨ªritu generalmente ben¨¦fico despu¨¦s de la cristianizaci¨®n. Era una diosa m¨²ltiple, lunar, nocturna, que, como madre suprema, era capaz de amor y de castigo, de dar vida y de dar muerte, de generosidad y de crueldad. Se metamorfoseaba y era muchas diosas. Anjana, pues, la Diosa Blanca del norte, que simboliza la naturaleza misma amiga y enemiga, vida y cambio, dio el nombre a esta colecci¨®n de exploraci¨®n de la Tierra y de las culturas m¨¢s o menos ajenas.
En cuanto al libro con que se abre la colecci¨®n, Viaje en busca del doctor Livingstone al centro del Africa, del periodista viajero Henry Morton Stanley, es una ocasi¨®n para leer el relato que este hizo de su larga expedici¨®n, los ocho meses en los que, seg¨²n los malintencionados, prepar¨® la frase con que salud¨® al otro hombre blanco.
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