?Ha muerto el psicoan¨¢lisis?
El debate sobre Vigencia del psicoan¨¢lisis que propuso EL PAIS hace un par de semanas, hace terciar a Miriam L. Chorne sobre un aspecto fundamental: ?es el psicoan¨¢lisis una ciencia? El psicoan¨¢lisis no puede merecer consideraci¨®n cient¨ªfica si los postulados por los que se le juzga pertenecen a concepciones positivistas. Sin embargo, un nuevo orden de las ciencias, en el que incluyen las conjeturales (psicoan¨¢lisis, ling¨¹¨ªstica, etnograf¨ªa e historia) -dice la autora-, ha abierto ya hoy la ocasi¨®n para nuevas formas de conocimiento.
Nadie sufre muerte intelectual m¨¢s atroz que los consagrados. Como. no es posible desconocerlos, ignorarlos o despreciarlos sin m¨¢s, se los elogia... por lo que no son.Inspiran estas reflexiones los art¨ªculos que, con motivo de la convocatoria del diario EL PAIS para discutir la vigencia del psicoan¨¢lisis, aparecieron con las firmas de Jos¨¦ L. F. Trespalacios y A. Colodr¨®n el domingo 29 de noviembre de 1981.
?Cu¨¢les son las razones que justificar¨ªan para sus autores la presumida declaraci¨®n de muerte del psicoan¨¢lisis?
a) ?El psicoan¨¢lisis como teor¨ªa y como m¨¦todo no cumple con los requisitos de la ciencia cl¨¢sica?. A. Colodr¨®n ofrece una versi¨®n algo diferente al prenderle al psicoan¨¢lisis la etiqueta de sugesti¨®n y magia.
b) ?En consecuencia, es dud¨®samente eficaz?, y
c) Felicit¨¦mosnos porque hoy la psicolog¨ªa experimental y la psiquiatr¨ªa biol¨®gica, por supuesto casualmente cada cual en boca de su representante, constituyen la respuesta a lo que s¨®lo fue esperanza en los tiempos de Freud.
Este es el n¨²cleo de la argumentaci¨®n. Es necesario convenir que ella confunde ciencia cl¨¢sica con ciencia, sin m¨¢s, Toma como modelo para todas las ciencias a la teor¨ªa fisica, y de este modo se distorsiona la concepci¨®n de la historia de la ciencia. Promueve a un rango hegem¨®nico sobre todo otro desarrollo con vocaci¨®n cient¨ªfica, lo que no es sino un desarrollo especializado de la experiencia. Desarrollo prestigioso, qu¨¦ duda cabe, y sobre la base de ¨¦xitos pr¨¢cticos, pero no por ello menos especializado.
Es el resultado de la inversi¨®n positivista que, ubicando las ciencias del hombre en el coronamiento del edificio de las ciencias experimentales, termina subordin¨¢ndolas en realidad.
Sin embargo, la v¨ªa de teorizaci¨®n positivista es contraria a la estructura dial¨¦ctica de las ciencias que, como el psicoan¨¢lisis, podemos clasificar, siguiendo a Lacan, como ciencias conjeturales, y no puede, por consiguiente, sino mutilar la realidad que pretenden expficar. En efecto, un gran n¨²mero de fen¨®menos ps¨ªquicos no pueden ser estudiados seg¨²n los criterios cient¨ªficos que el positivismo impone y, por tanto, deben rechazarse a la nada del desconocimiento o a la vanidad de epifen¨®menos. Nombremos s¨®lo algunos entre ellos: los delirios, las fobias, las ideas obsesivas, pero tambi¨¦n los deseos, creencias, sue?os... y un largo etc¨¦tera.
?Saben los autores que comentamos que existe para muchos de los pensadores m¨¢s l¨²cidos de la ¨¦poca un nuevo orden de las ciencias? Nuevo orden en el cual ocupan su lugar como ciencias conjeturales al lado del psicoan¨¢lisis, y quiz¨¢ un lugar preeminente, la ling¨¹¨ªstica moderna, la etnograf¨ªa y la historia. Nuevo orden de las ciencias que se?ala, como es la regla, una revoluci¨®n del conocimiento.
Por lo dicho, la celebrada superaci¨®n del psicoan¨¢lisis aparece m¨¢s como un retorno al modelo de la f¨ªsica contra el cual justamente tuvo que constituirse el psicoan¨¢lisis. Y hasta es parad¨®jico que sea el positivismo con un retraso de medio siglo sobre el movimiento de las ciencias -aun de las ciencias experimentales, como la f¨ªsica- lo que se le ofrece al estudio de los fen¨®menos ps¨ªquicos humanos, para unirse a ese movimiento.
Con referencia al punto b), y para cuestionar la facilidad con que se cree poder afirmar que si los desarrollos psicoanal¨ªticos no se ajustan a la preceptiva positivista no ser¨¢n eficaces, bastar¨¢ recordar el conjunto de experiencias intencionalmente transformadoras que desde el shamanismo hasta las conversiones religiosas o pol¨ªticas producen eficazmente cambios sin ajustarse a esas exigencias cient¨ªficas.
Por ¨²ltimo, en el punto c) hac¨ªamos referencia al movimiento por el cual A. Colodr¨®n puede, citando a Freud, borrar la obra entera, vasta y compleja como es, del creador del psicoan¨¢lisis. Y presentarse de la mano de la psiquiatr¨ªa biol¨®gica como la providencial respuesta a la esperanza de Freud y de su tiempo. Y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n de los nuestros.
Lamentablemente, ni aun con tanto esfuerzo deja de ser falso. Freud, que conoc¨ªa perfectamente la clase de enfoque que A. Colodr¨®n propone como superador, quiso precisamente dar respuesta al sufrimiento de los sujetos que se dirig¨ªan a ¨¦l porque nunca eran escuchados por esos m¨¦dicos que sofocan con medicinas y/o consejos la queja que se les dirige; quiso encontrar una actitud diferente al sorprendente desprecio que esos consejos y medicinas conllevan de la realidad ps¨ªquica.
Por todo esto y porque, repitamos, el descubrimiento de Freud pone en tela de juicio la verdad del deseo y no hay nadie a quien la verdad no le incumba personalmente, el psicoan¨¢lisis contin¨²a vivo:
es profesora de Teor¨ªa Psicoanal¨ªtica en la Universidad de Buenos Aires.
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