Madrid-Castell¨®n, un entrenamiento con p¨²blico
Fue el partido de los c¨®rners y los largos silencios. El Madrid-Castell¨®n tuvo todas las trazas de un entrenamiento de los jueves cuando en Chamart¨ªn recalaban los equipos de Segunda, al regreso de alg¨²n viaje, y serv¨ªan de sparrings a los suplentes de la casa. El Castell¨®n fue exactamente eso: un equipo de Segunda.La tarde fue apacible para los espectadores, pese a que al descanso se lleg¨® con un solo gol y de penalti. El Castell¨®n no dio sensaci¨®n en ning¨²n momento de querer crear complicaciones. En el primer tiempo se limit¨® a realizar una jugada con cierto sentido. El resto qued¨® en casi nada. Planelles, que es el ¨²nico que tiene la cabeza organizada para esto del f¨²tbol y el temple exquisito en sus pies, trat¨® de lanzar a sus compa?eros, pero no encontr¨® respaldo. Tico era ju venil la pasada temporada y acus¨® biso?ez; Oscar Ferrero no hizo nada de nada, y Vi?a luch¨® en solitario por la banda izquierda
El Castell¨®n ni siquiera pretendi¨® evitar la goleada. No se ech¨® atr¨¢s vergonzosamente. Si apenas pas¨® del medio campo fue porque no pudo. De su buena voluntad por intentar lo imposible destac¨® el hecho de que no realizara marcajes pegajosos. Ni tan siquiera dio patadas.
El partido fue tan soso que en los grader¨ªos hubo largos silencios ¨²nicamente interrumpidos por algunas toses, como en los conciertos. El ruido de las gradas s¨®lo tuvo el sonido del rumor, del cuchicheo. Con los goles los m¨¢s fan¨¢ticos trataron de autojustificarse por haber pagado la entrada. S¨®lo en el momento en que el Athl¨¦tic de Bilbao le marc¨® el gol del empate al Barcelona se produjo un estallido de j¨²bilo. El ?hala Madrid! son¨® para recriminar al Barcelona. El p¨²blico, para entretenerse en algo, adem¨¢s del desahogo anticul¨¦, le silb¨® un par de veces a Isidro, cuya ausencia en el segundo per¨ªodo se not¨® porque, gracias a ella, Pineda marc¨® dos goles y particip¨® en el cuarto.
Boskov, que el domingo todav¨ªa no entend¨ªa lo que hab¨ªa sucedido con Cunningham, quit¨® a Garc¨ªa Hern¨¢ndez del equipo para que Gallego pasara al centro del campo. Garc¨ªa Hern¨¢ndez, mientras estuvo en el campo, fue peligroso atacante y quien lanz¨® los disparos m¨¢s espectaculares, aunque esta vez sin gran tino. Gallego, que deber¨ªa jugar siempre en el centro del campo, estuvo entonado en esa labor, pero dio la sensaci¨®n de que no lleg¨® a calentarse. Gallego podr¨ªa ser un centrocampista de primer orden, pero con la querencia de Boskov a colocarle de l¨ªbero, no acaba de encontrarse c¨®modo cuando tiene la oportunidad de tomar la batuta del juego madridista.
El director de la orquesta merengue fue, como tantas otras veces, Stielike, cuyo profesionalismo es siempre encomiable.
Stielike da la cara siempre cuando est¨¢ en vena arrastra a todos sus compa?eros hacia la victoria de manera inexorable. Las bajas por lesi¨®n del equipo madridista, con ser sensibles, no restan al Madrid el potencial que supondr¨ªa tener al alem¨¢n en la grada.
El Madrid consigui¨® con toda comodidad la victoria.
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