La fuerza del Madrid no pudo con la t¨¦cnica de la Real
La Real Sociedad, aunque renunci¨® demasiado al ataque para la superioridad t¨¦cnica que demostr¨® en el campo, logr¨® empatar justamente a falta de cuatro minutos, un partido que ten¨ªa perdido. El Madrid hizo un derroche de empuje y entrega a partir de los ¨²ltimos diez minutos de la primera parte, cuando Stielike, su hombre base, comenz¨® a practicar su juego habitual, pero el equipo careci¨® de calidad. El partido volvi¨® a ser un ejemplo de la inoperancia del f¨²tbol espa?ol cara al gol, plagado de centrocampismo, entre un equipo excesivamente defensivo y otro sin ideas para abrir huecos en su continuo ataque.La mayor t¨¦cnica de la Real, aunque ya sin ambici¨®n ofensiva, domin¨® claramente la primera parte. Pero el Madrid, con m¨¢s fuerza, especialmente en los minutos finales, nunca perdi¨® la cara. Entonces pudo ya marcar en dos magn¨ªficos tiros, uno de Stielike, rechazado por Arconada, y otro de Del Bosque, que roz¨® el poste derecho. Ante unos marcajes rivales muy firmes, el cuadro blanco no supo, en casi ning¨²n momento, encontrar huecos. S¨®lo en esos instantes, a los treinta y cinco minutos, tras el tercer saque de banda de Isidro, especialista en mandar el bal¨®n a la cabeza de Del Bosque, permiti¨® en el rechace el tiro del alem¨¢n. Aun sin buen juego, se produjo a continuaci¨®n el agobio blanco simplemente por su empuje.
Poco despu¨¦s, en la ¨²nica jugada por el extremo terminada en centro, un pase de Cort¨¦s lo empalm¨® Del Bosque. Stielike se hab¨ªa podido zafar al fin de Larra?aga y llevaba al Madrid hacia adelante. Hasta ese momento, s¨®lo dos arrancadas de Gallego desde su posici¨®n de defensa libre hab¨ªan roto el esquema defensivo de la Real.
Los donostiarras, pese a asentarse en el campo, bastante pesado, mucho mejor que el Madrid, s¨®lo se dedicaron a combinar con facilidad, pero sin forzar pr¨¢cticamente el contraataque.
Muy bien marcado L¨®pez Ufarte por Camacho, Satr¨²stegui estuvo siempre demasiado solo aunque sac¨® de su sitio a un Benito que ya no est¨¢ para vigilarle. Un tiro lejano del delantero internacional, que oblig¨® a Miguel Angel a detenerlo junto al poste izquierdo, fue la ¨²nica ocasi¨®n de peligro de la Real en la primera parte.
Zamora comenz¨® con ganas y Angel se las vi¨® y dese¨® para frenarle. Diego no tuvo problema para solidificar m¨¢s a¨²n el centro del campo de su equipo, pues Del Bosque se pas¨® esta vez en lentitud inoperante. Como Stielike tard¨® en poder con Larra?aga, y Uralde sac¨® de su sitio a Cort¨¦s, las combinaciones de la Real, con su mara?a habitual, dieron la sensaci¨®n de que jugaba un maestro contra un aprendiz. El aprendiz era incapaz, a veces, de pasar incluso del medio campo. Solo un caracoleo inicial de Juanito, inadvertido despu¨¦s ante Murillo, le permiti¨® lanzar un tiro alto desde dentro del ¨¢rea, poco m¨¢s tarde de que se escucharan gritos de ?Ito, Ito!, cuya entrada en la segunda parte por Isidro apenas aport¨® nada, salvo el gol, que ya fuebastante. Celayeta, pese a salir de una lesi¨®n, pudo con ambos.
La defensa realista parec¨ªa tambi¨¦n herm¨¦tica, pero en el f¨²tbol la constancia y la fuerza tienen su premio. El dominio lleg¨® cuando Stielilce se agigant¨®, y los ¨²ltimos diez minutos de la primera parte fueron ya, el preludio de lo que ocurrir¨ªa en la continuaci¨®n. La Real renunci¨® a¨²n m¨¢s al ataque, porque s,e conformaba con la igualada y s¨®lo en una ocasi¨®n contraatac¨®, con un disparo de Uralde al larguero. Fue a los quince minutos, pero ya antes, a los cinco, un tremendo tiro de Cort¨¦s sali¨® fuera por poco, lo mismo que otro de Angel, que perdi¨® el respeto a Zamora.
El Madrid empujaba con los t¨ªpicos centros de la impotencia, sin m¨¢s ideas, pero lo hac¨ªa, y de tanto ir el c¨¢ntaro a la fuente lo l¨®gico es que alguna vez ¨¦ste se rompiera. A los veinti¨²n minutos, Stielike, el pulm¨®n incansable, hizo una preciosa jugada y oblig¨® a Arconada a hacer la mejor parada del partido, metiendo la mano cuando el bal¨®n se colaba. El gol lleg¨® cinco minutos despu¨¦s tras un rebote en otro centro. Ito tuvo suerte en el empalme, pero el hecho fue que el empate buscado por la Real, como mal menor, se le iba incluso de las manos. Un excesivo conservadurismo le pudo suponer irse de vac¨ªo, cuando por su superioridad t¨¦cnica era injusto el resultado. El gol de Uralde, al que sigui¨® la oportunidad de L¨®pez Ufarte, que a punto estuvo de acabar en tanto, arregl¨® lo que pudo ser una derrota inapelable. En f¨²tbol no sirve jugar bonito y no meter gol.
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