Un debate televisado sobre la desaparici¨®n del semanario sat¨ªrico "Charlie Hebdo" provoca un gran esc¨¢ndalo en Francia
El primer acontecimiento, calificado de esc¨¢ndalo fenomenal, del a?o 1982 en este pa¨ªs aconteci¨® el s¨¢bado ¨²ltimo y se produjo en la peque?a pantalla del monopolio de la televisi¨®n estatal. Los franceses nunca hab¨ªan visto cosa semejante en medio siglo de im¨¢genes televisivas. Desde hace 48 horas no se habla de otra cosa en el hex¨¢gono galo. Los hechos: la emisi¨®n Derecho de respuesta, de hora y media de duraci¨®n, emitida a la hora de m¨¢s escucha, un s¨¢bado a las 20.30 horas.
Fue creada recientemente por los nuevos responsables del mitte rrandismo con el fin de reemplaza "la emisi¨®n de variedades, embrutecedora, de este espacio por otra de cultura popular". El s¨¢bado, el productor y presentador de la emisi¨®n, Michel Polac, invit¨® a su emi si¨®n al equipo de redacci¨®n del se manario sat¨ªrico Charlie Hebdo desaparecido la semana ¨²ltima por falta de lectores suficientes, despu¨¦s de veintid¨®s a?os de hacer re¨ªr de manera imb¨¦cil y pu?etera, seg¨²n rezaba el lema explicati vo del peri¨®dico. Se trataba de que ese equipo de redacci¨®n, en el que figuraban caricaturistas de renombre internacional como Sine y Wolinski, se explicara sobre la muerte del semanario. Para completar el cartel de actuantes, Polac invit¨® a dos periodistas de un diario de derechas, a uno di extrema derecha (del semanario Minute), a un grupo de estudiantes de segunda ense?anza, al cantante Serge Gainsbourg y al ¨²ltimo cantante de moda, Renaud, reivindicador del marginalismo de los suburbios1982.No hizo m¨¢s que empezar la emisi¨®n, en directo, y los telespectadores pudieron comprobar que los m¨¢s vociferantes, los ex redactores de Charlie Hebdo, as¨ª como el cantante Gainsbourg, vegetaban en las delicias de un estado et¨ªlico de, campeonato. Las botellas de whisky, que ellos mismos hab¨ªan llevado al plat¨®, rodaban por alguna esquina. Y desde el inicio del frustrado debate, un alucinante espect¨¢culo televisivo, por lo inaudito, se desencaden¨® a base de merde, trasero, putain, etc¨¦tera, y todas las frases imaginables a base de estos y otros vocablos que los franceses emplean todos los d¨ªas y a todas las horas en la tasca de la esquina. En el momento en que al periodista de extrema derecha se le ocurri¨® abrir la boca, todas las tinieblas del verbo se le vinieron encima. Las injurias se cruzaban en el plat¨® como rayos. Los primeros pu?etazos surgieron. Y cuando los j¨®venes estudiantes declararon que Charlie Hebdo no representaba nada para ellos, la bacanal del insulto arreci¨®, hasta que Gainsbourg, en un momento de delirio ex¨®tico-s¨®rdico-surrealista, se dirigi¨® a los telespectadores para preguntarles: "?Quer¨¦is ver mi sexo?" No hizo falta respuesta. El cantante ech¨® mano de un fallus de pl¨¢stico y lo coloc¨® en su sitio. Los dos periodistas de un diario de derechas quisieron hablar de tolerancia y de democracia, y los de Charlie pidieron que reventara el mundo entero, empezando por los dos se?ores en cuesti¨®n. Y otro cantante, Renaud, intervino para calificar de merde a la libertad de expresi¨®n y al pluralismo.
El periodista de extrema derecha quiso intervenir otra vez y no tuvo m¨¢s remedio que salir por pies del plat¨®, y ya no se le volvi¨® a ver. El presentador, Polac, en cada momento intentaba apoderarse de las riendas de la emisi¨®n. Ilusiones. Esto dur¨® noventa minutos. Seg¨²n se supo despu¨¦s, el campo de batalla se encontr¨® entre bastidores, donde las bofetadas y los pu?etazos se repartieron a gusto.
Cloaca, basura, retrete son los t¨¦rminos que emplea la gran mayor¨ªa de la opini¨®n para analizar un esc¨¢ndalo, que, por su lado, los dirigentes del canal de televisi¨®n consideran positivo. En su opini¨®n, lo ocurrido vivifica las ventajas y desventajas del directo y, en todo caso, "despierta a la televisi¨®n de veinte a?os de conformismo". El ministro de la Cultura, Jack Lang, y el de la Comunicaci¨®n, Georges Fillioud, hasta anoche al menos, no hab¨ªan dicho ni mu sobre el acontecimiento, que se inscribe en la pol¨ªtica del cambio mitterrandista y que la opini¨®n conservadora liberal explota con placer de d¨ªa festivo.
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