La privatizaci¨®n del sector publico brit¨¢nico va mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se esperaba
Aunque el manifiesto electoral de los conservadores brit¨¢nicos las mencionaba en 1979, la escala de las privatizaciones de empresas nacionalizadas contemplada por el Gobierno de Margaret Thatcher va mucho m¨¢s all¨¢ de lo esperado. En los ¨²ltimos dieciocho meses el Gobierno ha dejado claras sus intenciones de cambiar la faz de la industria estatal brit¨¢nica, reduciendo el sector p¨²blico y rompiendo los monopolios estatales, liberando as¨ª las fuerzas del mercado.
Hasta ahora, el Gobierno Thatcher ha vendido acciones de la British Petroleum (BP), transformando British Aerospace en una empresa del sector privado, con el 52% de las acciones en manos del p¨²blico desde febrero de este a?o. La mitad de la participaci¨®n en Cabie and Wireless es ya propiedad privada, pudiendo ahora competir con la empresa nacional de telecomunicaciones, British Telecom, cuyo monopolio ha quedado resquebrajado.Otra serie de peque?as empresas nacionalizadas tambi¨¦n han sido privatizadas, incluidas partes de British Rail, como sus hoteles y sus ferries. La Compa?¨ªa Nacional de Fletes revertir¨¢ a sus empleados si ¨¦stos logran reunir para enero un total de 525 millones de pesetas. Con este dinero recibir¨¢n un 60% de las acciones, que totalizan 9,330 millones de pesetas.
El plan de privatizaciones es un proyecto ambicioso, que para completarse requerir¨¢ a¨²n la aprobaci¨®n de nuevas leyes. De hecho, el Gobierno est¨¢ ya en condiciones legales de privatizar British Airways, y, si no lo ha hecho ya es porque esta compa?¨ªa nacional de l¨ªricas a¨¦reas est¨¢ perdiendo dinero El Gobierno aguarda, pues, a q e las condiciones del mercado sean m¨¢s favorables. Lo mismo podr¨ªa decirse de los astilleros de British Shipbuilders o de los diecinueve puertos propiedad del British Transport Docks Board.
El pr¨®ximo, el sector energ¨¦tico
El pr¨®ximo proyecto de privatizaci¨®n afectar¨¢ al sector energ¨¦tico. El Gobierno se propone vender un 5 1 %, del sector de la producci¨®n de la Corporaci¨®n Nacional Brit¨¢nica del Petr¨®leo (BNOC), aunque el sector comercial seguir¨¢ en manos del Estado. Por otra parte, el Gobierno se deshar¨¢ de los intereses en el petr¨®leo del mar del Norte de la Corporaci¨®n del Gas, empresa nacional que perder¨¢ adem¨¢s su monopolio para comprar y vender gas. Sir Denis Rooke, presidente de la Corporaci¨®n del Gas, ha criticado estos planes, pues considera que la actual estructura de su empresa ha logrado un ¨¦xito indudable, prefiriendo una ampliaci¨®n con capital privado a atomizar la corporaci¨®n para privatizarla por partes.
Seg¨²n indic¨® en julio el canciller del Exchequer, sir Geofrey Howe, estos grandes proyectos de privatizaci¨®n del sector p¨²blico no responden a una postura doctrinaria, obsesionada con los recortes del gasto p¨²blico. Howe quiere romper los monopolios estatales, que, seg¨²n" piensa, producen bienes y servicios, que el pueblo no desea necesariamente, a unos precios arbitrarlos, fijados a menudo por razones de pol¨ªtica electoral.
En realidad se barajan otras razones, entre ellas que desde que este Gobierno lleg¨® al poder, en 1979, descubri¨® que el trato con las industrias nacionalizadas ha sido m¨¢s dif¨ªcil de lo que esperaba. Al privatizarlas, el Gobierno espera asimismo deshacerse del fardo econ¨®mico que suponen las compensaciones por unos despidos, que, se dice, son necesarios para la racionalizaci¨®n de estas empresas.
Pero la raz¨®n del gasto p¨²blico pesa. Con la privatizaci¨®n de estas empresas rentables -si no fueran rentables, el Gobierno no podr¨ªa venderlas-, el Tesoro se niega una fuente de ingresos; pero muchas de estas empresas acuden a fondos p¨²blicos para sus inversiones en capital. Y sobre todo, estas privatizaciones supondr¨ªan un sustancial ingreso para el Gobierno, que servir¨ªa para financiar sus necesidades crediticias.
