El lento caminar de Madrid hacia la autonom¨ªa
A falta de veinte d¨ªas para que se cumpla el plazo de seis meses que tienen los ayuntamientos madrile?os para acogerse al acuerdo preauton¨®mico aprobado en un pleno de la Diputaci¨®n provincial el 25 de junio ¨²ltimo, se analiza en este art¨ªculo el proceso que se ha seguido hasta conseguir este acuerdo de autonom¨ªa uniprovinclal y se hace especial referencia al protagonismo alcanzado por la corporaci¨®n provincial en detrimento de la Asamblea de Parlamentarios
La peque?a historia del acceso a la autonom¨ªa de una regi¨®n no es por lo general, motivo de inter¨¦s.La elaboraci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa y, sobre todo, su texto final acaparan mucho m¨¢s la atenci¨®n. Existen, sin embargo, tres casos en que, por razones muy distintas, la opini¨®n p¨²blica ha seguido con cierta atenci¨®n los acontecimientos. Me refiero, en primer lugar, a Andaluc¨ªa, motivo de pol¨¦mica por el intento de UCD de hacer pasar la autonom¨ªa de esta regi¨®n por la v¨ªa ordinaria del art¨ªculo 143 de la Constituci¨®n. Al final, los andaluces han conseguido las cotas auton¨®micas del art¨ªculo 151, caso ¨²nico, fuera de los territorios que plebiscitaron un proyecto de Estatuto durante la II Rep¨²blica espa?ola. En segundo lugar, es llamativo el intento de Segovia de constituirse en comunidad uniprovincial, propugnada con argumentos absurdos por uno de sus diputados ucedistas, Modesto Fraile, que controla el aparato provincial de su partido, en contra de la opini¨®n de la direcci¨®n nacional de UCD. Por ¨²ltimo, ha sido complicado el camino seguido hasta lograr el acuerdo sobre la autonom¨ªa uniprovincial de Madrid regi¨®n.Voy a intentar resumir lo m¨¢s esencial y significativo de este proceso, definido por cinco rasgos fundamentales:
1. Desplazamiento del protagonismo institucional del proceso, desde la Asamblea de Parlamentarios en favor de la Diputaci¨®n provincial.
A la altura del verano del a?o 1978 era la Asamblea de Parlamentarios de la provincia de Madrid quien debat¨ªa las opciones auton¨®micas de Madrid. Curiosamente, las opiniones de los parlamentarios eran personales, sin comprometer a su partido. Despu¨¦s de un largo per¨ªodo de vacilaciones, los partidos pol¨ªticos como tales fueron definiendo sus posiciones respecto al territorio y la v¨ªa de acceso a la autonom¨ªa, de forma que en el oto?o de 1980 las posturas negociadoras de cada uno ya eran p¨²blicas. Tras el desplazamiento del protagonismo de la Asamblea de Parlamentarios a los partidos pol¨ªticos se dio un paso m¨¢s en favor de la Diputaci¨®n provincial en un sentido m¨¢s acorde con lo establecido en la Constituci¨®n sobre el papel de las corporaciones locales en la iniciaci¨®n del proceso auton¨®mico, m¨¢s a¨²n si se tiene en cuenta que en Madrid no hay ente preauton¨®mico. El paso decisivo coincidi¨® con el cambio producido en la presidencia de la Diputaci¨®n provincial, sustituyendo Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez Colorado a Carlos Revilla.
2. Cambio en la ubicaci¨®n auton¨®mica de Madrid.
Tras el letargo de sumo desinter¨¦s por la preautonom¨ªa madrile?a, durante el verano de 1978 se moviliz¨® a la opini¨®n p¨²blica. La Asamblea de Parlamentarios de Madrid se mostr¨® entonces un¨¢nimemente partidaria de la inclusi¨®n en la preautonom¨ªa castellanomanchega. Publicado en el Bolet¨ªn Oficial del Estado de 15 de noviembre de 1978 el Real Decreto-ley 32/1978, de 31 de octubre, sobre r¨¦gimen preauton¨®mico de la regi¨®n castellano-manchega, dejando fuera a Madrid, pero sin cerrarle definitivamente la puerta, las aguas se calmaron. Despu¨¦s de un prolongado reposo, los partidos pol¨ªticos fueron pronunci¨¢ndose uno tras otro en favor de la autonom¨ªa uniprovincial, abierta a la cooperaci¨®n con las futuras comunidades aut¨®nomas de Castilla-Le¨®n y Castilla-La Mancha. El PCE lo decidi¨® en febrero de 1980, y el PSOE y AP, en noviembre del mismo a?o. De la tecnocr¨¢tica regi¨®n centro de la planificaci¨®n se pas¨® al intento castellano-manchego. Pero el s¨ªndrome anti-Madrid oper¨® en el sentido de dejar a Madrid solo. Conste que me parece lo m¨¢s conveniente.
