Radiogate
El sue?o de todo periodista. Te han espiado. Ni que fueras uno de los reporteros del Washington Post cuando investigaban los cotilleos de Nixon. Al enterarte, te colocas la corbata verde sobre camisa amarilla y te luces paseando entre las mesas de la redacci¨®n. Nadie se da por enterado. Vuelves entonces a tu mesa y te pones la gabardina de hebillas y cintur¨®n, como las que llevan los periodistas de las pel¨ªculas. Ahora s¨ª consigues el efecto deseado. El redactor de sucesos reprime un bostezo al dirigirse a ti:-?D¨®nde vas con el disfraz?
Con eso ya tienes pie para hablar de lo tuyo:
-Voy a enterarme de por qu¨¦ Radio Nacional se permite que la polic¨ªa escuche grabaciones antes de que se emitan.
Las cabezas comienzan a levantarse llamadas por la curiosidad. Tienes ya un respetable auditorio:
-Le hice una entrevista para Radio Nacional al secretario general de la Uni¨®n Sindical de Polic¨ªa, Modesto Garc¨ªa, y dos d¨ªas antes de la emisi¨®n se la pusieron en exclusiva al director general de la Polic¨ªa, Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez Dopico, y al comisario de la Brigada de Informaci¨®n, Jaime Ballesteros, el heredero de Roberto Conesa.
-?Estaba ya Robles Piquer de jefe? -te pregunta el de la p¨¢gina de esc¨¢ndalos.
-Pues claro, no iba a ser el otro.
-Entonces, lo tuyo no es noticia, macho.
Te quitas la gabardina, y a hacer un poco de calle. Tu primera oportunidad de convertirte en protagonista, desaprovechada.
Redactar con lupa. -T¨², el del Radiogate -te grita el redactor-jefe-, a ver qu¨¦ pasa con los militares.
Acudes a la cena de los que cera el aniversario de la Constituci¨®n. Un teniente coronel lee la ¨²nica intervenci¨®n de la noche. A tu lado, un se?or con amplia chaqueta marr¨®n delata su car¨¢cter castrense con ese garbo especial con que visten los militares las ropas de paisano:
-El texto est¨¢ redactado con lupa, para que no haya la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de que provoque problemas -te informa.
Hay por las mesas textos de los otros, del manifiesto de los cien oficiales y suboficiales. Es motivo de m¨²ltiples comentarios.
-Estos tambi¨¦n se lo han mirado con lupa -te dice el comandante que se sienta a tu lado-, pero se han pasado de todas formas. El estilo es muy parecido al del coronel Sanmart¨ªn, uno de los implicados en el 23 de febrero.
-?Quiere usted decir que lo ha redactado ¨¦l? -preguntas.
-No. Yo no quiero decir nada. S¨®lo se?alo que el estilo se parece. Ser¨¢ una coincidencia.
Fiesta de bienvenida. Las informaciones sobre militares deben seguir siempre el escalaf¨®n. Es una ley de la informaci¨®n que te han explicado numerosas veces. As¨ª que para arriba. Obtienes las declaraciones oficiales. M¨¢s tarde, por los pasillos, intentas enterarte de qu¨¦ sanciones van a producirse por la v¨ªa administrativa. El ministro de Defensa, Alberto Oliart, y el presidente del Gobierno son, al parecer, partidarios de no cargar la mano en exceso, en contradicci¨®n con la postura de algunos jefes militares que pretenden castigos ejemplares.
-El problema -te explica tu informador- es que ya se piensa en organizarles una bienvenida cuando cumplan el arresto domiciliario. Algunos sectores golpistas muy radicalizados est¨¢n en la preparaci¨®n.
Subasta de millones. Pides el cambio de tercio al jefe.
-Quiero pasarme a lo civil.
Hay una breve discusi¨®n que acaba con la perentoria orden para incorporarte a cultura.
-La literatura espa?ola sigue cobrando fuerza en nuestro pa¨ªs -dice el encargado de la secci¨®n-. Cada vez aparecen m¨¢s j¨®venes valores. Pero ?d¨®nde est¨¢n los consagrados?
La ret¨®rica esconde una sutil indicaci¨®n. Un alma piadosa te ayuda a la b¨²squeda de pistas con un susurro: "Carmen Balcells".
A partir de ah¨ª todo es f¨¢cil. Hay tres novelones en oferta para el mejor postor entre los editores: Juan Garc¨ªa Hortelano, Juan Mars¨¦ y Jorge Sempr¨²n han dejado sus obras en manos de la agente literaria m¨¢s importante del pa¨ªs.
-Por Mars¨¦, la oferta m¨ªnima que se acepta para entrar en la puja es de tres millones de pesetas por adelantado. Los otros dos tienen tambi¨¦n precios m¨ªnimo de seis cifras.
M¨¢s modesta, pero no menos esperada, es la primera novela de un fil¨®sofo, Carlos Paris, que empieza a llegar a las librer¨ªas. Y un libro biogr¨¢fico sobre el cantante catal¨¢n Jaume Sisa, escrito por V¨ªctor Claud¨ªn.
Claud¨ªn se pasea t¨ªmido por las redacciones, entregando muestras de su trabajo a los encargados. Le echas un vistazo con esa superioridad que te proporciona el haberte convertido en redactor de la secci¨®n y vas al grano:
-Y a Sisa, ?le ha gustado el libro?
-Yo s¨¦ lo le¨ª mientras convalec¨ªa de una operaci¨®n de desprendimiento de retina en el hospital, y parec¨ªa gustarle, aunque con los ojos tapados pierde mucha expresi¨®n.
Las ventajas de la OTAN. -?T¨² eres el nuevo de cultura? -pregunta una voz meliflua.
-S¨ª, s¨ª, dime -reconoces consciente de que te aguardan decenas de c¨®cteles y comidas en sitios buenos.
-Pues a enterarte de lo de la OTAN, que ya se aclaran muchas cosas.
Un nombre y un n¨²mero de tel¨¦fono. Te responde una voz con un fuerte acento alem¨¢n que contesta con precisi¨®n a tus preguntas:
-Ceuta y Melilla no entran en el ¨¢rea de la OTAN. Un golpe en Espa?a ser¨ªa considerado asunto interno. Gibraltar es un problema bilateral. Si los dem¨¢s pa¨ªses han de tener armas at¨®micas en su suelo, Espa?a tambi¨¦n.
Es un representante oficial de un pa¨ªs centroeuropeo que no quiere hacer las declaraciones como, tal.
-Oiga -aciertas a decir antes de que cuelgue su auricular-, pero lo que dice el Gobierno espa?ol no es eso...
-Ese es un problema del Gobierno espa?ol. Yo le cuento lo que la OTAN piensa respecto a esos cuatro temas.
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