El ejemplo de la BNOC es el m¨¢s claro y pol¨¦mico. Desde su creaci¨®n en 1976, esta corporaci¨®n ha ingerido mil millones de libras del erario p¨²blico para sus inversiones. Pero ha supuesto tambi¨¦n sustanciales ingresos para el Gobierno. Por s¨ª solas, las ventas de futuros de petr¨®leo de la BNOC produjeron 625 millones de libras en 1980, y se espera que este a?o produzcan 550 millones de libras (unos 10.000 millones de pesetas).
La privatizaci¨®n de parte de BNOC y de la Corporaci¨®n del Gas supondr¨¢ una inyecci¨®n ¨²nica de unos 1.400 millones de libras (245.000 millones de pesetas) el pr¨®ximo a?o, completados por otros 70.000 millones de pesetas del resto de las privatizaciones.
Estas son cifras que se manejan en la City de Londres, pues el Gobierno reh¨²sa, por razones evidentes, a hablar a estas alturas de una cantidad precisa.
Beneficios a debate
Los beneficios de la privatizaci¨®n para el Estado son debatibles, pues, adem¨¢s de producir menos dividendos, aumentar¨¢n el paro cuando las empresas privatizadas comiencen a reducir su fuerza laboral. Un estudio de la Universidad de Buckingham ha llegado a la conclusi¨®n de que las privatizaciones no tendr¨¢n un impacto importante sobre la reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestarlo a largo plazo. De hecho, en el Tesoro se calculan los ingresos de estas privatizaciones como una simple partida del presupuesto, que, por otra parte, no tendr¨¢ un efecto notable en la inflaci¨®n, pues si por una parte disminuir¨¢ la deuda p¨²blica, por otra aumentar¨¢ la privada.
Existen otros proyectos m¨¢s lejanos. El Gobierno est¨¢ presionando sobre el presidente de la Corporaci¨®n Brit¨¢nica del Acero (BSC) para que rompa su organizaci¨®n en unidades m¨¢s peque?as de ¨¢mbito regional, facilitando as¨ª su eventual privatizaci¨®n por partes. De hecho, BSC, en 1981, recibi¨® m¨¢s de un tercio de lo que en total cuestan las industrias nacionalizadas al Tesoro. Una presi¨®n similar est¨¢ haci¨¦ndose notar sobre sir Michael Edwardes, el presidente de la British Leyland, al pensar el Gobierno que una industria nacionalizada de autom¨®viles no tiene sentido en esta ¨¦poca. De hecho, la empresa japonesa Honda est¨¢ interesada en partes de BL.
El otro aspecto de la pol¨ªtica de privatizaci¨®n es el fomnto de la cooperaci¨®n entre las industrias nacionalizadas y el sector p¨²blico. Estas son las empresas que el secretario de Estado para la Energ¨ªa, Patrick Jenkins, llama compa?¨ªa f¨¦nix, como la Allied Steel and Wire, creada por mitad por la BSC y por la empresa privada de acero GKN. Existe tambi¨¦n la tendencia al intercambio de participaciones entre empresas p¨²blicas Y empresas privadas. Como cuando, semanas atr¨¢s, Arthur Lee and Sons Ltd. compr¨® los intereses de BSC en Lee Bright Bars Ltd., y BSC, a cambio, aument¨® su participaci¨®n en Alloy Steel Rods Ltd.
Del mismo modo, la Compa?¨ªa Nacional de Autobuses comenzar¨¢ pronto a abrirse al capital privado. La pol¨¦mica sobre este amplio plan de nacionalizaciones se proseguir¨¢ en los pr¨®ximos meses, y no s¨®lo por parte del Partido Laborista, cuya pol¨ªtica oficial es la renacionalizaci¨®n de las empresas privatizadas, con la compensaci¨®n justa para que el sector privado no realice ning¨²n beneficio. Sin embargo, el mercado parece haber prestado un o¨ªdo sordo a estas amenazas laboristas. Las acciones de British Aerospace y de Cables and Wireless se han vendido mejor de lo que se esperaba. Si el Gobierno de Margaret Thatcher consigue sus prop¨®sitos habr¨¢ logrado una revoluci¨®n industrial similar a la de las nacionalizaciones del Gobierno Attlee a finales de la d¨¦cada de los cuarenta.
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