Polonia por radio
El tel¨¦fono suena de madrugada. La voz del redactor jefe retumba m¨¢s cari?osa que nunca:-El periodismo es vigilia permanente. Hay un golpe de Estado en Polonia, lev¨¢ntate y ven.
-Pero si yo no he sido... Tu protesta no vale de nada. Te levantas y decides que lo mejor ser¨¢ llegar a la redacci¨®n con algo entre las manos. Llamas a la Embajada polaca:
-Soy periodista. ?Est¨¢n ustedes informados de lo que pasa en su pa¨ªs?
-Tanto el embajador, se?or Polanski, como el resto de la delegaci¨®n estamos al tanto de lo que sucede. Tenemos puesta Radio Nacional desde que comenzaron a dar noticias.
Celebraci¨®n
con esp¨ªas. Todo el d¨ªa gastado en investigar las dificultades de los polacos para viajar. Al caer la tarde te acercas a un conocido restaurante situado en los laterales del palacio de la Opera. Tres periodistas rusos, la casi totalidad de la Prensa sovi¨¦tica acreditada en Espa?a, celebran el golpe. A poca distancia, dos individuos de nacionalidad espa?ola les esp¨ªan con escasa discreci¨®n. Los camareros comentan sin rebozo:
-Son los del contraespionaje.
Medias
ca¨ªdas. -Insisto en no dedicarme a temas militares
-dices al llegar a la redacci¨®n-, que en estas cosas siempre sale alguien herido.
-Pero si estabas con los polacos.
-Pues eso.
-Bueno, pues ve a la recepci¨®n de la Moneloa y cuenta lo que pase all¨ª. Calvo Sotelo da una copa.
-No tengo invitaci¨®n.
-Pues cuenta lo de fuera. Con tal de volver a la vida civil, te lo tomas bien. Una vez en la puerta, tu trabajo se ve complicado porque el personal entra en coches. Cuando sale el periodista Eduardo Chamorro, haces auto stop y te para. Aprovechas la ocasi¨®n para sangrarle alg¨²n dato que te permita llenar unos folios.
-?Qu¨¦ tal?
-dices con tu mejor cara de jueves.
-Los canap¨¦s, cuidados. La bebida, no tanto.
-No, si me refiero a la gente
-insistes, haciendo como si hubieras estado dentro-. ?Qu¨¦ te ha parecido a ti?
-Lo peor, las chicas -dice, terminante-. Mucho traje feo y mucha media ca¨ªda por premura a la hora de coloc¨¢rselas. Los que mejor estaban eran los ujieres. Un saber estar tienen esos se?ores.
Ca¨ªda
en la ca?ada. Con un cierto complejo de vampiro, redactas una apasionante cr¨®nica que entregas al redactorjefe, quien reclama la atenci¨®n de tus compa?eros para leer en voz alta:
-"Los dorados botones de los ujieres refulg¨ªan incandescentes, en agudo contraste con los azules trajes varoniles y las arrugadas transparencias que envolv¨ªan las piernas femeninas...".
-Lo tuyo no tiene arreglo. No vales para nada. Vuelve a Cultura a ver si tienen algo para t¨ª -termina, brusco.
Te env¨ªan a la presentaci¨®n del libro de Pablo Lizcano sobre la generaci¨®n del 56. Lo presentan el juez Clemente Auger, el ex ministro y economista Jos¨¦ Luis Leal, el diputado del PSOE Enrique M¨²gica, el periodista Javier Pradera y el soriano Fernando S¨¢nchez Drag¨®. La presentaci¨®n se dilata porque el ¨²ltimo invitado no aparece. Hasta que llega un telegrama que lo explica todo: "Ca¨ªdo con jeep en barranco en ca?ada real de Soria; imposible asistir. Viva general 56. Suerte. S¨¢nchez Drag¨®".
Los asistentes se dan codazos c¨®mplices cuyo significado eres incapaz de descifrar. Una se?ora pregunta en voz alta:
-?Y qui¨¦n es ese general 56? Pradera lo aclara todo:
-Debe ser un error de un telegrafista patri¨®tico. Deb¨ªa poner "generac.". Una abreviatura, ?sabe usted?
Memorias
explosivas. Los de la generaci¨®n del 56 explican con gran capacidad de s¨ªntesis, ajuicio de un asistente, que est¨¢n encantados de haberse conocido a s¨ª mismos. Se dan tantos abrazos que te caen un par de ellos de manera fortuita. Cuando logras liberarte de tanta efusi¨®n, te marchas con urgencia a otro acto. Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez le est¨¢ explicando a C¨¦sar Alonso de los R¨ªos sus proyectos:
-En un par de a?os me retiro. Y voy a ver si escribo mis memorias. Tengo muchas notas tomadas a lo largo de mi vida. Y he pensado dejarlas tal como las escrib¨ª, sin reinterpretarlas ahora. Me parece m¨¢s justo.
Los editores presentes comienzan a hacerse zancadillas para ver qui¨¦n consigue hacer antes la propuesta a don Joaqu¨ªn.
-Pueden ser explosivas -musitan en medio de la pelea a brazo partido.
-Nada de lo que haga don Joaqu¨ªn puede ser explosivo -sentencia un espectador neutral, lo que calma la feroz pugna.
-Todo lo contrario -interviene un se?or con una insignia del PSOE en la solapa-, es un buen amortiguador de tensiones. Mi partido piensa incluirle en las listas para las pr¨®ximas elecciones como independiente.
-Ser¨¢ Joaqu¨ªn Leguina que, desde lo de Alonso Puerta, est¨¢ muy integrador.
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