Sin pistas sobre el paradero del general norteamericano secuestrado
Ni siquiera con la ayuda de los expertos norteamericanos y alemanes la polic¨ªa italiana ha conseguido tener hasta el momento la m¨¢s m¨ªnima pista sobre el paradero del general de la OTAN James Dozier, secuestrado por las Brigadas Rojas el 17 de diciembre pasado.Y eso a pesar de que se est¨¢n usando todas las t¨¦cnicas posibles. La recompensa para quien ofrezca una noticia segura que pueda conducir a las fuerzas del orden a la c¨¢rcel del pueblo donde el general de la OTAN est¨¢ siendo sometido a un juicio proletario es nada menos que de doscientos millones de pesetas. A quienes est¨¦n dispuestos a colaborar con la justicia en este asunto se les asegura un total anonimato y ha sido instituido un tel¨¦fono especial para estas llamadas.
Evidentemente, la polic¨ªa conf¨ªa en alg¨²n brigadista o c¨®mplice arrepentido, ante el importante monto de dinero que se ofrece.
El Gobierno estadounidense asegura que ¨¦l no ha ofrecido ese dinero. Oficialmente aparece como una recompensa ofrecida por un grupo de amigos an¨®nimos.
Junto con esta importante recompensa econ¨®mica para quien facilite datos que lleven al paradero del general secuestrado, acaba. de ponerse en pr¨¢ctica un nuevo m¨¦todo: la esposa de Dozier est¨¢, siendo sometida a sesiones de hipnotismo con la esperanza de que este arma psicol¨®gica pueda revelar elementos importantes para la investigaci¨®n almacenados en el subconsciente de la se?ora Dozier, que estaba presente en el momento del secuestro. La primera sesi¨®n hipn¨®tica ha sido realizada por un equipo de m¨¦dicos de Verona relacionados con la OTAN.
Mientras tanto, se da por seguro en los ambientes policiales italianos que el verdadero objetivo de las Brigadas Rojas no era el general Dozier, sino m¨¢s bien el general Wilson C. Cooney, vicecomandante del quinto ATAF (grupo coordinador de todas las fuerzas a¨¦reas aliadas del sur de Europa), con sede en Vicenza. Una de las pruebas que aparentemente confirman esta tesis es que uno de los j¨®venes que secuestr¨® a Dozier, y que fue visto por la esposa de ¨¦ste a cara descubierta, se hab¨ªa presentado quince d¨ªas antes, con un pretexto f¨²til, en la casa del general Cooney. Pero este alto militar norteamericano estaba demasiado protegido y las Brigadas Rojas, al parecer, prefirieron secuestrar a Dozier, que viv¨ªa menos blindado,
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