3 . Diferencias en la opci¨®n de cada partido respecto a la v¨ªa de acceso a la autonom¨ªa.
Para el PSOE y el PCE, la v¨ªa del 143 es la m¨¢s adecuada. Para AP, Madrid deber¨ªa acogerse al art¨ªculo 144 a), por carecer la provincia de entidad regional hist¨®rica. Al final se ha decidido ejecutar el derecho a la autonom¨ªa seg¨²n lo regulado en el art¨ªculo 143, en cuanto a competencias asumibles y procedimiento de iniciaci¨®n del proceso, elaboraci¨®n y tramitaci¨®n del Estatuto. Se admite, pues, de modo indirecto, el recurso al art¨ªculo 144 de la Constituci¨®n. En mi opini¨®n, ha sido una concesi¨®n innecesaria, que da el car¨¢cter de "otorgada" a la autonom¨ªa madrile?a. El 23-F y la postura de UCD han sido determinantes.
4. Diferente t¨¢ctica negociadora de los partidos pol¨ªticos con m¨¢s implantaci¨®n en Madrid.
El protagonismo del PCE
El PCE, en busca de mayor protagonismo e intentando prolongar el pacto municipal de la izquierda, hubiera deseado llegar a un acuerdo previo con el PSOE, pasando despu¨¦s1a negociar conjuntamente la izquierda con UCD y con AP. Dada la escasa implantaci¨®n de AP en Madrid, carec¨ªa de t¨¢ctica concreta, limit¨¢ndose sus aspiraciones a no quedar fuera de juego. UCD, por el contrario, prefer¨ªa. un acuerdo bipartito con el PSOE. Para culminar la iniciativa auton¨®mica de la Diputaci¨®n es necesaria la ratificaci¨®n de dos tercios de los municipios que representen al menos la mitad del censo electoral de la provincia. La UCD trat¨® de ganar protagonismo, consciente de que sin su colaboraci¨®n se alcanzar¨ªa el pronunciamiento favorable de la mayor¨ªa del censo electoral, pero no el de los dos tercios de los ayuntamientos.
5. Proceso lento y prolongado en la toma de decisiones encaminadas a la instauraci¨®n de la autonom¨ªa de Madrid regi¨®n.
Influy¨® en un primer momento la discusi¨®n sobre s¨ª Madrid deber¨ªa ir con Castilla-La Mancha o por su cuenta. La opci¨®n final, en favor de la uniprovincialidad, ha sido la m¨¢s acertada, seg¨²n ya he expuesto en otras ocasiones. Despu¨¦s vinieron los retrasos motivados por problemas internos de UCD: se pensaba haber iniciado la recta final del camino el 1 de febrero de 1981, tras el congreso que UCD deb¨ªa haber celebrado en enero. Pero el aplazamiento del congreso del partido centrista retras¨® las previsiones. Luego vino el asalto al Congreso de los Diputados, el 23 de febrero, con su impacto y sus secuelas. Finales de mayo, nueva fecha planteada para el pleno de la Diputaci¨®n, dej¨® paso a otra, a la espera de la gestaci¨®n del mapa pol¨ªtico y de las recomendaciones del Informe Enterr¨ªa sobre los aspectos pol¨ªticos y administrativos de las autonom¨ªas. Por fin, el 25 de junio de 1981 se celebr¨® el pleno hist¨®rico en el patio central del castillo de Manzanares el Real. Luego, cuando todos los obst¨¢culos parec¨ªan allanados, han sobrevenido las resistencias de algunos de los ayuntamientos gobernados por UCD. El d¨ªa 14 de noviembre de 1981 se reuni¨® el comit¨¦ provincial de UCD Madrid con sus alcaldes en la regi¨®n, y parece que se han resuelto positivamente las dudas con un "s¨ª, pero". Hasta ahora han dicho el "pero". Falta que pronuncien el "s¨ª".
Todo induce a pensar que, a pesar de todo, los madrile?os de nacimiento o de adopci¨®n (yo me en,quentro entre los ¨²ltimos, en virtud de los trasvases migratorios) pronto estaremos en igualdad de condiciones, constituidos, como otros, en comunidad aut¨®noma. Es una necesidad, al menos por dos razones. La primera, de naturaleza t¨¦cnico-pol¨ªtica, pues no puede quedar ning¨²n territorio ni su poblaci¨®n prendidos directamente del poder central si se quiere construir un Estado de autonom¨ªas.
La segunda, de tipo pol¨ªtico, porque ya es hora de que se deshaga el error de identificar el centralismo con Madrid y, sin embargo, de atribu¨ªrselo m¨¢s acertadamente a los grupos de poder que se benefician del centralismo. Para terminar con el manido eslogan: "La culpa la tiene Madrid hay que dar a Madrid la autonom¨ªa.
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